La sociedad de consumo



Jaime Richart

Los poderes públicos y los mismos partidos políticos, también nos engañan en esto. No digo que no incluyan aspectos asistenciales, pero principalmente piensan en el consumo y más consumo cuando hablan del Estado del Bienestar...
Y llamar bienestar al consumo y sociedad de bienestar a la sociedad cuya meta ha sido y es consumir, y vicarias otras finalidades culturales, es por sí mismo una aberración del espíritu colectivo que acarrea, como se ve, graves consecuencias para la salud psicológica y mental incompatible con el bienestar vermadero.
Sabemos positivamente quiénes son los culpables de este desaguisado, y desde luego no es el grueso de la sociedad. Pero la causa de la causa de este despropósito no está en la ausencia de una pedagogía general de moderación por parte de los responsables públicos, sino en el atizamiento e incitación al consumo por parte de los políticos, de los economistas, de los publicitarios y de los bancos que sólo ven “salida” a través de más consumo.
Por eso digo que una sociedad que basa su tono vital, su felicidad o su ánimo en el gasto y en el consumo elevado al cubo, por un lado; que no resiste, puestos a precisar, la sobriedad y la contenciòn y que no advierte que todo eso ocurre precisamente en tiempos en que el planeta está sobrado de hybris, de desmesura, y falto de refreno del hedonismo (un planeta, por cierto, saturado de desperdicios, de contaminación y de desechos eternos e indestructibles... Esa sociedad, digo, es por definición una sociedad decadente que merece autodestruirse.
Esto es válido para todas las comunidades humanas que gravitan en torno al eje de la economía capitalista, financiera y por ende de consumo. Pero es especialmente grave en la sociedad española en general, tan dada a los excesos tras la represión y restricciones de la dictadura; excesos que inmediatamente fueron reemplazados por comportamientos desbocados en todos los órdenes al ser espoleados los “consumidores” justamente por los poderes públicos… a consumir cada vez más.
En el orden moral, porque aquella moral infumable e insoportanle durante cuarenta y cinco años atrás, no fue reemplazada por otra moral o pautas sociales que aglutinasen la libertad combinada con los valores de la contención voluntaria. En el orden político, porque enseguida muchos vieron la política como otro espacio a conquistar en provecho personal y del clan. En el orden económico, porque es justo el “consumo” sin más límites que la carencia de recursos económicos, el único remedio que ven para salir de la crisis.
Quien atribuya estas reflexiones a una timorata moralina, se equivoca. Está demostrado sociológicamente que una sociedad que desdeña hasta la neurastenia el ahorro y la templanza y tampoco quiere la guerra, es una sociedad abocada al fracaso colectivo a plazos. Y eso es lo que ha sucedido a este país que ha vivido durante décadas, más con la filosofía de la cigarra cantora de la fábula que con el espíritu de la hormiga previsora. Empezando por toda esa enorme porción de advenedizos cuyo riesgo (que es lo que, en la nomenclatura capitalista, justifica el beneficio) fue nulo porque recibieron millones por la cara; en otros casos cuyo esfuerzo se redujo a construir desquiciadamente millones de viviendas sin medir las consecuencias ni su necesidad; y en otros, cuyas únicas miras fueron el puro y duro expolio, el saqueo y el latrocinio fácil de las arcas públicas. Y todos, sin haber sido forzados por el poder judicial a restituir ni una sola moneda pese a dilatadísimos procesos que dan lugar a la prescripción de los delitos o de la acción penal.
Esta sociedad de consumo, que no de bienestar, debe liquidarse para dar paso a otra que recobre los valores éticos del pensamiento ático en los que “el consumo” es un mero accidente y no el fin económico para lograr el bienestar general antes llamado bien común...
(especial para ARGENPRESS.info)
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Manifiesto de la 21ª Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Economía Feminista


El manifiesto está firmado por 160 economistas feministas de todo el mundo y plantea los puntos de encuentro ante esta crisis global.

Nosotras, economistas feministas reunidas en Barcelona en ocasión de la 21º Conferencia Anual de la Asociación Internacional de Economía Feminista (IAFFE), considerando que en las últimas décadas el neoliberalismo ha producido múltiples crisis en distintos lugares del mundo y que esta crisis global que se mueve de la periferia al centro está ahora golpeando a Europa, manifestamos que:
Las propuestas que avanzan para la Eurozona se basan en la disminución de los salarios, la erosión de los derechos laborales y el bienestar y los recortes sociales, con el pretexto de mejorar la competitividad, controlar la inflación y reducir la deuda pública. Pero en realidad, estas propuestas son un ataque clasista directo y agresivo a las condiciones de vida de la mayoría de las mujeres, varones, niñas y niños.
Rechazamos tanto las explicaciones dominantes actuales de la crisis global como las políticas propuestas para superarla.
Rechazamos las estrategias económicas que siguen sesgando la distribución de los ingresos y la riqueza en favor del sector financiero y de los grandes capitales, a la vez que privan a las personas de los cuidados necesarios y los medios necesarios para llevar adelante una vida sostenible.
Rechazamos un sistema económico que explota el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de las mujeres para sostener el funcionamiento del sistema económico, confiando en ellas para absorber los dramáticos costos de la crisis.
Creemos que la solución a la crisis actual requiere de acciones inmediatas para controlar los mercados financieros, restaurar y ampliar el gasto social con el fin de asegurar las condiciones de vida, establecer impuestos progresivos e implementar una política monetaria no deflacionista,
Urge también que el cuidado del medio ambiente y el cuidado de las personas se convierta en una responsabilidad social y pública.
Creemos que la crisis actual es el resultado de conflictos estructurales en la producción, la distribución y la reproducción social. El desafío es abordar estos conflictos de manera profundamente transformadora, para que la economía no siga estando al servicio de quienes se apropian de los beneficios y de la renta financiera, sino puesta al servicio de una vida buena y sostenible para todas y todos.

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