Fukushima: el precio de la energía atómica







Philip Grassman
Freitag



Nota edición sin permiso: 25 años después de la catástrofe de Chernobil, se repite la historia en Japón, en la periferia de Tokio. El suceso demuestra concluyentemente que los riesgos que comporta la tecnología atómica --criminalmente minimizados en los últimos años por un recrecido lobby pronuclear-- son de todo punto inasumibles.
*
Un devastador terremoto de la escala del sucedido nadie podía preverlo. Ni siquiera Japón, una nación que ha aprendido a convivir con ellos, una sociedad altamente tecnificada que creía haber comprendido tanto como era posible los riesgos que comporta y con tantas precauciones de seguridad como parecían necesarias.
Pero fue un error. El país afronta ahora, unas horas después del peor terremoto desde que se cuenta con registros sísmicos, una catástrofe aún mayor. El reactor de Fukushima está tan gravemente dañado que a pesar de haber sido rápidamente desactivado cuando el terremoto comenzó, planea sobre él el riesgo de una fusión del núcleo. Se trataría de un nuevo Chernobil, casi exactamente veinticinco años después de la catástrofe que tuvo lugar en aquella región de Ucrania. Aunque en esta ocasión la magnitud no sería comparable, porque el reactor se encuentra en una región mucho más habitada que Chernobil.
Y aunque en esta ocasión no ha sido un error humano la razón inmediata para la catástrofe, la política japonesa tiene indirectamente, no obstante, una gran responsabilidad en lo ocurrido. En Japón existen 55 centrales nucleares en activo que generan un tercio de la electricidad del país. Japón emplea desde hace décadas, impertérrita, la energía atómica. Pero, una vez más, se ha demostrado que las centrales atómicas son bombas de relojería. Obvio es decirlo: seguras según los cálculos humanos. Pero hay condiciones que la medición humana no puede concebir. Así ocurrió en Chernobil, cuando un técnico pulsó el botón equivocado y desató la catástrofe. Y ahora amenaza con ocurrir también en Fukushima, donde nadie había calculado que la central estaría desabastecida de electricidad durante tanto tiempo y los niveles de los tanques de agua fría descenderían tan rápidamente.
Quien se apoya en la energía atómica acepta estos riesgos. Tan improbables como se quiera pretender, pero no se los puede excluir. Hace 25 años tuvieron lugar en una región que afectó a cientos de miles de personas. Ahora el mundo se enfrenta a una situación semejante. Vivimos en una época en la que los cálculos de riesgos no están en el discurso oficial de las eléctricas. Se trata siempre solamente de probabilidades que podrían llegar a convertirse en una realidad dentro de un millón de años. La realidad nos da ahora una lección. El precio que posiblemente habremos de pagar por la energía atómica es demasiado alto.

*Philip Grassman colabora habitualmente en Freitag
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero
Tomado de: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4008

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[Japón] Encubrimiento y demora en un escándalo increible
Los métodos del lobby nuclear

