NO PUEDEN OCULTAR LA CATÁSTROFE NUCLEAR EN JAPÓN





Javier Rodríguez Pardo, autor de En la Patagonia NO (www.machpatagonia.com.ar)


No es necesario el derretimiento de los reactores para emitir radiación al exterior. Las explosiones de las plantas nucleares de Fukushima están liberando volúmenes inmensos de radiación. El descontrol es absoluto. No hay nadie que pueda acercarse al núcleo del reactor que había sido inundado con agua de mar para frenar su recalentamiento y fusión, último recurso. El gobierno de Japón titubea reconocer que parte de un reactor se ha derretido como ocurrió en Pensilvania en 1979 con el reactor de Three Mile Island. El ocultamiento de la gravedad y la desinformación recorre el mundo. Hace minutos, un técnico de seguridad nuclear argentino, de la CNEA, reporteado por un canal de Buenos Aires, minimizó el impacto de los reactores japoneses y dijo sin inmutarse que en Chernobyl murieron solamente 35 personas, cuando murieron miles trabajadores, bomberos y liquidadores, así llamados a los soldados soviéticos enviados a envolver el reactor fundido, y gran parte de la población evacuada transportaba la radiación que más tarde les provocaría la muerte. El hospital Garraham de Buenos Aires, fue uno de los tantos nosocomios que recibieron a niños de Ucrania con deformaciones y cáncer de tiroides, nacidos después del derretimiento del reactor de Chernobyl. Reina la hipocresía.

