Representan a los mercados: “Cuando los partidos dejan de representar a los ciudadanos, alimentan a aquel que representa a los mercados”... España y Argentina: espejos de un mismo saqueo

Si existe un eslogan del 15-M que ha sobrevivido intacto, y probablemente ha crecido, es aquel del “No nos representan”. Las manifestaciones de los últimos días así lo han puesto de manifiesto. La de las mujeres el 8 de marzo, las movilizaciones constantes de los jubilados y las que se celebran en favor de la libertad de expresión tienen en común, además del descontento, una falta preocupante de referentes políticos. Hasta tal punto, que cada vez que un colectivo social o ambiental sale a la calle, alguien en el Gobierno o sus aledaños trata de descalificarla tildándola de “movilización política”, como si no lo fueran todas las manifestaciones.

Cristina Fallarás


Podría afirmarse que todos esos movimientos populares están dirigidos contra el Gobierno de Mariano Rajoy (o de Macri), pero sería quedarse muy corta. Según todas las encuestas que van haciéndose públicas, el PP, Ciudadanos (y "Cambiemos")–da igual en qué orden– conseguirían una mayoría absoluta en un hipotético nuevo Gobierno. Si tenemos en cuenta que las manifestaciones han sacado a la calle, solo en este mes de marzo, a millones de personas, y que lo hacen contra esos Gobiernos, la pregunta hay que situarla en otro lugar. Este: ¿por qué los llamados partidos “de izquierda” o "progresistas" no consiguen hacer suyos los apoyos y, en contra de lo que sería normal, siguen despertando poco o ningún interés en los descontentos? Se trata de un problema de representación.
Aquellos que se manifiestan no se sienten representados en absoluto por los políticos del PSOE o los de la coalición de Unidos Podemos (o el Peronismo en sus múltiples variantes), o en todo caso se sienten muy poco representados. Con lo que está ocurriendo, esos partidos deberían estar capitalizando el descontento ciudadano, deberíamos estar notando cómo crecen sus apoyos, incluso cómo cuaja un posible Gobierno progresista. Y no es así en absoluto. Muy al contrario, parecen sufrir una pérdida constante de apoyos.
Por lo que no resulta extraño que Ciudadanos (y Cambiemos), una amalgama fluctuante de medidas ultraliberales y retrógradas salgan beneficiados, cada vez más beneficiados. Cuando los partidos tradicionales no representan a los ciudadanos, se lleva el gato al agua el partido que representa a los mercados. Dejo a un lado a los sindicatos, que han reaparecido con un triste aroma de naftalina y polvo.
Se supone que España (y Argentina) se rigen por lo que llamamos una democracia representativa. De ahí que la no representatividad de los partidos políticos suponga un problema grave. Y lo supone porque la mayoría de ellos han renunciado a proponer un modelo de sociedad, seguramente por aquello de la “muerte de las ideologías” que prácticamente todos han abrazado.
Paralelamente, cunde algo que podríamos llamar un monopólico “periodismo de argumentario” cuyo patrón está cortado a la medida de todas esas “políticas de argumentario”. O sea, que unos y otros, los partidos y los medios en su función de altavoces, han renunciado a plantear un modelo de sociedad, pese a que no son ajenos a que este modelo que tenemos ahora va descosiéndose, parece que sin remedio.
Así las cosas, o aquellos partidos que no, no nos representan, cambian de estrategia, o el siguiente Gobierno, de nuevo y ya abiertamente, estará en manos solo del mercado.
 
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