Narcotizado, Yemen se mastica su futuro
Por Cam McGrath
SANA'A (IPS) - La capital de Yemen, Sana’a, tiene más de 2.500 años de antigüedad, lo que la hace una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo. Pero está viviendo tiempo prestado. Más de la mitad de los cuatro millones de habitantes que tendrá Sana’a en 2030 no contarán con alimentos suficientes, advierten economistas. Pero antes de que eso pase, la ciudad se quedará sin agua.
“Sana’a consume agua mucho más rápido que lo que la naturaleza la reemplaza”, dice el hidrólogo Noori Gamal, del Ministerio del Ambiente. “La napa freática se reduce seis metros por año. Para 2025, podría ser la primera capital del mundo en quedarse sin agua”.
Yemen es un país árido y su capital recibe apenas 20 centímetros de precipitaciones por año. Pero el clima no es la razón del veloz agotamiento de sus recursos hídricos subterráneos. La culpa es enteramente humana.
La obsesión por el qat (Catha edulis), una hierba cuyas hojas de sabor amargo liberan al masticarlas una sustancia similar a las anfetaminas, está arruinando la economía yemení y bebiéndose su preciosa agua.
Treinta años atrás, la masticación de hojas de qat era un pasatiempo ocasional. Hoy es parte esencial de la vida cotidiana en este empobrecido país árabe de 26 millones de habitantes: 70 por ciento de los hombres y un tercio de las mujeres la consumen habitualmente.
Se estima que cada día se gastan 20 millones de dólares en qat, y 80 millones de horas de trabajo se pierden por su consumo.
“El día entero gira en torno al qat”, dice a IPS el vendedor de cueros Ali Ayoub, que dedica a la masticación cuatro horas diarias. Pueden ser más si hay una boda u otra celebración. “A las dos de la tarde ya no encontrará a nadie trabajando. Todo el mundo se va temprano para comprar qat”.
Como muchos otros pobres, Ayoub gasta más dinero en la droga que en alimentos para su desnutrida familia. Él argumenta que el qat estimula la mente y ofrece un escape a la dura existencia yemení: pobreza absoluta, gran desempleo y enfrentamientos políticos.
“La gente dice que el qat es la raíz de los problemas de Yemen, pero es solo un síntoma”, añade.
A medida que crece la afición por el qat, los agricultores, atraídos por las ganancias que deja, abandonan los cultivos tradicionales de alimentos y de exportación. En 1997, había unas 80.000 hectáreas plantadas de qat. Para 2012 ya eran 250.000 hectáreas, según cifras oficiales.
La plantación de qat, que crece 10 por ciento al año, ha desplazado al trigo y al maíz, elevando los precios de los alimentos. Esto se vuelve contra los pobres, que constituyen 40 por ciento de la población.
"Para 2025, Sana'a podría ser la primera capital del mundo en quedarse sin agua". - Hidrólogo Noori Gamal
“Hasta la década de 1980, más de 90 por ciento de la producción de alimentos era local, pero, por culpa del qat, Yemen debe importar ahora 90 por ciento de sus alimentos”, dice Gamal a IPS.
Según su estimación, cada hectárea de qat consume 50 por ciento más agua que una hectárea de los cereales desplazados por la droga.
En general, los agricultores riegan los árboles de qat con agua bombeada de acuíferos que se cargaron con las lluvias ocasionales filtradas a través del suelo y la roca, durante miles de años.
Fuentes del gobierno estiman que los campos de qat absorbieron el año pasado más de 1.000 millones de metros cúbicos de agua, lo que representa un tercio de todo el consumo de recursos hídricos subterráneos.
Este país ya tiene una disponibilidad anual de agua por persona de las más bajas del mundo: 125 metros cúbicos, cuando el promedio mundial es de 7.500 metros cúbicos.
A menos que se tomen medidas drásticas, esta proporción caerá a 55 metros cúbicos por persona para 2030.
Una población con una disponibilidad anual de menos de 1.000 metros cúbicos por persona enfrenta escasez hídrica. Y un ser humano necesita 100 metros cúbicos de agua por año para sobrevivir.
Las autoridades sanitarias notan, además, un alarmante aumento de problemas de salud vinculados al qat. Un estudio de la Universidad de Adén encontró más de 100 tipos de plaguicidas en el cultivo. Se sabe que muchos de ellos ingresan al organismo de los bebés a través de la leche materna.
Según el Ministerio de Salud, un incremento de 70 por ciento de nuevos casos de cáncer es atribuible a plaguicidas cancerígenos que los cultivadores emplean para elevar la producción de qat.
Los tumores de boca y de garganta son generalizados, y superan con creces los promedios mundiales.
Nasser Al-Shamaa, secretario general de la no gubernamental Fundación Eradah por una Nación Libre de Qat, compara la masticación de esta droga con el tabaquismo. Mientras este hábito siga gozando de amplia aceptación social, será muy difícil afianzar las iniciativas de erradicación, sostiene.
Además, hay que pasar por encima de los obstáculos que oponen funcionarios de gobierno con intereses personales en la producción y distribución de qat, de las que obtienen dinero tanto sea cobrando impuestos como sobornos.
