Trump y Musk contra el mundo (científico y climático)


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el responsable del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Elon Musk, han empezado a desmantelar y boicotear cuatro de los organismos científicos y climáticos más importantes del país y del mundo bajo el pretexto del ahorro económico: la NASA, la NOAA, el IPCC y la EPA: La principal damnificada está siendo la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), encargada, entre otras cosas, de monitorizar diariamente los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.

Diego Ferraz Castiñeiras

Hasta la fecha, más de 2.000 empleados de la mayor administración climática de Estados Unidos han sido despedidos. La purga está encabezada por el DOGE, la oficina de nueva creación del multimillonario Elon Musk y cuyo cometido es reducir el tamaño y mejorar la eficiencia del Gobierno. Esta decisión afecta a la capacidad de la NOAA para monitorear fenómenos climáticos y oceánicos cruciales como huracanes, tsunamis y pronósticos meteorológicos. La eliminación masiva de personal pone en riesgo la precisión de las predicciones meteorológicas y la seguridad pública.

Nikhil Rajpal, un ingeniero informático que ha trabajado en Tesla y Twitter (ambas empresas de Musk), es el encargado de estos despidos. Aunque carece de conocimientos sobre clima, Rajpal lidera el proceso, lo que ha generado críticas sobre la falta de criterio y el posible conflicto de intereses. Asimismo, cabe destacar que el supuesto objetivo de DOGE es lograr que el Estado sea más eficiente. Sin embargo, este movimiento de reducción de hasta un 20% en la plantilla ya ha sido criticado por empresarios del sector privado de la meteorología y empresas relacionadas, ya que utilizan los propios datos que les proporciona la NOAA para el desarrollo de su actividad.
Consecuencias de los despidos
A raíz de los despidos, secciones de la NOAA ya han cortado sus comunicaciones debido a los recortes de personal y se han interrumpido actividades esenciales, como el lanzamiento de globos meteorológicos en Alaska, lo que afectará a las predicciones de huracanes. Paradójicamente, esto sucede justo cuando la NOAA había alcanzado un récord de precisión en la predicción de trayectorias de huracanes el año pasado, lo que subraya la gravedad de los recortes. La falta de personal también ha llevado a la reducción de las capacidades de las oficinas del Servicio Meteorológico Nacional (NWS), donde 11 de las 38 oficinas en el centro del país enfrentan una escasez crítica de empleados.
De forma irónica, la portavoz de la NOAA, Andrea Kopit, declaró que dejan a las campanitas de viento (un objeto decorativo que, al moverse con la brisa, produce un sonido suave) como el único predictor de la llegada de huracanes.
No obstante, el intento de Trump de deteriorar la calidad y reputación de la NOAA no es nueva. En septiembre de 2019, el líder republicano presentó ante la prensa en el despacho oval de la Casa Blanca un mapa de la agencia en el que se mostraba la trayectoria del Huracán Dorian, afirmando que este impactaría en Alabama. Sin embargo, ese mapa había sido alterado. La NOAA, dos días después, respaldó la declaración del presidente, lo que desató el escándalo conocido como Sharpiegate.
Un informe interno desveló que Neil Jacobs, entonces responsable de la NOAA, había sido el artífice de la manipulación. Asimismo, concluyó que no se tomarían sanciones contra Jacobs, quien violó los principios de integridad e imparcialidad científica de la NOAA. Cabe destacar que modificar pronósticos oficiales es ilegal en Estados Unidos. Sin embargo, aquello no tuvo ninguna consecuencia para Jacobs, que ha sido nombrado por Trump para volver a liderar la NOAA durante esta legislatura.
Y no acaba aquí la complicada relación de Trump y los republicanos con los huracanes y la NOAA. Durante el año pasado, cuando el Huracán Milton se dirigía hacia Florida, varios congresistas republicanos se encargaron de difundir desinformación y teorías de la conspiración como la de que los huracanes eran creados artificialmente mediante la manipulación climática y que atacaban principalmente a los Red States, los Estados Republicanos. De hecho, una congresista republicana señaló directamente a la NOAA y sus empleados como responsables de esta modificación climática.
NASA, IPCC y EPA, los siguientes
El otro gran organismo estadounidense que ha empezado a sufrir los recortes de Musk y Trump es la NASA. Este lunes, una veintena de empleados fueron despedidos “en cumplimiento de una Orden Ejecutiva”, asegura a Climática un portavoz de la agencia espacial. “Si son elegibles, esos empleados pueden optar por participar en la Autoridad de Retiro Anticipado Voluntario (VERA) o completar el proceso de RIF (como llaman al proceso de reducción de personal)”.