Reiner Metzger
Tageszeitung



Cinco reactores atómicos en Japón se encaminan actualmente hacia una catástrofe. Los cinco han sido cerrados con carácter de emergencia y están sin enfriamiento. Lo que ocurre exactamente no lo saben ni los residentes ni el mundo, y ello sólo dos días después de un devastador terremoto. Un reactor ha explotado ya, lo que los cabilderos de la energía atómica admiten, pero que no sin cierta vacilación atribuyen en parte a una probable explosión de hidrógeno sin consecuencias graves. Ninguna comparación con Chernobil, se dice.
Estos encubrimientos y demoras en la información suponen un enorme escándalo. Y no es ninguna consecuencia del caos tras el terremoto, no: es el método habitual. En cada accidente atómico ha sido ése el caso. Primero intentar dejar la fachada intacta. Mejor poner en peligro la salud de decenas e incluso cientos de miles de personas que arriesgarse a tener mala prensa. Puede que los expertos en el terreno recuperen el control o que la población no se dé cuenta. Afortunadamente, la radiación atómica es invisible e inodora. Los miles de millones que se obtienen en este negocio no hieden.
En cualquier caso en Japón, una de las zonas más propensas a los terremotos del planeta, funcionan más de cincuenta reactores atómicos. Cada unos cuantos años una central atómica resulta dañada en un terremoto. Ahora, además, aparentemente han sido inundados por el tsunami. No tenemos suficiente información. Sólo nos resta escuchar los pronósticos de que la cosa no irá a peor. Sobre todo aquí, en Alemania.
Pero irá peor. Está en la propia naturaleza de la cosa. En todas las instalaciones industriales ocurren accidentes, ya se trate de refinerías, centrales nucleares o plataformas petrolíferas. Los técnicos pueden minimizar con precauciones la probabilidad de que un accidente ocurra. Pero en ningún caso se pueden tener precauciones para todos y cada uno de los tipos de daño posibles. El peor terremoto en la historia de Japón, sumado a la ola de diez metros de altura del tsunamini ni siquiera se encontraban entre las probabilidades de los especialistas. Tan poco como aquí en Alemania se piensa en un terremoto, en la concesión de permisos o incluso en un ataque terrorista a un avión del tipo de un enorme Airbus A380. Menos aún en la construcción de las centrales nucleares en los años sesenta o setenta, durante la cual nadie podría prever lo que ocurriría en el mundo en el 2011.
Los riesgos de la técnica no pueden eliminarse. Pero en el mundo de los negocios todo cambia. Ningún estado debería construir instalaciones como las centrales nucleares, que conducen a daños impredecibles. Y quienes ganan dinero con semejantes instalaciones, como nuestro apreciado sector atómico, han de ser etiquetados claramente como cabilderos irresponsables. En su discurso siempre tienen la situación controlada, mientras detrás vuelan ya en todas las direcciones pedazos del reactor.
Se aclaran los frentes aquí en Alemania: los conservadores de la CDU y los liberales del FDP son quienes promueven en nuestro país la energía atómica. Mientras lo hagan, no son fuerzas a tener en cuenta en las elecciones. De ello somos nosotros, los alemanes, responsables. Cómo se desarrollará la situación en Japón podríamos nosotros, no menos que los japoneses, juzgarlo de una vez si finalmente se pone la verdad sobre la mesa. Pero esta situación parece cada vez más difícil, como cualquier activista anti-atómico podría temer.
Reiner Metzger es el jefe de redacción del diario alemán Tageszeitung.
Fuente: http://www.taz.de/1/debatte/kommentar/artikel/1/die-dreckschweine-von-der-atomlobby/

Traducción para www.sinpermiso.info por Àngel Ferrero


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De Japón a Libia pasando por Rusia y Arabia Saudí
¿Un tsunami energético mundial?

Gorka Larrabeiti
Rebelión



Es difícil abarcar el alcance del desastre nuclear en Japón. La mayor parte de la información que llega procede de fuentes pronucleares. Leemos que la central de Fukushima 1 ya fue noticia en 2002 por problemas de transparecia y que el Presidente y cuatro ejecutivos de la Tokyo Electric Power Corporation (TEPCO) fueron obligados a dimitir por falsificación en los registros de reparaciones.
El desarrollo nuclear en Japón comenzó hace 40 años. Actualmente, el 30% de la electricidad de Japón procede de 54 reactores. Cinco de ellos están hoy en estado de emergencia. Doce han dejado de funcionar. En julio de 2007 los reactores de la TEPCO en el noroeste de Japón cerraron hasta 2009 como consecuencia de otro terremoto y la importación de crudo creció lógicamente. En 2010 Japón importó una media de 3.7 millones de barriles de crudo y 6.32 millones de toneladas métricas de gas natural líquido. Como consecuencia del terremoto, varias refinerías han cerrado y diez centrales que producían 8,6 gigawatt están fuera de servicio. La cuestión es cómo cubrirá Japón este déficit energético y qué efecto tendrá esa demanda imprevista en el tablero geopolítico.
La empresa rusa Gazprom aumentó el flujo de gas hacia Europa para suplir la disminución de abastecimiento de combustible procedente de Libia. ¿Qué ocurrirá ahora si Japón llama a la puerta de Vladimir Putin pidiendo socorro? ¿Recurrirá Japón al petróleo de Oriente Medio? Debora Billi contaba hace poco que el elefante más imponente e histórico está muriendo en Arabia Saudí. (En jerga petrolífera, un “elefante" es un yacimiento de más de 1.000 millones de barriles de reserva). Este elefante se llama Ghawar, alcanzó su pico de producción en 2005 y desde entonces pierde un 8%. ¿Podrá ahora Arabia Saudí satisfacer toda esa demanda que le llega de modo inesperado?
Una cosa parece clara: el tsunami energético llega a las costas de Libia justo cuando más le podía convenir a Gadafi. Urge petróleo, urge gas. Urge, pues, una solución rápida a la guerra en Libia. La Alta Representante de la UE para Asuntos Externos y Política de Seguridad dice que nada está decidido o descartado. Pero el tiempo, el precio del barril de crudo y el creciente rechazo de la energía nuclear juegan a favor de Gadafi. La causa de los rebeldes contra Gadafi podría acabar engullida por la vorágine energética mundial.

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