Francia afronta su primera sequía debida al cambio climático






Un 79% de los acuiferos está en alerta. París prepara un mapa de restricciones de agua potable

Quien cruza Francia hoy en día sigue viendo el país verde y fértil que desde siempre ha sido, además de esos impresionantes ríos de gran caudal que bañan toda la geografía. Pero la impresión de agua a raudales es falsa. Francia se encuentra desde mediados de mayo pasado en situación de alerta roja, a causa de una fuerte sequía que ha afectado al 79% de los acuíferos y ha transformado el país en un museo de horrores económicos: el ganado es enviado al matadero por anticipado, a causa de la falta de pasto, y los cultivos intensivos de cereales están amenazados por la falta de irrigación.
Ciertas administraciones dicen que la escasez de lluvias de esta primavera, sólo comparable a la sequía de 1976, es la única causa de la catástrofe. Pero otras invierten causas y efectos, y proponen otra lectura: esta es la primera sequía del cambio climático. 
Los datos empeoran. La primavera meteorológica (marzo, abril y mayo) es el período de las llamadas "lluvias eficaces", cuando las precipitaciones no sólo recargan los caudales de los ríos y los lagos, sino que además alimentan las capas freáticas. Pero esa primavera meteorológica ha sido particularmente seca. Las fuertes lluvias de junio han salvado algunos cultivos de verano por su efecto en superficie, pero son insuficientes e inútiles a nivel de las aguas de subsuelo.
En el oeste y el centro
Actualmente, 70 de los 96 departamentos están sometidos a restricciones de consumo de agua, según los datos publicados por el Ministerio. Hace dos semanas, eran sólo 58. La sequía se ceba particularmente en las grandes planicies cerealeras de la Beauce (al suroeste de la región de París), todo el gran oeste, el centro y el este.
Los primeros en sufrir económicamente el impacto de la crisis han sido los ganaderos. Francia llevaba 20 años, desde la crisis de las vacas locas, orientando su ganadería hacia el "todo pasto", es decir, una alimentación animal basada enteramente en praderas, paja y grano, e incluso había rehabilitado la transhumancia. Como los prados están secos o ya devorados, los ganaderos se han volcado ahora hacia el pasto de importación, pero los precios se han duplicado con creces. A principios de junio se registró una subida del orden del 15% de las entregas de animales vivos para el sacrificio. A raíz de esa afluencia, el precio del kilo de animal sacrificado en matadero ha bajado "más del 5%" en promedio en pocos días.
En la agricultura, el mapa es igualmente desolador. Aunque las lluvias de junio podrían contribuir a salvar las cosechas fruteras del verano, son el trigo, el maíz y los oleagi-nosos, fuertemente consumidores de agua y muy potenciados en Francia en las últimas décadas, los que están en aprietos. Según el ministerio de Agricultura, cabe esperar un descenso en los rendimientos de entre el 20% y el 50%.
Por su parte, la industria electronuclear, con 58 reactores en funcionamiento en todo el país, sigue afirmando que la sequía no le afecta. No obstante, un reactor nuclear francés necesita, para refrigerarse, bombear entre 3 y 120 m3 de agua por segundo, lo que implica que el río debe llevarla y que ese curso además debe poder absorber luego el incremento de temperatura del caudal derivado de la salida de ese agua desde la refrigeración del reactor. La Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) ha indicado que ya vigila la situación.
El Gobierno francés parece querer aprovechar la crisis para cambiar el modelo de producción. El Ministerio de Ecología quiere presentar en septiembre un plan de adaptación al cambio climático, que corre paralelo a las medidas de urgencia inmediatas, como un mapa de "eventuales restricciones de agua potable". La ministra, Nathalie Kosciusko-Morizet, ha afirmado: "Hay que atajar desde ya el trasfondo del problema y organizarnos de forma duradera frente a los cambios climáticos". Entre las pistas que se han evocado para un giro estratégico a diez años, figuran la promoción de cultivos poco consumidores de agua, en detrimento de los más consumidores como el maíz, y el lanzamiento de un programa masivo de miniembalses locales, capaces de retener el agua de lluvia que no va a las capas freáticas, para luego entregarlo progresivamente en forma de irrigación.

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