El mito de la superpoblación


Iñigo Antepara 

T. Malthus quedó preocupado por los capítulos sobre la población de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith y por la ley de los rendimientos decrecientes expuesta por Turgot. Sus dudas le movieron a escribir el Ensayo sobre la población, en el que sostuvo que, mientras que los medios de subsistencia tendían a crecer linealmente, la población crecía exponencialmente, es decir, mucho más rápidamente. La condición de pobre se adquiría por naturaleza, y por tanto Malthus deseaba que aceptaran su prescindibilidad (al contrario que los ricos), y si no controlaban su natalidad, que los gobiernos pusieran otros medios (favorecer las epidemias, el hambre y las guerras). Entre otros cambios en la agricultura, la revolución verde parecía contradecir sus tesis.

Desde entonces hasta nuestros días, esta idea ha tenido idas y venidas de lo más dispar, y no únicamente de los intentos de “mejorar la raza” de la extrema derecha: desde la política de control de natalidad del comunismo chino, pasando por campañas de esterilización en numerosos países, hasta la versión más edulcorada que también hoy día tiene cierto peso dentro del ambientalismo (incluso argumento en pro de reducir la inmigración en Inglaterra o EEUU). En parte se puede deber a una lectura excesivamente simplificada de la ecuación del impacto ambiental; I=PAT (Impacto = Población*Bienes consumidos*Impacto de cada bien). Se da a entender que el impacto de todas las personas es igual, lo cual no se corresponde con la realidad.

Afortunadamente, instituciones como el LSHTM evitan análisis tan simplistas en estudios como su recientemente publicado “El peso de las naciones: Una estimación de la biomasa humana adulta”. Muy resumidamente, a Estados Unidos (5% de la población mundial) le corresponde casi un tercio del peso mundial debido a la obesidad. En contraste, Asia es hogar del 61 por ciento de la población mundial, pero solo representa 13 por ciento del peso de los habitantes del planeta. Así que a la hora de calcular el impacto, todo individuo no tiene el mismo “peso” (ni fisiológicamente, ni a la hora de ponderar)

Según la organización GRAIN (www.grain.org), el sistema alimentario es responsable del 44 a 57% de las emisiones globales de gases invernadero (11 - 15% actividades agrícolas, desmonte y la deforestación 15 - 18%,  procesamiento, empaque y transporte de alimentos provoca: 15 a 20%, y descomposición de las basuras orgánicas: 3 - 4%). Entre 1980 y 2005, el África Sub-Sahariana fue responsable del 18.5% de crecimiento de la población mundial y únicamente del 2.4% del crecimiento de emisiones de CO2. EEUU, responsable del 4% de crecimiento de la población, sin embargo aumentó un 14% sus emisiones (journal Environment and Urbanization). Con los consumo de agua se pueden obtener datos igualmente desiguales.

Evidentemente, la tierra no puede albergar un número infinito de personas. Pero sin desastre de por medio, como las variaciones de población son muy inerciales (no es fácil hacer que disminuya o aumente), se afirma con bajos índices de error que este siglo llegará a un máximo de 10.000 millones.

A la pregunta de si el mundo podrá alimentar a tanta gente, hay que responder que el hambre hoy no es un problema de superpoblación, es un problema político, de reparto. Y no importa cuánta comida se produce, cuánto se reduce la natalidad, o cuánto disminuye la población, siempre habrá gente que se muera de hambre. Como dato, se estima que en Europa se tira la mitad de la comida que se compra. Tal es así que la Eurocámara ha decidido tomar cartas en el asunto.

La biocapacidad disponible son 1.90 hag per-cápita (World Wild Fund 1999). Sin embargo en Euskadi consumimos 2,76 hag por encima de esa cantidad, según IHOBE (2005). Es decir, CON EL NIVEL DE CONSUMO ACTUAL hay biocapacidad en Euskadi para 1 millón de vascos. ¿El millón y medio de vascos restante sobra? ¿Tiene que emigrar? ¿O reducimos nuestra enorme huella ecológica?
Alicia Puleo recientemente criticaba el ecologismo neoconservador, a cuenta de la nueva ley de aborto y los argumentos, como la “santidad de la vida” que se han usado. Una parte del ecologismo también es neomalthusiano. Alicia apelaba a construir un ecofeminismo alejado del ecologismo neoconservador, creo que lo mismo se puede aplicar al tema de la superpoblación; un ecofeminismo tampoco neomalthusiano, pero responsable con la natalidad.

Porque… ¿sobra gente o sobran gordos? ¿Quién causa la crisis ambiental, los 7000 millones de habitantes actuales de la tierra o el 1% que más consume?

Fuente: Desazkunde y Gasteiz en Transición- Revista Ahots Kooperatibista nº33

Entradas populares de este blog

Científicos declaran oficialmente el fluoruro (flúor) como una neurotoxina

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Japón decidió deshacerse de todos los hornos de microondas en el país antes de finales de este año