El desastre nuclear de Japón, en las centrales de Fukushima, seguramente reflotará la discusión internacional sobre la energía nucleoeléctrica, pero no evitará la indignación que producen informadores falaces, interesados, digitados por los señores del átomo, dedicados a cubrir el mundo de noticias adulteradas, mientras seres aterrados, azorados, deambulaban con la ridiculez de un barbijo insuficiente, la mirada perdida, resignados.
Las imágenes del reactor humeante aún no ha sido explicadas y menos sus efectos. El técnico nuclear oriental no se diferencia al de occidente. Ambos minimizan los eventos trágicos de la actividad nuclear, ocultan la gravedad del siniestro, niegan el impacto radiactivo, tal vez con el pretexto de aquel hallazgo de la segunda guerra mundial, el invento letal que nació como secreto de estado, creando artefactos de destrucción masiva y atemorizando al otro con armas de última generación.
El sentido del deber, del honor, del compromiso juramentado, conceptos rigurosamente éticos y solidarios del pueblo japonés son marcadamente opuestos a los que rigen la cultura occidental. Lamentablemente, en las cuestiones relacionadas con la fisión nuclear y la producción núcleoeléctrica, las diferencias entre ambas culturas son escasas o nulas. Las autoridades japonesas que regulan y dirigen esa industria manejan iguales códigos de ética y grados de corrupción que sus pares del otro hemisferio.
El volumen de los accidentes nucleares japoneses y la manera de engañar al pueblo con falsedades había producido un creciente malestar en la década del 90, con manifestantes y grupos de ambientalistas en las calles, por consiguiente el gobierno decidió realizar entonces una campaña para cambiar la imagen impopular de sus plantas nucleares. Crearon un dibujo al que llamaron Pluto Boy; el monigote televisivo anunciaba que “el plutonio es lo suficientemente seguro como para beberlo” y abundaba en otras consideraciones de igual o peor laya, con el lema“tan seguro como el agua”. El escándalo internacional que esto produjo, las denuncias de los organismos internacionales que manejan el poder nuclear, departamentos de estado e instituciones de energía de países del primer mundo, no pudieron impedir que el muñeco animado apareciera diariamente en los televisores japoneses para calmar a una población movilizada, a pesar de que algunos funcionarios del organismo mundial rector en la energía nuclear (Agencia Internacional para la Energía Atómica -AIEA) viajaran expresamente hasta Tokio para exigir el cese de la campaña del patético Pluto Boy.
Es probable que el colapso de las plantas nucleares de Fukushima, luego del terremoto y del Tsunami, sean las de mayor gravedad después de la fusión del reactor de Chernobyl, pero para sus autoridades tal preocupación no existía hasta ayer cuando afirmaban que“la radiación emitida es fácilmente asimilable por el cuerpo y sin riesgos mayores”.
Hay que tener coraje para admitir semejante aseveración mientras las agencias de noticias y filmaciones del país damnificado, hacían referencia a trabajadores heridos y contaminados, primero tres, enseguida quince y más tarde el silencio. Tan pronto había cien mil desaparecidos por el devastador terremoto como poco después las cifras bajaron a diez mil, como si alguien hubiera borrado por error un cero.
El humo del reactor de Fukushima asciende después de una fuerte explosión que recorrió los ojos del mundo pero para los funcionarios atómicos se trataba de vapor que deliberadamente habían liberado para mitigar la alta presión y reducir los cientos de miles de grados centígrados de temperatura de la fisión nuclear, la cobertura de la planta había perdido parte del techo y uno de los muros, decenas de personas comenzaban a ser evacuadas, y enseguida fueron miles los desplazados, pero seguíamos ignorando qué produjo la explosión y su impacto real. Muy pronto sumaban cinco los reactores en peligro de fusionarse, pero la decisión de cerrarlos, “fue por precaución” (se dijo), aunque los bomberos, la policía y los trabajadores, operaban a distancia y cada vez eran más las personas irradiadas.
Horas después le tocaba ser noticia al reactor número tres del complejo nuclear de Fukushima Daiichi debido a una explosión de hidrógeno, menguada por el portavoz del gobierno con el consabido “no se ha dañado el reactor”, pero “es posible que se haya producido una fuga radiactiva,” se animó a admitir. La estupidez del especialista que acierta decir que no quedó afectado el reactor (cosa que asegura) y al mismo tiempo duda de la emisión radiactiva, tarea mucho más fácil de comprobar, con solo acercar un medidor de radiación. Mentir y ocultar es la característica que rige el ámbito de la energía atómica. No escuchamos a medio alguno, ni a funcionario del gobierno japonés, mencionar el estado de los tambores con residuos radiactivos, contiguos a las plantas colapsadas.
En la estadística nuclear japonesa tenemos registrado el incidente del sismo de 2007 cuando la central de Kashiwazaki-Kariwa, con siete reactores, quedó fuera de servicio “momentáneamente por precaución”, según insistían los funcionarios que ocultaban una fuga radiactiva; la planta tardó cuatro años en volver a funcionar. Cerrada por precaución y tardaron cuatro años en rehabilitarla.
Japón tuvo en 1999 un siniestro nuclear grado 5 en la escala sismológica de Richter (de 1 a 7), en la instalación de Tokaimura , a solo 140 kilómetros de Tokio. No hubo terremoto ni tsunami, pero si errores técnicos y operativos manipulando uranio en contacto con ácido nítrico que provocaron una reacción nuclear incontrolada. Los elementos radiactivos impactaron en 30 operarios que recibieron dosis quince mil veces superiores a las admisibles pero sus efectos se propagaron al exterior obligando a evacuar a 300.000 habitantes en un radio de diez kilómetros. La investigación probó que no existía la tecnología adecuada y se canceló el servicio de la empresa que operaba la planta de reprocesado. En esas mismas instalaciones hubo graves accidentes en 1995 y 1997, pero la lista incluye muchos otros como el de Tsuruga en 1995 donde se irradiaron más de 250 personas mientras se reparaba la central. A partir de ese año, hay un calendario negro de accidentes e incidentes de plantas nucleares japonesas emitiendo fugas radiactivas y, curiosamente, se produjeron muchas de ellas sin la participación de los recurrentes terremotos que padece la isla.
A partir de la crisis del petróleo en los años setenta, Japón decidió desarrollar la energía nuclear. Al depender también del uranio, Japón recurre al reprocesamiento para recuperar el plutonio y el uranio quemado de sus reactores. Sus barcos desfilan transportando los residuos radiactivos de fisión para que Francia o Inglaterra se los devuelvan convertidos en nuevo combustible para sus reactores. El transporte de estos elementos radiactivos significa un cuadro sumamente crítico de una actividad que pone en peligro al resto de la humanidad y hace que numerosos movimientos sociales y ecologistas se movilicen intentando bloquear los envíos. Lo que en realidad hace Japón es sembrar la isla de bombas atómicas, expuestas a ser detonadas por algún Tsunami o por la mano desprevenida de algún técnico que omitió vigilar alguna válvula, porque con la energía nuclear no existe umbral seguro. La radiación es sutil, acumulativa, cancerígena y altera las células de información genética, produce mutaciones y, en este marco, los barones nucleares instalaron un gran patíbulo alrededor del mundo sembrándolo de cilindros y bóvedas radiactivas que al caducar su vida útil se convierten en sepulcros de desechos nucleares, en el mejor de los casos, ya que los reactores fueron previamente desarmados pero la radiación continuará por milenios en los residuos radiactivos almacenados.


Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH) Sistemas Ecológicos Patagónicos (SEPA)
Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE), Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC). Teléfono 1567485340 www.renace.net

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Crisis nuclear en Japón: hubo otra explosión en la central de Fukushima

Afectó el reactor número 2 y esta vez resultó dañado el recinto de confinamiento, diseñado para prevenir fugas. La radiactividad ya fue detectada en Ibaraki, a 100 km de Tokio. Francia asegura que la situación es más grave de lo que admite Jap

Mientras las autoridades japonesas tratan de minimizar la grave situación de las plantas nucleares tras el impacto del terremoto y el tsunami del viernes pasado, el presidente de la Autoridad de la Seguridad Nuclear (ASN) de Francia, André Claude Lacoste, advirtió que la crisis es más grave de lo que admite Tokio.
"Tengo la sensación de que estamos al menos al nivel 5 y quizá a nivel 6" por lo que se ha sobrepasado el nivel de la central estadounidense de "Three Mile Island sin llegar al del Chernobil" (que llegó a nivel 7 y fue el peor de la historia atómica a nivel mundial), indicó Lacoste. Es más, advirtió que no se puede "excluir" que se alcance el escalón máximo de catástrofe.
El experto francés en seguridad atómica aseguró que "no hay duda de que se ha producido un principio de fusión del núcleo de los reactores 1 y 3 de la central" de Fukushima, y también del número 2, y vaticinó que "estamos al principio de una crisis que podría durar semanas".
La ASN agregó en un comunicado que "globalmente, los desechos radioactivos en el entorno son importantes", tras el terremoto y el posterior tsunami que ha sufrido Japón y que ha tenido "consecuencias sobre una decena de reactores nucleares". "En función del avance de la fusión del núcleo (...) las emisiones radioactivas pueden volverse mucho más importantes", explica el organismo.
La ASN francesa recordó que las autoridades japonesas han ordenado la evacuación de la población en un radio de 20 kilómetros alrededor de la central, pero señaló que es necesario tomar "medidas a largo plazo" para "proteger a la población y el medioambiente en la zona afectada".
Por otro lado, Lacoste señaló que "es extraordinariamente difícil imaginar lo mismo en Francia", país que cuenta con 58 reactores nucleares, es decir, tres más que Japón.

Una nueva explosión
Hoy se produjo una explosión en el reactor 2 de la central nuclear Fukushima 1. La información fue confirmada por el gobierno y la empresa que la gestiona.
"Hubo una gran explosión", después de las 6am (hora local) en el reactor 2, declaró un portavoz de Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía eléctrica que administra la central. La compañía evacuó a parte de su personal del reactor donde se produjo una explosión, mientras que los empleados a cargo de bombear el agua para enfriar el reactor continúan en el lugar.
En tanto, un portavoz del gobierno, Yukio Edano, informó que la piscina de condensación del recinto de confinamiento había resultado dañada. Se trata de la parte inferior del recinto de confinamiento que sirve para enfriar el reactor y controlar la presión dentro del recinto.
Otros dos reactores de esta central fueron afectados por sendas explosiones, el sábado y el lunes. En ambos casos, la deflagración, debida al hidrógeno, daño o destruyó la estructura externa del reactor, pero sin afectar el núcleo de la instalación, según el gobierno.
Por otro lado, la agencia de prensa Kyodo informó que una tasa de radiactividad superior a lo normal fue medida en la prefectura de Ibaraki, situada entre la de Fukushima y la de Tokio. Con 35 millones de habitantes, la megalópolis de Tokio representa la aglomeración urbana más poblada del mundo.

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Ya detectan contaminación por radiactividad en Japón y crece el peligro nuclear


Los afectados son 17 militares estadounidenses que realizaban tareas de asistencia. Por ese motivo, el Pentágono ordenó alejarse de la costa a los barcos de la Séptima Flota. Vuelve a haber problemas con un reactor en la central de Fukushima.

La situación en Japón comenzó a tener ribetes más dramáticos en las últimas horas a raíz del peligro nuclear. El Pentágono informó que 17 militares estadounidenses, que realizaban tareas de asistencia en la costa japonesa, dieron positivo a “bajos niveles” de radiactividad.
 
Los afectados son las tres tripulaciones de los helicópteros que estaban realizando tareas de socorro cerca de la zona de Sendai. La radiactividad fue detectada con los instrumentos con los que se suelen hacer los análisis de contaminación como medida cautelar.
 
Los militares, según voceros de la Marina norteamericana, se encuentran en buen estado y al tratarse de un nivel mínimo de contaminación el personal afectado pudo eliminar la radiactividad con agua y jabón.
 
Sin embargo, el Pentágono tomó medidas más drásticas. Ordenó a la Séptima Flota mover sus buques y portaaviones lejos de la zona de la planta de energía nuclear de Fukushima, la más afectada.
 
A todo esto, hoy se supo que las barras de combustible del reactor 2 de la central nuclear de Fukushima quedaron "totalmente expuestas" tras un nuevo descenso del nivel de agua de enfriamiento, lo que hace temer una fusión parcial, según admitió la compañía Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la central.
 
La presión del aire en el interior del reactor 2 de la central Fukushima-1, ubicada a 250 km al norte de Tokio, aumentó súbitamente cuando la válvula de regulación del aire fue cerrada accidentalmente, dijo la cadena pública de información NHK.
 
