Colapso climático, hídrico y energético: la necesidad de una transición ecosocial urgente en Ecuador

 

Desde agosto de 2024 Ecuador vive su peor crisis hídrica. La sequía, especialmente relevante en la región amazónica, está reduciendo el caudal de los ríos de los que dependen las principales centrales hidroeléctricas del país. Una matriz energética dependiente de la generación hidroeléctrica y una planificación de la gestión del agua y de la energía insostenible, ha provocado un déficit hídrico que ha repercutido en el acceso a la electricidad de la población y en toda la cadena productiva del país. Las poblaciones rurales de la Amazonía ecuatoriana se están viendo especialmente afectadas, por lo que hacen falta transformaciones profundas en el marco de una transición ecosocial justa.

Miriam Susana Vásquez Herrera
Jordi Besora Magem
Beatriz Felipe Pérez
Todas integrantes de Ingeniería Sin Fronteras. Beatriz Felipe es además integrante de CiCRA Justicia Ambiental

Como en todos los rincones del planeta, Ecuador también está sufriendo las consecuencias de la crisis climática que, en este caso, se están manifestando claramente mediante la falta de lluvias: las precipitaciones en los últimos meses han sido escasas. La información emitida por el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI), en su calidad de asesor técnico científico del Comité de Operaciones Especiales (COE), sobre el déficit hídrico y las proyecciones climáticas para los meses de septiembre, octubre y noviembre de 2024, visibiliza la notable disminución de precipitaciones en comparación con los valores históricos para esta época del año en varias regiones del país y resalta que estas condiciones anómalas están afectando de forma importante el balance hídrico y comprometiendo sectores clave como la agricultura, el abastecimiento de agua potable y la generación hidroeléctrica.
Hoy en día, la sequía generalizada, junto con el aumento de las temperaturas, la deforestación y otras formas de degradación ambiental, han influido en que desde inicios de 2024 se hayan producido más de 3.000 incendios en el país. Esto ha provocado la quema de casi 42.000 hectáreas de vegetación, la muerte de 45.000 cabezas de ganado, el fallecimiento de una persona y alrededor de 41 personas heridas.
El manejo insostenible de los recursos hídricos, sumado a la falta de mantenimiento preventivo de las estaciones hidroeléctricas y a la enorme dependencia hídrica de este tipo de megaproyectos ha traído consigo una crisis energética a nivel nacional. Teniendo en cuenta que la generación hidroeléctrica cubre alrededor del 70% de la demanda nacional de energía en Ecuador, el escenario actual de crisis climática y energética se está manifestando a través de cortes de energía desde el pasado 18 de septiembre. La electricidad está siendo racionada y, por lo tanto, la población ecuatoriana se están enfrentando a entre 6 y 12 horas de suspensión eléctrica. Hay previsiones de que los cortes duren hasta marzo de 2025 si la situación no mejora.
Ante este panorama, el 21 de septiembre el COE resolvió disponer a las entidades correspondientes la acogida y cumplimiento de las disposiciones de la Resolución Nro. 306-2024 de declaratoria de alerta roja nacional por déficit hídrico, incendios forestales y seguridad alimentaria en 20 de las 24 provincias del país. Actualmente, ya son 23 de las 24 provincias del país las que se encuentran en alerta roja. Galápagos es la única provincia que no lo está al no depender de la red nacional de electricidad.
La situación en la Amazonía ecuatoriana, una de las regiones más vulnerables a la crisis climática, es especialmente preocupante. En la región, donde además de los impactos climáticos, la deforestación, los cultivos intensivos y las industrias extractivas suponen una grave amenaza para las poblaciones locales y otras especies, las precipitaciones solían ser constantes y abundantes a lo largo del año, con un promedio de 3.000 mm de lluvia al año con un carácter bimodal, es decir, con máximos en los meses de marzo, mayo y junio. Los meses en los que solían ser menores eran diciembre, enero y agosto. Sin embargo, este panorama está cambiando. Los ríos y las vertientes se están secando, causando estragos para la población y especies protegidas, como los delfines rosados. La sequía está contribuyendo a la destrucción de la selva tropical más grande y biodiversa del mundo, con una importante función en la regulación del clima mundial.
En 2020, desde Ingeniería Sin Fronteras (ISF) publicábamos el “Estudio sobre el Cambio Climático en la Provincia de Orellana”. Este estudio tenía como objetivo la generación de un mayor conocimiento sobre el cambio climático y sus efectos concretos en esta provincia amazónica del país. Entre otros aspectos, este estudio concluía que, de acuerdo con el análisis de los datos disponibles y la percepción de la población, las temperaturas medias en la provincia mostraban una tendencia ascendente y que también había importantes variaciones en las precipitaciones.
Desde ISF colaboramos desde hace muchos años con las juntas de agua de las provincias amazónicas de Orellana y Sucumbíos. Las juntas de agua son organizaciones comunitarias sin fines de lucro que tienen la finalidad de proveer el servicio en zonas donde los municipios no pueden hacerlo. De acuerdo con las y los miembros de las Juntas de Agua, el panorama en la Amazonía ecuatoriana ha cambiado mucho debido a la crisis climática, a las prácticas agrícolas y ganaderas insostenibles y a los impactos de las industrias extractivas.
Los campesinos y campesinas de las juntas de agua de la Amazonía manifiestan que no llueve desde hace demasiado y, como consecuencia, sus vertientes de agua se están secando. En algunos sectores se está racionalizando el agua debido a la falta de recarga hídrica. Además, como la orografía del terreno hace que la mayoría de los sistemas de agua tengan que funcionar por impulsión, el fluido eléctrico juega un rol importante, por lo que el escenario actual de apagones diarios conlleva que los sistemas deban paralizar su trabajo en determinados momentos. Esto dificulta enormemente el abastecimiento del líquido vital a las familias beneficiarias.
Para hacer frente a nivel local a esta crisis, desde el Consorcio de Juntas de Agua de Sucumbíos, Napo y Orellana (agrupación de juntas de agua de estas regiones) se ha iniciado un diálogo con el Gobierno Provincial de Sucumbíos y la Asociación de Juntas de Agua Potable y Saneamiento La Belleza así como con el Gobierno Provincial de la provincia de Orellana para establecer alianzas público-comunitarias para trabajar con los usuarios y usuarias de las juntas de agua en campañas de reforestación especialmente de fuentes hídricas. Se trata de una estrategia local para mantener reservorios de agua.
Además de este tipo de estrategias locales, a nivel estatal es necesario incidir en el cambio de la matriz energética del país y transformarla teniendo en cuenta los impactos de la crisis climática que ya se están viviendo. También se han de implementar estrategias de adaptación en el marco de una transición ecosocial justa.Mov
La crisis hídrica y energética en Ecuador es un reflejo de los impactos crecientes de la crisis climática global. Las comunidades más vulnerables, como las poblaciones rurales de la Amazonía, están pagando el precio de décadas de manejo insostenible de los recursos y la dependencia de un sistema energético insostenible que no se adapta a las nuevas realidades climáticas. El país necesita urgentemente una transición ecosocial que no solo atienda la crisis actual, sino que también siente las bases para un futuro más resiliente, equitativo y justo, en el que tanto el agua como la energía sean accesibles para todas las personas.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/la-tecnologia-no-nos-salvara/colapso-climatico-hidrico-energetico-necesidad-una-transicion-ecosocial-urgente-ecuador - Imagen de portada: Situación actual del río Napo. Foto: Miriam Susana Vasquez Herrera

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