Mujer y sostenibilidad humana
Cuando se habla de pobreza y agotamiento de recursos, desde diferentes instancias como las Naciones Unidas se pone el énfasis en la explosión demográfica como causa de la penuria generalizada y el impacto sobre el entorno ecológico; aparece el término ‘superpoblación’ escondiendo a millones de seres humanos de carne y hueso, invisibles ante un término abstracto susceptible de ser manipulado, dejan de ser seres pensantes, miembros de la sociedad humana, para convertirse en un factor más de la ecuación:
POBLACION x CONSUMO x TECNOLOGIA = RECURSOS CONSUMIDOS
Una vez deshumanizado el concepto población y convertido en variable ya no hay motivos éticos que impidan la legitimación del Estado para reducir la población. En cambio el Estado, de acuerdo con los principios del liberalismo, no interviene para decidir cuál debe ser el nivel de consumo ni el desarrollo tecnológico de la sociedad; tal decisión está en manos de los actores económicos. De esta manera se usurpa a las mujeres la capacidad para decidir como gestionar la capacidad reproductora.
La pobreza, en estos momentos, es un problema político y económico; no de escasez sino de desigual distribución. La concentración de riqueza y el consumo exacerbado de los países ricos es la verdadera causa de la degradación ambiental y la desigualdad social. El agotamiento de los recursos y la contaminación son provocados por los países del Norte.
Se necesita un replanteamiento de la relación entre población y recursos, comenzando a entender las estrategias reproductivas que desarrollan las mujeres en función de las condiciones socioeconómicas y culturales de la comunidad a la que pertenecen. Ellas son quienes introducen la civilización en medio de la barbarie, quienes convierten las piedras en pan para alimentar a sus familias. Habría que contar con su experiencia y sus conocimientos para saber que factores socioeconómicos debieran ser modificados en cada sociedad concreta con el fin de garantizar la sostenibilidad humana.
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