Patagonia argentina: Dos meses en carpa, Epuyén y la catástrofe que sigue


A dos meses del incendio de interfase en Epuyén, la solidaridad y la organización vecinal son la base de la reconstrucción. Vecinos damnificados denuncian demoras en la de por sí insuficiente asistencia estatal. Mientras el frío se empieza a sentir en las noches sureñas, aún hay familias viviendo en carpa que no avizoran soluciones a su situación habitacional. En un país al borde, el paso de los días le corre el maquillaje a los discursos sensacionalistas y quedan, desnudas, las preguntas: ¿por qué demoran la asistencia? ¿Dónde está el dinero que anunció el gobierno nacional? ¿A qué le temen lxs funcionarios que no dan la cara? ¿Quién está detrás de los negocios forestales e inmobiliarios que rodean al río Blanco? ¿Qué traerá el río cuando crezca? ¿Qué brotará en tierra incendiada? 

Por Martín Vallejos, para ANRed.

En esta nota las fechas tienen un lugar importante. Intentamos retratar el estado de situación en el pueblo de Epuyén, en la cordillera chubutense, al cumplirse dos meses del incendio de interfase que se convirtió en el segundo de una serie de incendios forestales y de interfase que dan forma a la catástrofe ígnea del verano. El primero había comenzado el 25 de diciembre, en una zona intangible del Parque Nacional Nahuel Huapi, y seguiría ardiendo por meses. Al día de hoy, son casi 50 mil hectáreas de bosques, pastizales y forestaciones implantadas incendiadas en la cordillera de Neuquén, Río Negro y Chubut, y alrededor de 200 viviendas consumidas por completo por las llamas en las localidades de Epuyén y El Bolsón: números que reflejan lo extremo pero no dan dimensión real de las dificultades que se enfrentan. La muerte de un vecino de Mallín Ahogado, don Ángel Reyes, o la pérdida del sustento para cientos de familias campesinas no caben en la frialdad de esos números.

Decíamos que las fechas tienen aquí un lugar importante. El incendio en Epuyén se declaró cerca del mediodía del miércoles 15 de enero. En unas pocas horas, con los agravantes del fuerte viento, la sequía y la presencia de forestaciones de pino abandonadas, el fuego se propagó en forma incontrolable por dos parajes contiguos de la zona semirural y rural de Epuyén, y avanzó hacia los cerros, donde siguió ardiendo durante semanas, quemando miles de hectáreas de bosque nativo. Al día siguiente, en conferencia de prensa desde Epuyén, el gobernador Igancio Torres (PRO) declaraba que el pueblo de Epuyén ya no corría riesgo y sembraba dudas sobre el origen del fuego.
Una semana después, el 23 de enero, el gobernador volvía a Epuyén para sostener una reunión privada con familias afectadas directamente por el fuego. El encuentro se llevó adelante en el SUM de la escuela secundaria del pueblo, el Colegio N°774, en cuyas puertas se apostó personal policial y de civil para impedir el acceso a la prensa y a cualquier persona que no estuviera en el listado provisorio de damnificados elaborado por el gobierno local. Ahora que se cumplen dos meses de desatado el incendio y la asistencia comprometida no termina de aparecer, los vecinos se cuestionan la decisión del gobierno de no permitir la presencia de terceros esa noche. “Por algo se escondía”, reflexiona ahora una vecina. “Somos todos damnificados, en mayor o menor medida. Esa reunión debió haber sido abierta”, dice.
Soluciones que no llegan
El miércoles 5 de marzo, vecinos de Epuyén afectados por los incendios forestales y de interfase de este verano convocaron a una conferencia de prensa para hacer visibles las demoras y dificultades para acceder a los programas de asistencia anunciados por el gobierno provincial la misma semana de la catástrofe. Unos días antes se había viralizado un video de una vecina que denunciaba el incumplimiento de las promesas realizadas por el gobernador Ignacio Torres en la reunión privada que sostuvo con las familias afectadas el 23 de enero, una semana después del incendio. En su denuncia, realizada en su perfil de Facebook, la vecina incluía registros audiovisuales de la reunión y puntualizaba algunas de las falsas promesas del gobernador. “Nos dijo que nos íbamos a poder volver a hacer la casa que teníamos, y ahora resulta que te dan 20 millones para materiales y te tenés que arreglar”, expresaba al borde del llanto.

