Egipto: El delta del Nilo a punto de desaparecer bajo el mar

Por Cam McGrath

Alcanza con una leve cobertura de agua salada para que la tierra se vuelva estéril, por lo que Mohammad Saeed vigila de cerca el mar, que avanza año tras año hacia su predio de dos hectáreas, en el norte de Egipto. El joven agricultor, cuyo campo de tréboles se extiende a apenas 400 metros de la costa, cerca de la ciudad de El Rashid, admite que falta menos de una década para que su terreno quede totalmente sumergido. Pero incluso antes de que eso ocurra, sus cultivos se marchitarán y morirán a medida que el agua de mar se infiltre en el acuífero local. El proceso ya empezó, dice, tomando un puñado de suelo blanquecino. “La tierra se ha enfermado. El suelo se ha vuelto salino, el agua para la irrigación también, y tenemos que usar muchos fertilizantes para cultivar cualquier cosa”, explica.
El delta del Nilo se extiende a lo largo de 25.000 kilómetros. Es una zona densamente poblada, con 40 millones de habitantes, y se considera el granero de Egipto porque representa dos tercios de la producción agrícola del país. En su flanco norte, de 240 kilómetros entre Alejandría y Port Said, es una de las franjas costeras más vulnerables del mundo, pues enfrenta la triple amenaza de la erosión costera, la infiltración del agua salada y el aumento del nivel del mar.
Según Jaled Ouda, geólogo de la Universidad de Assiut, un aumento de 30 centímetros en el nivel del mar inundaría 6.000 kilómetros cuadrados del delta del Nilo. Las inundaciones crearían islas a partir de 2.000 kilómetros cuadrados adicionales de tierra elevada, aislando ciudades, carreteras, cultivos y plantas industriales. “Se prevé que el (área) total (del delta) que resulte impactada por un aumento de un metro en el nivel del mar este siglo será de 8.033 kilómetros cuadrados, que es casi 33 por ciento del área total del delta del Nilo”, dijo Ouda a IPS.
En un informe divulgado en septiembre, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) pronosticó un aumento del nivel del mar de entre 28 y 98 centímetros para 2100, más del doble de sus proyecciones de 2007. Incluso según las estimaciones más conservadoras, esto destruiría 12,5 por ciento de las áreas cultivadas de Egipto y desplazaría a alrededor de ocho millones de personas, o casi 10 por ciento de la población total, de algo más de 83 millones.
Pero no es solo el aumento del nivel del mar lo que amenaza la costa norte de Egipto: el delta mismo se está hundiendo. Antes de construir la represa de Asuán, en los años 60, más de 120 millones de toneladas de cieno arrasaron cada año con el Nilo y se acumularon en su delta. Sin este flujo anual de cieno para volver a llenarlo, el delta se está reduciendo. En algunos lugares, la franja costera se está retirando incluso 175 metros al año.
El gobierno egipcio ha intentado enlentecer el avance del mar construyendo una serie de rompeolas y diques de tierra a lo largo de la costa norte y sus cursos de agua. Pilas de bloques de concreto ayudan a reducir la erosión costera, pero sin nueva sedimentación la tierra del delta se ha compactado, y miles de hectáreas ahora se extienden al nivel del mar. “Usted puede construir todas las murallas que quiera, pero eso no impedirá que el agua de mar avance subterráneamente”, dice Osman El-Rayis, profesor de química en la Universidad de Alejandría.
“El agua salada pudre los cultivos desde abajo, matando las raíces de las plantas y dejando atrás las sales (al evaporarse) que vuelven estéril al suelo”, agrega.
El-Rayis advierte que el subestrato del delta se vuelve más poroso, que el agua de mar ha empezado a infiltrar el acuífero del delta del Nilo, una fuente vital de agua subterránea que ocupa 2,5 millones de hectáreas. El agua salada siempre fue una amenaza para la tierra agrícola, pero la salinidad se mantuvo tradicionalmente a raya gracias a un flujo estable de agua dulce que cubría el suelo y expulsaba la sal.
Al expandirse la población de Egipto, aumentó la demanda corriente aguas arriba, reduciendo la cantidad de agua del Nilo que llega al delta. Actualmente, la poca agua que fluye está llena de líquidos residuales y toxinas industriales.
Enfrentados al aumento del nivel del agua y a la mayor salinidad, muchos agricultores han abandonado sus terrenos o se han pasado a la acuicultura. Otros han recurrido a agregar arena o tierra a sus huertos para mantenerlos por encima del agua salada. Así lo explica el agricultor Saeed, quien sin embargo señala que “es difícil cultivar cualquier cosa sobre la arena, así que los agricultores usan muchos fertilizantes”.
La arena se toma de las dunas que bordean buena parte de la costa norte de Egipto, y actúan como barreras naturales contra el avance del mar. El saqueo de estas dunas para obtener materiales para la construcción ha vuelto al delta del Nilo más vulnerable a un aumento del nivel del mar. Científicos han propuesto medidas para proteger las tierras bajas del delta de la incursión del mar.
Sostienen que la prioridad es reducir la erosión de las playas preservando defensas costeras naturales como las dunas, al tiempo de construir malecones a lo largo de los 240 kilómetros de costa que sean suficientemente fuertes para mantener a raya al mar Mediterráneo. “Estas murallas se construirán de frente al mar, en lugares ubicados a lo largo de la playa donde se registran áreas más bajas”, explica Ouda.
Según él, para que estas barreras sean efectivas, deben incluir una subestructura impermeable que se extienda entre tres y 13 metros bajo el nivel del mar, y que impida que el agua marina se infiltre en los acuíferos de agua dulce.
La tarea es tan formidable como el costo esperado. Una propuesta presentada por el ingeniero egipcio Mamdouh Hamza situó la inversión en 3.000 millones de dólares. El plan prevé construir una muralla de concreto a lo largo de toda la franja costera del delta y bordearlo con un diafragma de plástico para impedir fugas de agua salada.
Ouda dice que el megaproyecto será redituable porque salva las tierras del delta del Nilo, pero es improbable que atraiga el capital necesario. Él duda que el gobierno egipcio, escaso de fondos, pueda cubrir los costos, mientras que la comunidad internacional parece no estar dispuesta a contribuir al salvataje.
“El proyecto de establecer las murallas costeras es un proyecto de servicio… sin fines de lucro y, por lo tanto, usted no hallará un financiador para este proyecto entre empresas o gobiernos extranjeros”, destaca Ouda. Como algunos sostienen que las naciones de Occidente son las principales responsables del cambio climático, sus gobiernos deberían hacerse cargo de lo que les ocurre a los países en desarrollo, que son los más perjudicados por sus consecuencias, plantean los especialistas y afectados locales.

IPS

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