Posteriormente los niveles de agua se recuperaron hasta cubrir 30 centímetros en la parte inferior de las barras. El portavoz del Gobierno, Yukio Edano, señaló que ya se está inyectando de nuevo agua marina en el reactor.
 
Según la televisión nacional NHK, que cita fuentes de TEPCO, alrededor del lugar se ha detectado radiactividad, aunque no se han precisado los niveles.


Japón pide ayuda a la Agencia Internacional de Energía Atómica

Ante el agravamiento de la situación, las autoridades japonesas decidieron pedir oficialmente a la Agencia Internacional de Energía ATÓMICA (AIEA) que envíe un equipo de expertos para ayudar en la actual crisis nuclear.
El director general de ese organismo de la ONU, Yukiya Amano, confirmó la información: "Hoy, el gobierno de Japón pidió a la agencia que envíe misiones de expertos. Estamos discutiendo los detalles".
Amano no quiso dar mayores detalles sobre lo que está sucediendo en las plantas nucleares japonesas, aunque trató de llevar tranquilidad al señalar que "lLas corazas de seguridad aguantaron y la emisión de radiactividad es limitada".
La AIEA hizo una oferta formal al gobierno nipón inmediatamente después del sismo del viernes pasado y el tsunami que provocaron graves daños en la central nuclear de Fukushima 1, a 250 km al noreste de Tokio, pero hasta ahora no se habían concretado las negociaciones.

Qué ocurre dentro de la planta que tiene en vilo a Japón


Por el accidente en la planta de Fukushima no logran enfriar los reactores. Si sus núcleos siguen recalentándose, podría derretirse el combustible nuclear y fundirse con su contenedor de acero y las radiaciones escaparían envenenando todo.

La planta Daiichi de Fukushima que tiene en vilo a Japón y al mundo tiene seis reactores nucleares. Tres de ellos estaban fuera de funcionamiento el día del terremoto por mantenimiento. Los otros tres se apagaron dos minutos después del terremoto.
De los tres reactores fue el número 1 el que sufrió primero las consecuencias del terremoto del viernes 11 de marzo. El sábado falló el 3.
El reactor 1 que equipa Fukushima se conoce como BWR, que traducido del inglés significa "agua hirviente". En esta usina el centenar de elementos combustibles atómicos (barras de uranio enriquecido) está encerrado dentro de un contenedor lleno de agua, que cumple la misión de refrigerar el núcleo y moderar la reacción nuclear. En esa "caldera atómica", el agua entra en ebullición y produce el vapor que moverá una turbina acoplada a un generador de electricidad. Luego, el vapor producido por la "caldera atómica" es reinyectado al interior del reactor tras volver a estado líquido para cumplir con su misión de enfriamiento. Allí es donde en apariencia se produjo la falla que puso al mundo en alerta.
Con el temblor, las centrales fueron desactivadas automáticamente. Pero, a diferencia de las usinas convencionales, los reactores requieren ser enfriados durante algunos días para evitar, precisamente, que se funda el núcleo. Un "apagón" en la planta, producida por el terremoto, impidió operar motores, válvulas e instrumentos que controlan los sistemas refrigerantes en el interior del núcleo.
Sin sistema de frío que lo controle, el núcleo se recalienta y puede generar un derretimiento del combustible nuclear que se funde con el tacho de acero que lo alberga. En esas circunstancias las radiaciones escapan a la atmósfera y envenenan lo que encuentran al paso. Lo mismo podría ocurrir en el reactor 3.
"El riesgo de un derretimiento se vuelve una realidad", estimaron especialistas brasileños y argentinos consultados por Clarín. Fue lo que ocurrió en Chernobyl.
Si bien es cierto que la "olla nuclear" está dentro de un contenedor de acero, de forma cilíndrica que su vez es protegido por un edificio de concreto, no es posible descartar una "crisis nuclear": el núcleo podría alcanzar temperaturas tan elevadas que la masa derretida se funda al contenedor y de allí trasvase al exterior. De eso se trata cuando se habla de "fusión del núcleo" del reactor.
Por el aumento de la presión en el interior de la central, que duplicó el estándar permitido, los operadores de Fukushima decidieron liberar vapor al exterior. Pero como no lograron controlar el exceso de calentamiento del núcleo, inyectaron agua de mar en el edificio con ácido bórico en su lucha por bajarle la temperatura a la central e inhibir la reacción nuclear.
Con la liberación de vapor a la atmósfera necesariamente hay una contaminación radiactiva a la que quedan expuestos los habitantes de la zona. Es lo que le ha ocurrido a al menos 160 personas.
Según la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón, el accidente en Fukushima alcanzó el grado 4 y sólo fue superado por el de la planta ucraniana de Chernobyl (nivel 7) y el de Three Mile Island, EE.UU., en 1979 (nivel 5).

Clarin.com

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