Fluorita: un mineral crítico poco conocido y el papel central de México en su producción
El país es el segundo mayor productor mundial de fluorita, un insumo clave para las tecnologías de energía limpia, pero que arrastra una huella ambiental: La carrera mundial por ampliar el uso de energías limpias ha atraído una creciente atención internacional hacia el papel de los minerales, ya que estos recursos han adquirido importancia estratégica y geopolítica gracias a su papel esencial en compuestos utilizados en baterías, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y paneles solares, entre otras tecnologías.
Emilio Godoy
En comparación con recursos como el litio, el níquel y el cobre, la fluorita ha recibido relativamente poca cobertura mediática. Sin embargo, este mineral cristalino es esencial para la transición energética, ya que es una fuente clave de productos químicos utilizados en diversas tecnologías ecológicas. Por ejemplo, la producción de una batería para vehículos eléctricos puede requerir hasta diez veces más fluorita que litio, mientras que los productos químicos a base de fluorita se utilizan para recubrir los paneles solares, proporcionándoles protección contra las temperaturas extremas y la corrosión, al tiempo que aíslan sus circuitos y mejoran su eficiencia.
En 2023, la Unión Europea incluyó la fluorita, también conocida comercialmente como espato flúor, en su lista de 34 materias primas críticas, mientras que Estados Unidos la considera un mineral prioritario desde 2022. Junto con China y otras potencias mundiales, sus empresas y fabricantes compiten por asegurarse el suministro.
México es actualmente el segundo mayor productor mundial de fluorita, solo por detrás de China, que representa más de la mitad del suministro mundial, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
En 2024, la producción mundial de fluorita alcanzó los 9,5 millones de toneladas, de las cuales México aportó 1,51 millones, un récord para el país. Casi la mitad de la producción se exporta como materia prima, mayoritariamente a Estados Unidos y la Unión Europea.
Sin embargo, a pesar de la importancia de la fluorita en el mercado mundial y de sus amplias aplicaciones más allá de las tecnologías limpias, varios estudios han puesto de relieve que México carece de políticas para su sector minero que garanticen que la extracción no sea perjudicial para el medioambiente ni para las poblaciones aledañas. La fluorita se extrae en minas a cielo abierto, se tritura y se procesa con químicos para concentrarla y refinarla, lo que altera el paisaje y genera impactos ambientales significativos.
Para Beatriz Olivera, investigadora en desarrollo y directora de Engenera, una ONG dedicada a la energía, la minería y el medioambiente, México debe establecer una regulación firme, clara e integral. “El primer paso sería destrabar el embrollo de la ley minera en la Corte Suprema”, afirma, en referencia a la reforma de 2023 de la ley minera del país.
Esta reforma buscaba regular el sector y proteger el medioambiente prohibiendo las actividades mineras en áreas naturales protegidas, priorizando al agua para consumo humano y obligando a que los residuos no dañen poblaciones, ecosistemas o zonas productivas. Sin embargo, Olivera habló de la falta de aplicación y de directrices claras para su implementación en los años transcurridos desde entonces, así como de la falta de voluntad política para aplicarla, en medio de impugnaciones legales.
“Se aprobó la ley en 2023, pero un grupo de diputados de oposición presentó un recurso para frenarla”, agrega Olivera. El recurso fracasó, pero Olivera añade que aún no hay planes en torno a la nueva ley y que la industria sigue resistiéndose.
Minas que contaminan
México cuenta con tres minas de fluorita destacadas, ubicadas en los estados norteños de San Luis Potosí, Durango y Coahuila. La mina Las Cuevas, en San Luis Potosí, es la más grande del mundo y está en funcionamiento desde la década de 1950. Es propiedad de Fluorita de México, una filial de Koura, a su vez filial de la multinacional mexicana Orbia Advance Corporation (antes Mexichem).
Los impactos ambientales relacionados con la minería de fluorita incluyen diversas formas de contaminación, la transformación de los paisajes debido a la minería a cielo abierto y la dedicación de grandes áreas a depósitos de residuos mineros. El Instituto Mexicano del Agua ha advertido sobre la posibilidad de derrames de residuos, lo que supone un riesgo para los ecosistemas y la salud humana.
El complejo minero Las Cuevas alberga siete presas de relave con una capacidad de más de 2,1 millones de toneladas de residuos: cuatro están inactivas y tres están activas, todas ellas vulnerables a los derrames, y que algunas investigaciones han relacionado con la contaminación de los ecosistemas circundantes.