Esta decisión provoca el cierre de tres oficinas de la NASA: la Oficina del Científico Jefe; la Oficina de Tecnología, Política y Estrategia; y la rama de diversidad, equidad, inclusión y accesibilidad de su Oficina de Diversidad e Igualdad de Oportunidades. La Oficina del Científico Jefe, en funcionamiento desde 1982, estaba dirigida por Katherine Calvin, nombrada en 2022 bajo el mandato de Joe Biden como científica jefe de la NASA y asesora principal sobre el clima del Administrador Bill Nelson.
Este, además, no ha sido el único revés al que se ha enfrentado recientemente Katherine Calvin. Como copresidenta de uno de los grupos de trabajo del IPCC, la científica debía acudir en febrero a China para preparar los próximos grandes informes del panel climático. Sin embargo, el Gobierno denegó el permiso de asistencia a funcionarios estadounidenses, entre ellos, Calvin.
Esto último no es un hecho aislado ni casual. Una de las primeras decisiones que tomó el negacionista climático Donald Trump al llegar al cargo fue sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, el pacto climático más importante del mundo. Ahora, el siguiente paso ha sido obligar a la NASA a “eliminar contratos de consultoría no esenciales”, lo que se traduce en dejar de dar soporte técnico a organismos internacionales, incluido a uno de los grupos de trabajo del IPCC.
A todo ello se suma el anuncio hecho este miércoles por el administrador de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), Lee Zeldin (recientemente nombrado por Trump), de revisar 31 regulaciones ambientales, incluyendo normas sobre el cambio climático, límites de contaminación y políticas para vehículos eléctricos.
Project 2025, la biblia a seguir
El plan de la administración Trump-Musk no se queda ahí: está ejecutando la línea marcada por el Proyecto 2025, la agenda negacionista que Trump dice no seguir –aunque sus acciones muestran lo contrario– y que ha sido financiada por familias y empresas multimillonarias relacionadas con los combustibles fósiles.
Entre otros, el Proyecto 2025 describe a la NOAA como una “operación colosal” que ha sido “uno de los principales impulsores alarmistas del cambio climático”, una postura que consideran perjudicial para la prosperidad futura de EE. UU. La recomendación por parte de la agenda negacionista es clara: privatizar los servicios meteorológicos del Servicio Meteorológico Nacional.
Aunque los despidos masivos de la NOAA no equivalen a su desmantelamiento total, exfuncionarios de la NOAA han confirmado a CBS NEWS que esperan recortes presupuestarios del 30% y una reducción del 50% en el personal.
El capítulo del Proyecto 2025 dedicado a la NOAA fue escrito por Thomas Gilman, quien fue secretario adjunto de Comercio y director financiero del Departamento de Comercio de Estados Unidos durante la primera administración de Donald Trump. Esto no tendría importancia si no fuese porque la NOAA se encuentra dentro del Departamento de Comercio, lo que indica, de nuevo, la influencia del Proyecto 2025 en las políticas y decisiones del presidente estadounidense.
Lo que no se nombra no existe
De forma paralela a la oleada de despidos y vetos, la administración Trump ha emprendido una cruzada para borrar la evidencia científica sobre el cambio climático:
    •    Ha borrado un portal sobre el clima en el sitio web del Departamento de Defensa.
    •    Ha eliminado la sección principal sobre cambio climático en la web del Departamento de Estado.
    •    Ha suprimido la página sobre cambio climático en el sitio web de la Casa Blanca.
    •    Ha eliminado contenido sobre clima del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
    •    Está retirando el apoyo a las investigaciones que mencionan la palabra “clima”.
    •    Ha pedido a la EPA, la Agencia de Protección Ambiental, que diga que el cambio climático no es un peligro.
La estrategia de Trump y Musk frente al cambio climático recuerda a la trama de la película Don’t Look Up (No mires arriba). El desmantelamiento de agencias medioambientales y climáticas y la manipulación de la información científica benefician a las grandes petroleras, mientras que la respuesta ante el cambio climático sigue siendo insuficiente. El futuro de la NOAA, la NASA, el IPCC y la EPA no solo afecta de manera directa a sus propios trabajadores, sino a toda la ciudadanía estadounidense (y del resto del mundo) que se beneficia de su excelente trabajo.

* Eduardo Robaina ha participado en la elaboración de este artículo.
Fuente: https://climatica.coop/trump-y-musk-contra-mundo-cientifico-climatico/ - Imagen de portada: Foto: Gage Skidmore (Trump).
 

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