“Llevará tiempo cambiar las percepciones sobre el qat”, dice Al-Shamaa. “Pero tiempo es lo que no tenemos; se está destruyendo nuestro futuro”
El entretenimiento yemení de masticar la hoja estimulante del qat está cavando la tumba de este país. Crédito: Cam McGrath/IPS
SANA'A (IPS) - La capital de Yemen, Sana’a, tiene más de 2.500 años de antigüedad, lo que la hace una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo. Pero está viviendo tiempo prestado. Más de la mitad de los cuatro millones de habitantes que tendrá Sana’a en 2030 no contarán con alimentos suficientes, advierten economistas. Pero antes de que eso pase, la ciudad se quedará sin agua.
“Sana’a consume agua mucho más rápido que lo que la naturaleza la reemplaza”, dice el hidrólogo Noori Gamal, del Ministerio del Ambiente. “La napa freática se reduce seis metros por año. Para 2025, podría ser la primera capital del mundo en quedarse sin agua”.
Yemen es un país árido y su capital recibe apenas 20 centímetros de precipitaciones por año. Pero el clima no es la razón del veloz agotamiento de sus recursos hídricos subterráneos. La culpa es enteramente humana.
La obsesión por el qat (Catha edulis), una hierba cuyas hojas de sabor amargo liberan al masticarlas una sustancia similar a las anfetaminas, está arruinando la economía yemení y bebiéndose su preciosa agua.
Treinta años atrás, la masticación de hojas de qat era un pasatiempo ocasional. Hoy es parte esencial de la vida cotidiana en este empobrecido país árabe de 26 millones de habitantes: 70 por ciento de los hombres y un tercio de las mujeres la consumen habitualmente.
Se estima que cada día se gastan 20 millones de dólares en qat, y 80 millones de horas de trabajo se pierden por su consumo.
“El día entero gira en torno al qat”, dice a IPS el vendedor de cueros Ali Ayoub, que dedica a la masticación cuatro horas diarias. Pueden ser más si hay una boda u otra celebración. “A las dos de la tarde ya no encontrará a nadie trabajando. Todo el mundo se va temprano para comprar qat”.
Como muchos otros pobres, Ayoub gasta más dinero en la droga que en alimentos para su desnutrida familia. Él argumenta que el qat estimula la mente y ofrece un escape a la dura existencia yemení: pobreza absoluta, gran desempleo y enfrentamientos políticos.
“La gente dice que el qat es la raíz de los problemas de Yemen, pero es solo un síntoma”, añade.
A medida que crece la afición por el qat, los agricultores, atraídos por las ganancias que deja, abandonan los cultivos tradicionales de alimentos y de exportación. En 1997, había unas 80.000 hectáreas plantadas de qat. Para 2012 ya eran 250.000 hectáreas, según cifras oficiales.
La plantación de qat, que crece 10 por ciento al año, ha desplazado al trigo y al maíz, elevando los precios de los alimentos. Esto se vuelve contra los pobres, que constituyen 40 por ciento de la población.
"Para 2025, Sana'a podría ser la primera capital del mundo en quedarse sin agua". - Hidrólogo Noori Gamal
“Hasta la década de 1980, más de 90 por ciento de la producción de alimentos era local, pero, por culpa del qat, Yemen debe importar ahora 90 por ciento de sus alimentos”, dice Gamal a IPS.
Según su estimación, cada hectárea de qat consume 50 por ciento más agua que una hectárea de los cereales desplazados por la droga.
En general, los agricultores riegan los árboles de qat con agua bombeada de acuíferos que se cargaron con las lluvias ocasionales filtradas a través del suelo y la roca, durante miles de años.
Fuentes del gobierno estiman que los campos de qat absorbieron el año pasado más de 1.000 millones de metros cúbicos de agua, lo que representa un tercio de todo el consumo de recursos hídricos subterráneos.
Este país ya tiene una disponibilidad anual de agua por persona de las más bajas del mundo: 125 metros cúbicos, cuando el promedio mundial es de 7.500 metros cúbicos.
A menos que se tomen medidas drásticas, esta proporción caerá a 55 metros cúbicos por persona para 2030.
Una población con una disponibilidad anual de menos de 1.000 metros cúbicos por persona enfrenta escasez hídrica. Y un ser humano necesita 100 metros cúbicos de agua por año para sobrevivir.
Las autoridades sanitarias notan, además, un alarmante aumento de problemas de salud vinculados al qat. Un estudio de la Universidad de Adén encontró más de 100 tipos de plaguicidas en el cultivo. Se sabe que muchos de ellos ingresan al organismo de los bebés a través de la leche materna.
Según el Ministerio de Salud, un incremento de 70 por ciento de nuevos casos de cáncer es atribuible a plaguicidas cancerígenos que los cultivadores emplean para elevar la producción de qat.
Los tumores de boca y de garganta son generalizados, y superan con creces los promedios mundiales.
Nasser Al-Shamaa, secretario general de la no gubernamental Fundación Eradah por una Nación Libre de Qat, compara la masticación de esta droga con el tabaquismo. Mientras este hábito siga gozando de amplia aceptación social, será muy difícil afianzar las iniciativas de erradicación, sostiene.
Además, hay que pasar por encima de los obstáculos que oponen funcionarios de gobierno con intereses personales en la producción y distribución de qat, de las que obtienen dinero tanto sea cobrando impuestos como sobornos.
“Llevará tiempo cambiar las percepciones sobre el qat”, dice Al-Shamaa. “Pero tiempo es lo que no tenemos; se está destruyendo nuestro futuro”
El entretenimiento yemení de masticar la hoja estimulante del qat está cavando la tumba de este país. Crédito: Cam McGrath/IPS