El monto de dinero asignado a las familias que han visto su casa totalmente destruida por las llamas es uno de los principales reclamos. Según los cálculos de la propia municipalidad, el dinero alcanza para hacer sólo el cascarón de una vivienda de 60 metros cuadrados, sin instalaciones sanitarias, eléctricas ni de gas. Según los cálculos de los vecinos, alcanza para una vivienda habitable de 30 metros. En ninguno de los casos reemplaza la vivienda perdida.
Por otro lado, el dinero ofrecido es sólo en materiales, que las personas damnificadas pueden retirar de determinados negocios del rubro de la construcción en la zona. El gasto de mano de obra debe ser afrontado por los propios damnificados. Según los vecinos, esto supone a su vez una serie de retrasos que chocan contra los tiempos que ha establecido el ejecutivo municipal para los trámites: sólo quienes tienen conocimientos de construcción o han contado con los medios para contratar rápidamente una constructora han podido acceder a los materiales con celeridad. ¿Cómo se consigue un presupuesto si no se cuenta con el dinero para pagarlo?
Esta y varias otras situaciones fueron relatadas por vecinos en la conferencia de prensa del 5 de marzo, y fueron volcadas en una nota que se presentó ese mismo día en el municipio y en el concejo deliberante. La preocupación por los tiempos se manifestaba en el primer punto de la nota, ya que el gobierno municipal estipuló el pasado viernes 14 de marzo como último día para ampliar los expedientes de pérdidas. Al mismo tiempo, los vecinos trabajan contra reloj para intentar conseguir cobijo antes de la llegada del invierno con el poco dinero al que pueden acceder por parte del estado.

Otra de las promesas endebles de aquel primer encuentro con el gobernador es la de que cada familia recibiría el dinero necesario para levantar tantas casas como se hubieran perdido. Esto es, si en una zona rural una misma familia extendida tenía dos o tres casas en el mismo lote, recibiría dos o tres veces el monto del subsidio para poder reconstruirlas. Al día de hoy la municipalidad sigue negando esos montos, y define unilateralmente que se otorgará un subsidio por familia.
Una problemática particular se da con las personas que no poseen escrituras de la tierra que ocupan. Al respecto, una de las vecinas sostuvo que “no puede haber diferencia entre quienes tienen el título y quienes no, estamos hablando de un tema básico como el techo, es una cuestión de derechos humanos”. Un vecino que está en esa situación planteó la posibilidad de que les ayuden a construir hogares transitorios, al modo de tiny house, que puedan ser colocados en algún espacio prestado mientras se regulariza la situación de las tierras y luego moverse hacia su lugar. “Nosotros al día de hoy seguimos en carpa”, explicó, “y todo se demora mucho más, el cotidiano, desde el levantarse y preparar el desayuno hasta el trabajo de limpieza del terreno, todo es mucho más lento estando en carpa”.
La misma situación están viviendo otras familias que tienen a sus hijos en edad escolar. Una profesora compartía que hay estudiantes que no llegaron a las mesas de examen, y al consultar a las familias la respuesta era similar a la del vecino: “anoche hizo mucho frío y hoy nos costó levantarnos, estamos en carpa y no teníamos ni gas para preparar el desayuno”. La organización de los vecinos hizo que el municipio repartiera gas y leña a las familias, pero, ¿quién le devuelve esa mañana a esa mamá?
Daño sobre daño
Una catástrofe como la que vivió Epuyén este verano deja heridas mucho más profundas que las pérdidas materiales. Hay mucho de eso que sigue sin sanar, y hay un malestar que crece frente a lo que se define como inacción, mentira, destrato. La impotencia estalla en emociones que se rompen a cada rato. El abrazo colectivo sana, el acompañamiento comunitario libera las presiones del pecho, pero la persecusión política a la organización solidaria y los discursos estigmatizantes del poder embarran el suelo en el que un pueblo intenta levantarse.
En el medio de este trauma, las familias de la comunidad educativa de la escuela de nivel inicial N° 476, el jardín de infantes de Epuyén, se encontraron con la decisión de la dirección de nivel de cerrar dos salas del jardín. Frente al reclamo de las familias, que se organizaron rápidamente para revertir la medida, las supervisoras respondieron ausentándose de las reuniones con la comunidad educativa y escondiéndose en su oficina en Lago Puelo, a 40 kilómetros de Epuyén. “Dejan infancias excluidas y compañeras sin trabajo, cargando de más dificultades a las instituciones que sostienen a nuestros niños/as”, dijeron en un comunicado fechado el 25 de febrero docentes de la Comarca Andina reunidos en asamblea en Epuyén. “Entendemos que debe haber otra mirada y potenciar o fortalecer todas las ayudas hacia las instituciones dedicadas a las infancias y juventudes de Epuyén”, reclamaron. En la reunión sobrevolaba la indignación porque una de las supervisoras que no se dignaba a hablar con las familias cara a cara es oriunda del pueblo.
El reclamo del cara a cara es el que hacen también lxs vecinos damnificados al intendente y al gobernador. Piden una reunión abierta donde poder tratar una serie de puntos que consideran urgentes. El intendente apuesta por ir resolviendo los temas familia por familia, pero en el medio los tiempos apremian y la información circula por medios informales. El teléfono descompuesto domina la escena, y los vecinos piden claridad. Uno de los reclamos es la trazabilidad del aporte extraordinario de 7 mil millones de pesos comprometido por el gobierno nacional, que sigue sin aparecer publicado en el boletín oficial.