“La minería ha contaminado el agua y el suelo”, explica Matheus Gigante, doctor en química y tecnología ambiental por la Universidad Autónoma de Nuevo León. “Si el agua se usa para riego, aumenta la concentración de fluoruro [en el suelo] y puede movilizar otros contaminantes [presentes]”, explica.
La ingesta de flúor, el compuesto químico que se encuentra en la fluorita, puede tener efectos tanto beneficiosos como negativos. En muchos países del mundo es habitual añadir flúor de forma controlada al suministro de agua potable, ya que esto puede ayudar a reducir la incidencia de caries dentales. Sin embargo, en caso de exposición prolongada y menos controlada, el flúor puede causar fluorosis esquelética y dental, lo que puede debilitar los huesos. Según se informó en una investigación realizada en Las Cuevas por Earth Island y Proceso, la propia empresa matriz de Koura, Orbia, reconoció los riesgos de fugas y derrames en su informe anual de 2021. Sin embargo, en una declaración de Koura a sus reporteros se afirmaba: “Cualquier impacto que pueda causar la empresa es previsible y puede abordarse con medidas de prevención o mitigación que reduzcan los impactos y no afecten al equilibrio ecológico”. En los últimos 25 años, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente ha registrado al menos 66 derrames procedentes de depósitos residuales. El más reciente ocurrió el 30 de junio, cuando una presa de desechos de la minera Metales Rosmex sufrió un derrame de más de 19.000 metros cúbicos de residuos mineros en el estado de Sinaloa, en el norte de México. Este derrame contaminó arroyos y selva baja, con importantes efectos ecológicos y para la salud. Provocó el cierre de la mina y las autoridades advirtieron del riesgo de que se produjeran más escorrentías hacia las fuentes de agua debido a las lluvias de la temporada.
Desde 2006, investigaciones han detectado la presencia de metales pesados como plomo, arsénico y zinc en el aire, así como contaminantes de fluoruro de calcio, producto de las actividades minero-metalúrgicas en la ciudad de San Luis Potosí. El agua subterránea también presenta arsénico y flúor por la perforación intensiva de pozos.
Además de suponer un riesgo para la tierra y el agua, las emisiones derivadas de la producción de fluorita pueden tener un impacto considerable, ya que son relativamente más intensivas en carbono que otros minerales. En su informe de sostenibilidad de 2024, Orbia reporta que las emisiones directas de las operaciones de fluorita de Koura en Las Cuevas equivalieron a 16.590 toneladas de dióxido de carbono, mientras que las emisiones indirectas derivadas de su consumo eléctrico ascendieron a 19.000 toneladas. Para comparación, producción de una tonelada de cobre en Chile puede emitir hasta siete toneladas de dióxido de carbono, mientras que la producción de una tonelada de concentrado de fluorita puede generar hasta 174 kilogramos de dióxido de carbono equivalente.
Un mercado en expansión
Se proyecta que la demanda de fluorita crecerá a medida que avance la transición energética. Solo para baterías de iones de litio en autos eléctricos, podría superar 1,6 millones de toneladas en 2030, según Benchmark Minerals. La industria electrónica y los electrolitos, o los líquidos que permiten el flujo de corriente eléctrica dentro de ciertas baterías para autos eléctricos, serán los mercados de mayor expansión.
Teniendo en cuenta este aumento de la demanda, Luis González, de la organización Cambio de Ruta, insiste en empezar por lo básico para la protección del medioambiente. “Lo primero es medir la calidad del aire con un sistema eficaz. No tenemos datos claros. Si no sabemos qué está contaminando, no podemos diseñar políticas públicas ni dar el tratamiento correcto al problema”, concluye. Para Olivera, una estrategia nacional de minerales críticos sin una regulación minera fuerte “abriría la puerta a una extracción más agresiva” con graves consecuencias. Aunque no existen planes gubernamentales para expandir la industria en la actualidad, queda por verse cómo responderá México ante la creciente demanda.
Fuente: https://dialogue.earth/es/energia/fluorita-mineral-critico-papel-central-mexico/ - Imagen de portada: Vista de la zona minera de San Luis Potosí, México, donde se encuentra la mina de fluorita más grande del mundo, un material clave en la fabricación de paneles solares y vehículos eléctricos (Imagen: Panther Media Global / Alamy)