Madera africana: cuesta sangre y vale euros
“Si bien el consumidor europeo suele ignorarlo, buena parte de la madera tropical que viene de África y viste sus hogares y/o jardines, ha costado ríos de sangre; pero lo más alarmante es que las guerras que se cobran vidas nativas están financiadas con euros de compañías europeas. Si hablamos de cifras, solo en el año 2013, las guerrillas han recibido casi tres millones y medio de euros, de la mano de tres empresas, según informó Global Witness (organización británica sin fines de lucro).
Centroáfrica y sus conflictos La República Centroafricana (RCA) fue parte del llamado Congo francés, hasta que en 1960 obtuvo la independencia. Su capital es Bangui, se ubica en el corazón del “continente negro”, tiene 600 mil kilómetros de superficie (100 mil más que España) y unos 5 millones de habitantes. Su minería está sub-explotada, excepto los diamantes, pues hay oro, petróleo y uranio y sus principales recursos son la madera y los cultivos. Es uno de los países más pobres de África y del mundo. Tras sucesivos gobiernos y desgobiernos (con alternancia de golpismo y elecciones democráticas), en 2013 el presidente electo François Bozizé fue derrocado por la alianza Seleka, en su mayoría de origen musulmán y se desató una guerra fratricida y sangrienta con la excusa religiosa de por medio. En 2014 la Seleka fue desalojada por fuerzas de paz internacionales y asumió el mando la Antibalaka (animistas y cristianos), pero la única diferencia que notó la población masacrada fue que las matanzas cambiaron de destinatarios, pero continuaron igual. Vil metal, corrupción y poder En realidad la verdad que subyace bajo pretexto de luchas por la fe, es mucho más trivial: el ansia de poder y la sed de riquezas. Y allí es donde se cuela el dinero europeo: en la financiación de estos conflictos, ya que las grandes madereras pagan cuotas mensuales, peajes y sobornos, con la condición de que sus instalaciones estén a salvo, que sus vehículos circulen con libertad (escoltados por mercenarios contratados entre los mismos milicianos) y que su negocio siga creciendo, sin importarles lo más mínimo el uso que se le dará a su dinero. Según consigna Global Witness en un informe que llamaron: “Madera de Sangre: de cómo Europa contribuyó a financiar la guerra Centroafricana”, las empresas SEFCA (de capital libanés), Vicwood Group (de capital chino) y la francesa IFB controlan la casi totalidad de la explotación de las maderas tropicales de ese país. El 58% de las mismas se vende en tres países: el 32% va a Alemania, el 20% a Francia y el 5% al Reino Unido y el resto se distribuye a un amplio mercado mundial, que según el citado informe incluye a España. El consumidor europeo es el que paga indirectamente gran parte de estas cuotas de poder, que permiten al oligopolio formado por estas empresas mantener abiertas sus vías de comercialización, con un costo muy alto para la población local: esta guerra ha ocasionado 5000 muertos, miles de heridos, innumerables desaparecidos, torturados, niñas y mujeres violadas y el reclutamiento masivo de “niños soldados”; además, uno de cada cuatro centroafricanos (hablamos de casi un millón de seres humanos) ha sido desplazado o ha tenido que huir en busca de refugio a países vecinos. Las Naciones Unidas están alertando desde hace ya mucho tiempo acerca del grave problema humanitario que padece este país y considera que los datos “oficiales” que se obtienen acerca de la guerra están subestimados y que la realidad de las matanzas es mucho más cruel y sanguinaria. Euros que pagan sangre y fuego En el informe de la Global Witness se detallan cifras exactas de los “aportes” de estas empresas tanto a la guerrilla de Seleka en su momento, como a la de Antibalaka a partir de 2014. La vida de los centroafricanos no vale nada, contra los intereses de un puñado de madereras que se dicen “competidoras”, pero en realidad se reparten impunemente entre ellas el negocio. Todo queda “entre amigos” y aquí no ha pasado nada. Un ejemplo de ello es que los libaneses Jamel el Sahely y Nessrallah no solo son los dueños de SEFCA, sino que poseen la mitad de las acciones de la francesa Tropica-Bois, la principal exportadora de las maderas de Centroáfrica. Una representante de la compañía Tropica-Bois declaró (sin saber que estaba siendo filmada) que la guerra de Centroáfrica no es contra la gente blanca y que quienes trabajan para la empresa están tan acostumbrados a que en el continente hayan guerra, que ya no les llama la atención. Seguramente será cuestión de acostumbrarse a ver muertos en cada esquina, si tienes una buena paga a fin de mes. Contra viento y marea Desde la Unión Europea no solo no se ha vetado el ingreso de maderas de tan sangriento e ilegal origen, sino que se han firmado con la RCA tratados específicos cambiando ventajas arancelarias por garantías a las madereras (camufladas como protección de los bosque tropicales y lucha contra la tala furtiva) que están explotando sin prácticamente ningún control, el segundo pulmón mundial tras la Amazonia. Por si esto no fuera suficiente, SEFCA ha recibido de la AFD (Agencia francesa de desarrollo) una subvención de 1.4 millones de euros con el fin de que la explotación de las áreas se realizara de manera sostenible, tras un estudio adecuado, con la excusa de que el desarrollo del sector maderero era vital para el país. El problema es que jamás se hizo nada al respecto y que además seguir proveyendo de dinero fresco a los guerrilleros, las empresas involucradas, ni siquiera pagan los impuestos a los que según la ley centroafricana están obligados.