La carrera por la tala del kevazingo, árbol sagrado de Gabón
AFP
"No deberíamos vender esta madera. Protege el bosque. ¡Los espíritus del bosque perseguirán a quienes la vendan!", advierte Daniel Messa-Abaga, sentado en el porche de su casa del norte de Gabón y preocupado por la venta masiva del kevazingo. Este viejo aldeano de Bendoussang, nacido en 1930, no entiende por qué los suyos venden esta madera a las serrerías. "La generación que vendrá después de nosotros tendrá dificultades para comprender la importancia de este árbol, porque quizás ya habrá desaparecido. Hay que preservarlo", señala.
El kevazingo es una de las especies más famosas de Gabón y de Camerún, junto al okume, pero al contrario que este último, más económico debido a su abundancia, el kevazingo es menos común y tarda muchos años en llegar a su estado de madurez. De color rojo, negro o marrón, este árbol también llamada oven (en lengua fang) o bubinga (por los occidentales) es muy apreciado en Asia, especialmente en Japón y China.
De constitución dura y densa, su madera se utiliza en la fabricación de muebles (mesas, sillas) y es reconocida por sus vetas visibles, que trazan bonitos dibujos, explica un especialista.
¿Su precio? A menudo astronómico respecto a las otras especies. El metro cúbico de un kevazingo de gran diámetro vendido en un solo bloque puede alcanzar de 1 a 2 millones de francos CFA (de 1.500 a 3.000 euros, 1.700-3.400 dólares) en Libreville. La media se sitúa entre 180.000 y 400.000 francos CFA el metro cúbico.
- Explosión del tráfico -
Esta fuerte demanda hizo explotar la explotación ilegal de esta especie, según la ONG Conservation Justice, Environnement, que muestra su preocupación por las consecuencias. "Nos dimos cuenta de que hay un tráfico importante", afirma Wilde Rosny Ngalekassaga, jurista de la asociación.
Gabón prohibió la exportación de troncos brutos en 2010 y cualquier árbol talado debe someterse al menos a una transformación local antes de exportarse. Sin embargo, para el kevazingo esta medida no se respeta forzosamente, al apreciarse más la madera bruta, explica un buen conocedor del sector, que pidió el anonimato.
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En Bitam (norte), en la frontera con Camerún y Guinea Ecuatorial, el precio asciende hasta los 200.000 francos CFA en función del diámetro. "Aquí, los principales compradores son chinos", explica el responsable de la compañía "Respeta la madera", Jimmy Amnvene Kkounou. "Yo recupero el kevazingo con mi permiso, de manera legal, en las zonas en las que mi autorización me lo permite", asegura.
Algunos árboles tienen más de 500 años. Para hacerse con los más grandes, primero hay que deforestar alrededor del árbol antes de talarlo y cavar una rampa en la tierra donde se encuentra estacionado el camión, explica. A continuación, hacemos rodar el tronco, muy pesado, hasta subirlo al camión.
Jimmy Amnvene Nkounou reconoce que pueden existir "diferencias entre localidades", ya que, "a veces, algunos no quieren que lo talemos". En cambio, otros comercian con él. "A día de hoy, los propios aldeanos trabajan para estas serrerías y la cadena está bastante organizada. La gente vende kevazingo, porque la demanda es importante. A este ritmo, existe un riesgo importante de que este árbol desaparezca en los próximos ocho o diez años", asegura el jurista Ngalekassaga.
- Ceremonias rituales -
"La tala del kevazingo no está prohibida", pero cualquier extracción debe declararse y "el diámetro de explotación" debe respetarse, "lo que no ocurre siempre", explica.
El ministerio de Aguas y Bosques asegura que hace todo lo posible para luchar contra el tráfico. "Sí, las talas ilegales de kevazingo existen en nuestros bosques" y el fenómeno es cada vez más frecuente, reconoce Landry Nkeyi, director provincial de Oyem, quien explica que el ministerio colabora con oenegés y responsables locales para intentar poner fin a la explotación ilegal.
Según fuentes anónimas conocedoras del caso, el conjunto del tráfico ilegal alcanza "los miles de millones de francos CF", es decir, millones de euros o dólares.
Cerca de Oyem, un forestal inspecciona con respeto un kevazingo en pie. Sus raíces albergan los restos de una ceremonia ritual.
A pesar del tráfico, el kevazingo sigue siendo un árbol sagrado en Gabón. "La gente viene para tomar cortezas. Algunas tienen virtudes terapéuticas. A continuación, dan gracias al árbol con estas ceremonias", explica el forestal.