¿Puntos de inflexión climáticos? Los humanos ya los hemos vivido, pero no nos acordamos

Cuando llega el verano en el hemisferio norte, la temperatura sube y el Ártico empieza a derretirse. Esto entra dentro de lo normal, si no fuese porque cada año el deshielo en la región polar va un poco más lejos. Desde principios del siglo XXI, Groenlandia ha perdido 270.000 millones de toneladas de hielo al año de media en un proceso que no es lineal, sino que está marcado por episodios más o menos extremos que dibujan una tendencia clara. Los datos no dejan lugar a duda y podrían indicar que la isla está cerca de cruzar un punto de inflexión climático, un umbral tras el cual el sistema se reorganiza en busca de una nueva estabilidad, a menudo de forma irreversible.

Juan F. Samaniego

Lo mismo sucede en otros puntos del planeta: las sequías continuadas en la Amazonia, aceleradas por la deforestación y la degradación de la selva, los cambios en el sistema de circulación del Atlántico Norte (conocido como AMOC) o la desaparición de los arrecifes de coral de aguas cálidas son algunos de esos puntos de inflexión que sospechamos que podríamos estar empezando a alcanzar. Sin embargo, todavía no podemos saber si esto es así, hay demasiada incertidumbre.
Algunas de las respuestas podrían estar en el pasado. Porque los puntos de inflexión climáticos se han alcanzado antes muchas veces y nosotros ya estábamos allí para experimentarlos (aunque hoy no nos acordemos).
Un nuevo desierto intermitente
Hace alrededor de unos 5.000 años, el norte de África dejó de ser una región salpicada de praderas, bosques y lagos y se convirtió en un lugar dominado por el desierto del Sáhara, más o menos como lo conocemos hoy. Esto provocó que las poblaciones humanas que ocupaban la zona de forma dispersa se concentrasen en áreas como las tierras altas de Etiopía o el valle del Nilo, donde poco después surgiría la civilización egipcia. Esta transición entre un clima húmedo y uno desértico está marcada por uno de los puntos de inflexión más recientes y estudiados de la historia, pero hasta ahora no sabíamos muy bien cómo se había producido.
A partir del estudio de los sedimentos en la cuenca del lago Chew Bahir, un equipo internacional de científicos ha concluido que antes de que el norte de África se secase, su clima fluctuó entre dos estados climáticos diferentes: uno húmedo y uno seco. Después, acabó estabilizándose en el clima desértico que conocemos en la actualidad. En el espacio temporal de unas pocas generaciones de humanos, la región cambió de forma radical y permanente.
“En este caso, el cambio climático estuvo motivado fundamentalmente por el cambio en la cantidad de radiación solar que llegaba a la Tierra, lo que alteró los patrones de precipitaciones en la zona. Sin embargo, la respuesta a nivel regional no fue lineal: el sistema se aferró a su estado húmedo de alguna manera, suponemos que gracias al papel de la vegetación en la regulación del agua, y fluctuó entre periodos húmedos y periodos secos durante años”, explica Verena Foerster, investigadora de la Universidad de Colonia (Alemania) y autora del estudio, publicado en Nature. “Habíamos simulado estas intermitencias, pero es la primera vez que se confirman con datos reales”.
El estudio dibuja un periodo de alrededor de 1.000 años en los que ambos estados climáticos se alternaban, con al menos 14 fases secas que duraron entre 20 y 80 años y que se repetían a intervalos de aproximadamente 160 años y al menos siete fases húmedas de duración y frecuencia similar. Finalmente, hace algo más de 5.000 años, el clima seco se impuso de forma definitiva. Esta transición, señalan los investigadores, fue natural y sucedió mucho antes de que los seres humanos tuviesen la capacidad de influir en el clima. Sin embargo, sí afectó a las poblaciones de la zona.
“No soy arqueóloga ni etnóloga, pero lo que sí sabemos gracias a los expertos en esas áreas es que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación y de observar y encontrar patrones en la naturaleza. Así que entendemos que, si a lo largo de la vida de una persona el clima cambiaba de forma tan evidente, los seres humanos que vivían en el norte de África empezaron a entender qué zonas eran más favorables para la vida y cuáles menos”, añade Verena Foerster. “Los hallazgos arqueológicos señalan que la población fue concentrándose en áreas como las zonas altas de Etiopía, donde llovía más, o el valle del Nilo”.
¿Está parpadeando el clima en la actualidad?
El estudio confirma que esta fluctuación o parpadeo climático fue una señal de alerta temprana en el pasado, un precursor de un punto de inflexión. “Los datos que tenemos de esta región de los últimos 620.000 años indican que esta intermitencia entre dos estados climáticos es un comportamiento habitual durante un periodo de transición”, explica la investigadora. Sin embargo, aplicar estas conclusiones al presente no es tan sencillo. En el pasado, podemos ver las señales previas y relacionarlas con las consecuencias al cabo del tiempo, algo que no podemos hacer ahora con datos físicos reales (aunque sí con simulaciones bastante avanzadas).
“Los datos que ha producido nuestro estudio se incorporarán a los modelos que simulan el futuro, pero yo no puedo predecir qué va a pasar. Además, el contexto es bastante diferente. Nos encontramos en una transición climática inducida de gran magnitud provocada por una causa diferente a las del pasado: las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano”, añade Foerster. “La gran incógnita es saber en qué punto nos encontramos de esa transición y en qué medida podría ser diferente del pasado. Ojalá pudiese decir: las fluctuaciones de los últimos años nos indican que cruzaremos este punto de inflexión en 20 años. Pero no es científicamente posible”.
Aunque no podamos contar con pruebas sólidas como las que el equipo del que forma parte Foerster encontró en los sedimentos del Chew Bahir, las señales empiezan a acumularse. El informe Global Tipping Points publicado en la COP28 en 2023 concluía, tras analizar 26 puntos de inflexión negativos, que estamos cerca de cruzar cinco de esos umbrales: el colapso de las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida occidental, la desaparición de los arrecifes de coral de aguas cálidas, la ralentización de las corrientes del Atlántico Norte y el deshielo del permafrost. Y que aún está en nuestra mano hacer algo para evitarlo.

Fuente: https://climatica.coop/puntos-de-inflexion-climaticos-humanos-ya-los-hemos-vivido/  - Imagen de portada: Foto: Andrzej Kryszpiniuk.

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