El planeta de los humanos y los cuentos de hadas del crecimiento

En las últimas semanas dos documentales se han lanzado gratuitamente a la red con una temática similar: el decrecimiento inevitable en un mundo finito, que ya sobrepasa muchos de los límites que su finitud le impone. Es un buen momento ahora para ver dos piezas que pueden alimentar muchos debates interesantes y sobre todo necesarios. El primero que pude ver fue Planet of the Humans, de Jeff Gibbs, producido por Michael Moore. Una pieza en mi opinión con mucho interés, valiente, y quizá por ello, temeraria, con alguna inexactitud y crítica difícil de justificar. Digamos que hace un ataque frontal a los lobbies de las renovables y a muchos de sus defensores a ultranza con un material que ha envejecido un poco —parece ser que llevaban tiempo planeando el documental—, en cuanto a datos de eficiencia que se han quedado algo desfasados. Y hace sangre con algún ambientalista como Bill Mckibben, que no debería estar en el documental al mismo nivel que, por ejemplo, Al Gore.

Juan Bordera

Ahora bien, el diagnóstico, el cuadro general, es certero y apunta donde duele. Una pequeña lista de los criticados en el documental: Apple, Goldman Sachs, Banco Mundial, Naciones Unidas, los hermanos Koch, Bloomberg, Tesla, Google u organizaciones ecologistas como el Sierra Club. No teme generarse enemigos, vamos, y era previsible que le cayeran palos por todas partes.
Es un documental que rompe con un tabú en la izquierda norteamericana, denuncia claramente que las renovables se merecen ese nombre sobre todo porque cada cierto tiempo, hay que renovarlas. Fabricación, ensamblaje, mantenimiento, todo ese proceso se hace con combustibles fósiles y materiales escasos, así que bueno, renovables, renovables, no son. Ni lo serán. La intermitencia de los factores que generan la energía hace imprescindible tener baterías y alternativas menos pulcras para mantener el suministro, eso incrementa los costes sucios de esas energías supuestamente “limpias y verdes” y las empequeñece. Es bastante obvio que se está exagerando el potencial de esas fuentes por varias razones.
La primera: el crecimiento no se cuestiona. Decir que las futuras fuentes energéticas (a día de hoy) nos permitirían mantener un 30% o un 40% de la energía actual es igual a 99% de colapso del sistema. Si cae la fe en la Iglesia del Perpetuo Crecimiento, el sistema de dinero deuda se vería en un aprieto por la falta de confianza=fe, y con él casi todos los bancos=parroquias. Estamos como sociedad en esa fase de negación casi lógica ante un problema enorme que nos sobrepasa. Hay que descomplejizar las sociedades opulentas del norte sí o sí, y eso va contra el dios mercado y la religión neoliberal. Pero la entropía, la atmósfera sobrecargada, o la ley de rendimientos decrecientes no negocian y el tiempo para atajar la emergencia climática se está acabando.
Y el factor más peligroso: el gatopardismo verde. En esta fase de capitalismo en crisis que el covid-19 simplemente ha acelerado, lo que parece es que la transición a renovables la va a pilotar BlackRock. Esto es como poner a Ortega Cano a dirigir el tráfico. Mal vamos. No parece descabellado pensar que si la “oportunidad de negocio” es ahora la transición a green, a sostenible, a limpio, pues la mayor empresa del mundo en gestión de activos, que se dedica a invertir como nadie en combustibles fósiles o en armamento —y que por cierto posee una buena parte del IBEX 35— se quita la camiseta sucia de sangre y aceite, se pone una verde reluciente, y… os presento a BlackRock, capitán ecologista. O mejor dicho, Capitán Greenwashing. Con mucho negocio paralizado o en pendiente cuesta abajo, las inversiones de los Green New Deal norteamericano y europeo van a suponer muchos millones para quien ejecute esas transiciones.
