Las lágrimas del jefe Raoni






El jefe Raoni no pudo aguantar las lágrimas cuando se enteró de que la presidenta brasileña Dilma Rousseff ha autorizado el inicio de la construcción de la polémica central hidroeléctrica de Belo Monte, incluso después de que decenas de miles de cartas y correos electrónicos dirigidos a ella, así como más de 600.000 firmas, le pidieran el abandono del proyecto. Esta decisión supone la sentencia de muerte de los pueblos indígenas del río Xingu y de una naturaleza única.
El embalse de Belo Monte será la tercera presa más grande del mundo. Inundará 400.000 hectáreas de selva amazónica, expulsará del territorio a 40.000 personas y destruirá hábitats naturales extremadamente valiosos para la biodiversidad. Todo para producir electricidad a un alto coste social, económico y ambiental, en lugar de apostar por alternativas como mejorar la eficiencia energética del país. Para colmo de males, su construcción duplicará la población regional en al menos 85.000 personas más que llegarán buscando trabajo, provocando aún más presión sobre la tierra y los bosques circundantes.
Estas son noticias terribles que nadie cuenta pues a nadie parece importarle las lágrimas de un indígena.
Más información sobre el proyecto: Survival, Amazon Watch.


Represa de Belo Monte

La represa de Belo Monte es una central hidroeléctrica que se está construyendo en el río Xingú en el estado de Pará, Brasil. La capacidad instalada planeada para la represa será de 11.000 MW, por lo que será la segunda mayor hidroeléctrica brasileña (después de la gigantesca Itaipú de 14.000 MW), y la tercera del mundo detrás de Tres Gargantas (China), representando 11% de la potencia instalada de Brasil. La represa tiene un costo estimado de 3 mil millones de dólares, y la línea de transmisión, 2,5 mil millones. El proyecto está siendo desarrollado por la compañía eléctrica estatal Eletronorte.1
Controversia
El proyecto es criticado por organizaciones ambientalistas, pues supone la inundación de 500 kilómetros cuadrados de terrenos agrícolas y bosques, impactando directamente el área indígena Paquiçamba de la etnia Juruna. También se dice que para ser viable, la represa de Belo Monte necesitaría de otras represas aguas arriba para garantizar un año de flujo circulante de agua, lo que significaría la inundación de más bosques.2 Y la destrucción del hogar de más de 40.000 personas. Por otra parte, se cree que el proyecto requerirá excavaciones equivalentes a la obra del canal de Panamá y que su construcción duplicará la población regional, con al menos 85.000 personas que llegarán buscando trabajo, originando más presión sobre la tierra, deforestación y demanda por servicios básicos, que ya son escasos.3
Un primer proyecto de construcción de la represa de Belo Monte fue abandonada en la década de 1990, debido a protestas internacionales y nacionales.



El Gobierno brasileño prevé la construcción de la gran presa de Belo Monte en el río Xingú de la Amazonia.

Además, la presa destruiría los medios de vida de miles de indígenas que dependen de la selva y del río para obtener agua y alimentos.
La afluencia de inmigrantes a la zona durante la construcción de la presa amenaza con introducir violencia en la zona y contagiar enfermedades a estos indígenas, de forma que se ponga en riesgo sus vidas.
El departamento de asuntos indígenas del Gobierno Brasileño, la FUNAI, ha afirmado que podría haber algunos indígenas no contactados en las cercanías de la presa. Para estos indígenas el riesgo sería mayor, pues tienen muy poca resistencia frente a enfermedades del exterior que podrían ser mortales para ellos.
Los indígenas kayapó y otros pueblos indígenas de la zona llevan protestando contra la presa desde que su construcción se propuso inicialmente en los años ochenta.
En una carta dirigida al presidente Lula da Silva, los kayapó declaran lo siguiente: “No queremos que esta presa destruya los ecosistemas y la biodiversidad que nosotros hemos cuidado durante milenios, y que aún podemos preservar”.
Los indígenas afirman que se opondrán a la presa por todos los medios y que, si la construcción prosigue, el río Xingú se convertirá en un río de sangre.
La Oficina del Fiscal General, junto con numerosas organizaciones locales e internacionales, ha pedido que se suspenda la licencia, alegando que los estudios de impacto medioambiental estaban incompletos y que los indígenas y demás personas que se verán afectadas no han sido debidamente consultadas.
Si la construcción de esta presa sigue adelante miles de personas perderán sus hogares, su sustento de vida y sus vidas. Los pueblos indígenas necesitan sus tierras para sobrevivir y, al haberlas habitado durante siglos, guardan un profundo vínculo espiritual con ellas.
Ninguna suma monetaria o medida de compensación podrá reemplazar sus tierras ancestrales.
El mundo debe saber lo que está ocurriendo aquí, debe comprender que destruir las selvas y a los pueblos indígenas destruye el mundo entero.
LÍDERES INDÍGENAS KAYAPÓ

Survival.es

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