Es importante que el cambio se haga desde la alegría
Julio Rojo - Diagonal
Desde 2002 ‘Opcions’ ayuda a cuestionar los hábitos de consumo. Hablamos con uno de sus redactores.
DIAGONAL: ¿Cómo se puede consumir de forma consciente y no sentirse culpable las 24 horas?
Álvaro Porro: El consumo consciente y transformador, ha de tener cuidado con los planteamientos de culpabilidad. La contradicción forma parte de nosotros, pero nos genera malestar y por eso nos activamos: se convierte en motor de cambio, de experimentación y transformación. Nos ayuda a detectar aquellas cosas que podemos cuestionarnos. Pero si nos lleva a sentirnos culpables se genera un sentimiento de angustia que provoca la búsqueda de un alivio rápido a esa culpabilidad, que es más un lastre que un activador.
Por otro lado, consumimos a todas horas y no se puede estar siempre pensando todo lo que haces, por eso podemos empezar por aquello que más nos motive, que tengamos un mayor acceso a alternativas, descubrir nuevas formas de vida que nos proporcionen más bienestar. Eso sí, replanteándonos la idea de bienestar como consumo material: el lema “consumir menos para vivir mejor” da en el clavo. Desde una perspectiva ecológica, la alimentación, el transporte, el uso energético en el hogar y la construcción de la vivienda representan el 70 u 80% de la huella ecológica que tiene nuestro consumo, esto puede darnos pistas.
D: Pero no todo el mundo entiende esto del consumo consciente. ¿Cómo practicarlo sin sentirse como un bicho raro?
A.P: A nosotros no nos gusta ir de predicadores, intentar convencer a alguien de algo que no le interesa es bastante complicado. Hay que hacer las cosas como a ti te gusta, y si les interesa a los demás ya se acercarán.
Sacar el dedo acusador, sobre todo en temas de consumo, no ayuda a generarte un entorno más afín. Podemos buscar ‘círculos virtuosos’: si te interesa trabajar tu alimentación de otra manera, puedes encontrar cooperativas de consumo o huertos urbanos, espacios donde te pongan las cosas fáciles, porque hacer consumo consciente en un Carrefour es complicado.
D: ¿Qué relación tiene el consumo personal con los ámbitos de lucha colectivos?
A.P: Tratar de dar una respuesta individual a los problemas colectivos es un enfoque que no me gusta. Las pautas de consumo de millones de personas terminan generando, por ejemplo, que en 14 años la producción eléctrica en el Estado haya aumentado un 56%.
El tema es hasta qué punto se pueden conseguir cambios globales mediante decisiones individuales.
El CCT no puede desentenderse de los movimientos sociales y de sus luchas: si quieres que la movilidad sea sostenible no sólo hay que cambiar tus pautas de transporte, hay que hacer cambios fiscales en los combustibles, inversión en transporte público... Todo esto no se puede cambiar únicamente desde el consumo, necesitamos organizarnos y transformar estructuras.
Desde 2002 ‘Opcions’ ayuda a cuestionar los hábitos de consumo. Hablamos con uno de sus redactores.
DIAGONAL: ¿Cómo se puede consumir de forma consciente y no sentirse culpable las 24 horas?
Álvaro Porro: El consumo consciente y transformador, ha de tener cuidado con los planteamientos de culpabilidad. La contradicción forma parte de nosotros, pero nos genera malestar y por eso nos activamos: se convierte en motor de cambio, de experimentación y transformación. Nos ayuda a detectar aquellas cosas que podemos cuestionarnos. Pero si nos lleva a sentirnos culpables se genera un sentimiento de angustia que provoca la búsqueda de un alivio rápido a esa culpabilidad, que es más un lastre que un activador.
Por otro lado, consumimos a todas horas y no se puede estar siempre pensando todo lo que haces, por eso podemos empezar por aquello que más nos motive, que tengamos un mayor acceso a alternativas, descubrir nuevas formas de vida que nos proporcionen más bienestar. Eso sí, replanteándonos la idea de bienestar como consumo material: el lema “consumir menos para vivir mejor” da en el clavo. Desde una perspectiva ecológica, la alimentación, el transporte, el uso energético en el hogar y la construcción de la vivienda representan el 70 u 80% de la huella ecológica que tiene nuestro consumo, esto puede darnos pistas.
D: Pero no todo el mundo entiende esto del consumo consciente. ¿Cómo practicarlo sin sentirse como un bicho raro?
A.P: A nosotros no nos gusta ir de predicadores, intentar convencer a alguien de algo que no le interesa es bastante complicado. Hay que hacer las cosas como a ti te gusta, y si les interesa a los demás ya se acercarán.
Sacar el dedo acusador, sobre todo en temas de consumo, no ayuda a generarte un entorno más afín. Podemos buscar ‘círculos virtuosos’: si te interesa trabajar tu alimentación de otra manera, puedes encontrar cooperativas de consumo o huertos urbanos, espacios donde te pongan las cosas fáciles, porque hacer consumo consciente en un Carrefour es complicado.
D: ¿Qué relación tiene el consumo personal con los ámbitos de lucha colectivos?
A.P: Tratar de dar una respuesta individual a los problemas colectivos es un enfoque que no me gusta. Las pautas de consumo de millones de personas terminan generando, por ejemplo, que en 14 años la producción eléctrica en el Estado haya aumentado un 56%.
El tema es hasta qué punto se pueden conseguir cambios globales mediante decisiones individuales.
El CCT no puede desentenderse de los movimientos sociales y de sus luchas: si quieres que la movilidad sea sostenible no sólo hay que cambiar tus pautas de transporte, hay que hacer cambios fiscales en los combustibles, inversión en transporte público... Todo esto no se puede cambiar únicamente desde el consumo, necesitamos organizarnos y transformar estructuras.