Otros puntos tienen que ver con la ampliación en tiempo y la flexibilización de requisitos para otros aportes conexos, como el subsidio de subsistencia, o el subsidio por alquiler, que estaba estipulado para 4 meses (las personas quedarían sin subsidio en pleno invierno) y no alcanzaba a las personas que percibieran el subsidio por pérdida habitacional. Los vecinos denunciaron que el subsidio de subsistencia estaba siendo cobrado fuera de término por la ausencia del contador municipal, y que les estaban exigiendo la presentación de facturas para el subsidio por alquiler. “No estamos en Dinamarca, acá nadie te hace una factura por el alquiler”, explicaron.
Consecuencias, ¿para quién?
Resulta llamativa la incorporación en el listado de afectados de la empresa Bosques de Epuyén S.A, dueña de las forestaciones de pino abandonadas por donde avanzó el fuego. Algunos vecinos han presentado notas en fiscalía pidiendo que se investigue el rol de dicha empresa en la propagación del fuego, mientras que otros denunciaron que han aparecido medidores de luz, posteos y tranqueras nuevas en diferentes sectores de la tierra que la empresa dice poseer.
El conflicto de Bosques de Epuyén tiene larga data, y se vincula con modelos de apropiación de la tierra ligados al negocio forestal que han sido moneda corriente en la región desde los años ’70: alguien consigue un permiso de forestación para una tierra fiscal, vende el permiso y luego de algunos pases mágicos el estado provincial termina entregándole a quien lo adquiere los derechos no ya sobre la forestación (“el vuelo”) sino sobre el suelo.
Hoy parte de la tierra que ocupa Bosques de Epuyén se ha convertido en un exclusivo loteo “de montaña” bajo el nombre de fantasía de “Senderos del Epuyén”. Se trata de un cuestionado emprendimiento inmobiliario por cuyas autorizaciones municipales obran expedientes en la oficina anticorrupción y que, ahora que el fuego ha limpiado el pino de los terrenos, vuelve a brotar con la terquedad del daño que infringe.

