ONU: En 2050 cerca de 5.000 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua

La escasez de agua afectará a 5.000 millones de personas de aquí a 2050 a consecuencia del cambio climático, el aumento de la demanda y la contaminación del suministro, según ha advertido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en un informe presentado en el Foro Mundial del Agua que actualmente tiene lugar en Brasilia.
 
Esta publicación propone soluciones basadas en la propia naturaleza para mejorar la gestión del agua, un asunto que la directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, considera un “desafío mayor” que debe ser abordado en conjunto para impedir los eventuales “conflictos” vinculados a ese recurso.“Necesitamos soluciones nuevas de gestión de los recursos hídricos para contrarrestar nuevos desafíos relacionados con la seguridad del agua planteados por el crecimiento demográfico y el cambio climático”, sostiene Azoulay, citada en el estudio presentado por este organismo.
Aumento de demanda
El informe dice que la demanda de agua en el planeta se ha “multiplicado por seis” en los últimos cien años y que crece a un ritmo del 1 % anual en función del aumento de la población, del desarrollo económico y los patrones de consumo.
Señala además que la población mundial, actualmente de 7.700 millones de personas, llegará en 2050 a entre 9.400 y 10.200 millones, que en más de un 60 % estarán concentrados en las ciudades.
Aún con “grandes diferencias” entre los países, también calcula que el Producto Interior Bruto (PIB) global “aumentará 2,5 veces” y que la demanda mundial de productos agrícolas y electricidad subirá entre un 60 % y 80 % para 2025, todo en un escenario afectado por el cambio climático.
Agricultura e industria
La Unesco identifica como problema adicional que la demanda para el riego en la agricultura representa “el 70 % de las extracciones de agua mundial” y que, por las variantes propias de esa actividad, de los suelos y las condiciones climáticas, el comportamiento de la demanda anual en ese sector está “plagado de incertidumbres”.
En los sectores industriales, que incluyen el área de generación y distribución de energía y que consumen cerca del 20 % del agua en el mundo, el informe prevé que la demanda puede aumentar hasta ocho veces para 2050.
“Infraestructuras verdes”, frente a las “grises”
En ese contexto, la Unesco aboga por la adopción de las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), un concepto que apunta a la promoción de una “infraestructura verde”, en contraposición a la “infraestructura gris” de la urbanización y el cemento.
El informe cita diversos casos en los que la “infraestructura verde” ha comenzado a dar frutos, como las “ciudades esponja” de China, que se proponen reciclar el 70 % del agua de lluvia mediante suelos más permeables y dispositivos de colecta, almacenamiento y purificación, y rehabilitando los humedales aledaños.
También menciona el “sistema de intensificación del arroz” creado en Madagascar, que da mayor prioridad a la restauración de la función hidrológica y ecológica de los suelos frente al uso de nuevas variedades de semillas o productos químicos.
Ahorros de entre un 25 y un 50 % del agua
Con esas técnicas, la Unesco sostiene que “se permite ahorrar entre un 25 % y 50 % de agua, entre un 80 % y 90 % de semillas, o aumentar la producción de arroz hasta un 50 %, según las regiones”.
Más allá de las buenas prácticas que pueden ser adaptadas en la agricultura, la Unesco propone iniciativas para las ciudades, en las que la “ingeniería ecológica” ya plantea modelos que ayudan a la preservación del agua y el medioambiente.
Considera como “ejemplos más visibles” las fachadas cubiertas de vegetales o los tejados ajardinados y recomienda formas “naturales” de reciclar y recolectar el agua, la creación de estanques para alimentar las capas freáticas y proteger las cuencas hidrológicas que alimentan las ciudades.
“Volver a las fuentes”
En el fondo, la Unesco sugiere que para atajar los problemas y la escasez se debe volver a las fuentes.
“Durante mucho tiempo, el mundo ha recurrido en primer lugar a la infraestructura construida o ‘gris’ para mejorar la gestión de los recursos hídricos” y “al hacerlo, frecuentemente ha dejado de lado el conocimiento tradicional e indígena, que adopta enfoques más ecológicos”, sostiene el informe.

Fuente: Efeverde - Imagen: Imagen archivo de una mujer en Nala Sopara, Bombay, durante una crisis de escasez de agua. EFE/Str
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“El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. Lo tenemos encima”

La Marea conversa sobre los conflictos por el agua con el profesor Aaron Wolf, una de las figuras más prestigiosas en la negociación internacional por los recursos hídricos.
El profesor Aaron Wolf, de la Universidad del Estado de Oregón (EEUU), es una de las figuras más respetadas en el mundo de la negociación internacional por los recursos hídricos. Hablamos con él tras una charla en Madrid sobre la gestión y transformación de los conflictos generados en torno al agua. Cuando inevitablemente le hacen la pregunta desde el público, a Wolf se le cambia la cara: “¿Es optimista?”. En ese momento, todo lo que eran sonrisas y notas de humor cambia. “No, soy pesimista”, responde el profesor y mediador internacional.