Eso explica los ataques despiadados que está recibiendo el documental de Gibbs y Moore por parte de casi toda la prensa y hasta de referentes del ecologismo, que no creen que sea un buen momento para esa crítica cáustica, y puede que tengan razón en parte. En defensa de esos referentes, como por ejemplo Naomi Klein o George Monbiot, hay que decir que el documental cae a veces en un sentimentalismo quizá excesivo. El tema de la superpoblación, en fin, es otro tabú, y lo toca de una manera muy tosca y algo primermundista, y de las nucleares por ejemplo no dice ni mu. Eso sí, está hecho para el público norteamericano, que quizá está en una fase de negación aún más exagerada que la nuestra, prueba viviente es su presidente.
Otro factor a analizar es la dicotomía creciente en la sociedad norteamericana. Si haces una crítica a las renovables, ya te posicionan muchos medios del lado diestro que defiende a Trump y al lobby de las petroleras, eso está ocurriendo con algunos artículos contra Michael Moore y Jeff Gibbs, y hay que evitar caer en la trampa. Hay grises entre esas dos posturas. Ni el sector aparentemente progresista está limpio en su totalidad, ni todo es mentira en la crítica al sistema que se puede entrever en la alt-right estadounidense. De hecho, una parte de esa legítima crítica, la están copando Bannon y compañía por el buenismo a veces algo acrítico de ciertos sectores de la izquierda. Es un tema muy complejo en el que los matices son importantes. La transición a renovables es inevitable, pero también la crítica constructiva al “progreso” al que, como diría Benjamin, a veces hay que detener aún tirando del freno de emergencia.
Ambos trabajos valen mucho la pena. Juntos son unas dos horas. Dos capítulos de la serie de tu vida
Lo que me parece cuanto menos para reflexionar, es por qué al documental de Di Caprio, (Before The Flood) o al de la misma Naomi Klein (Esto lo Cambia Todo) no le zurraron tanto los grandes medios de comunicación  —financiados por muchas de esas empresas criticadas, que dependen en muchos casos de los bancos, y en los que nada más entrar a sus webs puedes ver banners relucientes de Iberdrola y la transición a renovables, guiño, guiño—. Igual es que no metían el dedo en la llaga: se acabó crecer y crecer y nada lo puede evitar. Para entender mejor el documental y los límites de las renovables recomiendo seguir lo que dicen Antonio Turiel y Antonio Aretxabala, dos científicos expertos en energía fósil y renovable de los que yo aprendo cada día, y que han publicado sus opiniones sobre el documental en sus respectivos blogs.
Y entonces, cuando más cabreado estaba por las críticas a ese trabajo estimulante y más que digno, un humilde documental llamado Cuentos de hadas del crecimiento apareció por algoritmagia ante mis ojos. Es un documental hecho en Barcelona por Pierre Smith Khanna, miembro del colectivo Research and Degrowth, en el que se hace un recorrido menos sentimental y más histórico del problema ecológico-energético y que es más propositivo, habla más de soluciones. Eso me encanta. Creo que estamos saturados de críticas, necesitamos propuestas.
En realidad, es mejor documental, sobre todo para iniciarse en la problemática o comprenderla. Pero no recibirá ningún ataque. A nadie le va a molestar y —ojalá me equivoque—, poco debate habrá con él. Es una obra que hasta que sea evidente que daba en el clavo, pasará probablemente inadvertida. Igual pasan los años y es reverenciada, pero ahora mismo, como no busca polémica y no está avalada por una persona mainstream como el oscarizado Michael Moore, tiene difícil llegar a mucha gente.
Y para eso está esta crítica, para decir que ambos trabajos valen mucho la pena. Juntos son unas dos horas. Dos capítulos de la serie de tu vida. Y, perdonadme, no hay ficción que supere a esta realidad donde Pablo Casado cita a Orwell sin pestañear, un tipo de barril de petróleo (los futuros de West Texas) se ha llegado a vender a - 37 dólares, es decir te pagan porque te lo lleves a casa, y Abascal hace de defensor de la causa LGTBI.

Di toda la verdad pero dila sesgada
el éxito se encuentra en el rodeo
La verdad debe deslumbrar poco a poco
o ciegos quedarán todos los hombres
Emily Dickinson

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/decrecimiento/planeta-humanos-cuentos-hadas-crecimiento - Imagenes: La Vanguardia - 'Planet of the Humans'.

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