Según consigna Radio Asamblea de Epuyén y puede verse en el registro de la última sesión del concejo deliberante, el ejecutivo municipal acaba de avalar una nueva autorización para el fraccionamiento, que avanza aguas arriba del río Blanco, un curso de agua que solía fungir como toma de agua para los parajes aledaños y que ha sufrido en sus márgenes el paso del incendio hasta sus nacientes.
El registro puede verse en este link https://www.facebook.com/share/p/1J1qhpHjxk/?mibextid=oFDknk
Una de las principales preocupaciones de los vecinos de Epuyén de cara a este invierno tiene que ver justamente con el Blanco. Se sabe que al quemarse los bosques y las forestaciones aledañas al cauce, el terreno pierde estabilidad y el río se desmadra. Con la pronunciada caída que tiene este río en particular entre las nacientes y la desembocadura en el río Epuyén, se descuenta que la crecida puede producir graves inundaciones aguas abajo. Pero también se teme respecto de los sedimentos que pueda arrastrar en su crecida. ¿Por qué entonces está tan preocupado el municipio en aprobarle los planos al loteo ilegal de Bosques de Epuyén? ¿No hay otras urgencias para atender?
En paralelo, loa vecinos de La Rinconada, el paraje rural más afectado por el fuego, se quejan de las demoras en la asistencia para la producción. El poco alambre que se repartió fueron donaciones que llegaron al municipio. Ahora dicen que la plata recaudada por la agencia provincial de lotería en un sorteo extraordinario será destinada justamente a la compra de alambre, pero mientras tanto el daño se acumula.
Un vecino graficó la situación durante la conferencia de prensa: “yo en mi terreno tengo animales que no sé ni de quién son, donde no hay más alambrados no sé ni de dónde han venido; y ya se mezclaron las ovejas con los carneros así que yo voy a tener las ovejas preñadas antes de tiempo y van a parir en invierno; y todos esos animales se van a morir, porque si yo no tengo ni para calefaccionarme a mí qué voy a tener para darle calor a las ovejas y sus corderas. Y eso es un año de producción que yo pierdo, si no pierdo a las madres también. ¿Y de ese daño quién se hace cargo?”, pregunta el vecino.
Decir y hacer
En el relato cronológico hemos omitido deliberadamente algunas fechas. El 18 de enero, tres días después del incendio de Epuyén, FM Del Lago, una radio de Esquel vinculada al lobby minero, compartía la primicia de un atentado incendiario contra maquinaria de una estancia en Trevelin, unos 150 km al sur de Epuyén. Al día siguiente, el domingo 19 de enero, el gobernador Torres presentaba el Comando Unificado de fuerzas federales y provinciales en Esquel, la ciudad más grande de la región y donde tienen asiento buena parte de las fuerzas federales involucradas. Aunque ya lo había sugerido en la conferencia de prensa del 16 en Epuyén, fue a partir de ese domingo que el discurso del gobierno se orientó definitivamente hacia la búsqueda de un culpable y a la identificación del pueblo mapuche como responsable de los incendios.
Con varios montajes mediáticos en el camino y una persona detenida en una serie de allanamientos ordenados por la fiscal Bottini –funcionaria implicada en el caso de espionaje ilegal contra activistas del No a la Mina de Esquel y la Comarca Andina en 2015—, el gobernador endureció su discurso y se alejó de las respuestas concretas a la población víctima de los incendios.
“¡¿Qué me importa a mi Jones Huala?!”, se preguntaba un vecino en la conferencia de prensa, “ni él ni Torres me están ayudando a mi a recuperar lo que perdí”.
Del otro lado de la frontera imaginaria entre Chubut y Río Negro, la persecución política a quienes se organizaron para apagar el fuego en Mallín Ahogado tuvo sus momentos cúlmines en la detención de dos grupos de brigadistas voluntarios y en las escenas de la comisaría de El Bolsón el 5 de febrero, cuando los grupos de choque del poder local corrieron a rebencazos a las personas que se solidarizaban con los brigadistas injustamente detenidos.
Una compañera que pasaba por ahí frenó a unos chicos que estaban agarrando piedras en la plaza y les preguntó al vuelo qué estaban haciendo. “Le vamos a tirar piedras a los jipis”, le contestaron.
Una última pregunta se desnuda en este triste final: ¿a quién le sirve esa semilla de odio sembrada en corazones tan tiernos?

El próximo Viernes 21 de Marzo se reunirán en Epuyén artistas de renombre en un concierto solidario que encabezan Eruca Sativa, León Gieco,  y el Chango Spasiuk. Ojalá que esas otras semillas que seguimos sembrando sigan disputando lugar en esos corazones. Para sanar las heridas, para coser las rupturas, pero también para no olvidar. Porque, como dice León, “todo está clavado en la memoria”.

Fuente: https://www.anred.org/dos-meses-en-carpa-epuyen-y-la-catastrofe-que-sigue/


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