Santiago Sáez

“No creo que el agua vaya a ser la causa de guerras entre Estados, pero sí que vamos a seguir viendo ejemplos intranacionales como el de Siria en el mundo subdesarrollado”, explica. En este país, incide el investigador, una sequía hizo que la gente migrara del campo a las ciudades, creando el caldo de cultivo necesario para una guerra civil que en marzo cumplirá siete años. “Suben los precios de los alimentos, se multiplica el desempleo, decenas de miles de personas sin trabajo, desarraigadas, enfadadas… Antes de que te des cuenta, tienes Siria. El problema del agua no será una guerra dentro de 15 años. El problema ya lo tenemos delante de los ojos”, afirma.
Aaron Wolf se define como “persona de agua”, y explica que él ve el mundo como una cuenca hidrológica, en la que las líneas sinuosas de los ríos no se ven interrumpidas por las fronteras. “Pero las fronteras existen, y existen por varias razones, así que tenemos que hacer lo posible por reconciliar esos dos mundos”, afirma. A ello se ha dedicado desde principios de este siglo, facilitando la negociación entre Estados para cooperación en temas de agua. Una cooperación que espera que resista los embates del cambio climático.
Para el académico estadounidense, la percepción pública de la conflictividad internacional sobre el agua es exagerada, y responde a la lógica mercantil de medios de comunicación sensacionalistas y políticos demagogos. “Nadie quiere ir a la guerra por el agua. Es tremendamente poco eficaz desde cualquier punto de vista, ya sea político, económico o estratégico”, afirma Wolf, que se apoya en datos compilados durante más de 20 años. De 310 cuencas internacionales, sólo hay tensiones en seis, y el 80% de los conflictos no pasa de la fase verbal: “Solo hemos registrado 38 casos de conflictos violentos. 26 de ellos han sido entre israelíes y árabes, de los cuales el último caso fue en los años 70”. Wolf añade que sólo ha habido una guerra internacional cuyo motivo específico haya sido el agua: la librada entre las ciudades-estado de Lagash y Umma, en la cuenca del Tigris y el Éufrates, alrededor del año 2500 A.C.
Curiosamente, todas las cuencas consideradas en riesgo (Nilo, Indo, Ganges, Jordán y Tigris-Éufrates) corresponden a áreas que pertenecieron al imperio británico. “Cuando se rompe un imperio surgen decenas de nuevos países, que antes no necesitaban tratados para colaborar en asuntos hídricos, y ahora sí los necesitan. Tienes unas normas para un gobierno, y de repente tienes dos, cinco o diez gobiernos sin tratados previos”. El tamaño de las cuencas y la situación geopolítica de los países afectados también influye. Wolf pone como ejemplo la Unión Soviética, cuya ruptura ha incrementado las tensiones en cuencas del Cáucaso y Asia Central, pero nunca al nivel de las ex colonias británicas.
Negociación no convencional
“Cuando entras en una habitación llena de personas enfadadas, que normalmente son hombres, lo que quiere todo el mundo es hablar. Pero si todos hablan ¿quién escucha?”, explica Wolf. Por eso, en su faceta de mediador, a menudo el profesor aboga por dejar de lado la ciencia y la política, típicos encuadres occidentales, y confiar en acercamientos a la negociación basados en otras tradiciones, así como en el instinto y la experiencia de las comunidades locales. “El enfoque occidental casi siempre trata de buscar datos y aplicar soluciones técnicas, pero en muchas ocasiones esto, simplemente, no es posible. Resolver las cuestiones técnicas es sólo la mitad del camino”, explica.
Al profesor no le da miedo implementar medidas basadas en la tradición al más alto nivel político. Desde técnicas de meditación budista para calmar los nervios propios y ajenos y escuchar con más atención , la disposición de las mesas de negociación, para obligar a los participantes a sentarse unos al lado de otros (como se hace al rezar) en lugar de enfrentados. “Estas son herramientas que vienen de las comunidades religiosas, pero es que funcionan. Yo soy científico, pero esto es muy útil”.

Fuente: https://www.lamarea.com/2018/03/11/el-problema-del-agua-no-sera-una-guerra-dentro-de-15-anos-lo-tenemos-encima/

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