‘La hamburguesa que devoró el mundo: un panfleto ecoanimalista’
"En este contexto de crisis civilizatoria y planetaria, hay dos movimientos fundamentales que podrían contribuir a configurar un nuevo paradigma para concebir un mundo habitable para todos los seres vivos: el ecologismo y un animalismo antiespecista", señala Javier Morales en su nuevo libro con prólogo de Ruth Toledano y epílogo de Marta Tafalla.: Fragmento de “La hamburguesa que devoró el mundo”: un panfleto ecoanimalista.
CLIMÁTICA
Vivimos una época de urgencia extrema, de múltiples amenazas que se retroalimentan: la guerra contra los pobres, contra las mujeres (Afganistán), contra los migrantes, contra la diversidad (se recrudece la ofensiva contra el movimiento LGBTIQ+), contra pueblos vulnerables y sometidos (la guerra de Gaza), contra los recursos naturales y las poblaciones indígenas. Por encima de todas estas amenazas, sostenidas por un tecnocapitalismo despiadado y autocrático, sobrevuela la guerra contra la naturaleza, contra el planeta, que ya denunciaron sabios como Barry Commoner a finales del siglo pasado y que, lejos de apaciguarse en esta centuria, el expolio es aún más virulento y ha colocado a la Tierra al borde de la sexta extinción masiva de especies.
Los habitantes de la Tierra, humanos y no humanos, vivimos en un mundo en llamas, en medio de un incendio que cada vez resulta más difícil de extinguir y que hemos provocado nosotros. Cuando una casa arde, lo normal es llamar a los bomberos. Pero parece que los bomberos a los que hemos recurrido no son los que podrían sofocar las llamas sino los que calientan aún más el planeta, los que queman los libros, como en el clásico de Ray Bradbury, Fahrenheit 451. Las mangueras de quienes dicen que vienen a salvar al mundo, pagados por las grandes multinacionales, no portan agua sino más fuego. La idea es arrasar e incinerar cualquier atisbo de pensamiento, de verdad científica, de resistencia, aunque sea pacífica y no violenta, y camuflar el terror a través de la realidad virtual.
En este contexto de crisis civilizatoria y planetaria, hay dos movimientos fundamentales que podrían contribuir a configurar un nuevo paradigma para concebir un mundo habitable para todos los seres vivos, que amplían la lucha de clases: el ecologismo (en la versión ecofeminista que proponen pensadoras como Alicia Puleo) y un animalismo antiespecista que destrone, de una vez por todas, a los humanos como base y destino de la creación. Aunque el respeto a los animales y a la naturaleza podemos encontrarlo ya en algunos pensadores griegos, fue a finales del siglo pasado cuando el animalismo/antiespecismo y el ecologismo tomaron forma en la versión que conocemos en la actualidad. Lejos de responder a un esquema simplista, son movimientos heterogéneos, con propuestas divergentes en algunos aspectos, como el papel que debería jugar la ganadería extensiva. Aunque sin el rigor que necesitaría un estudio específico sobre el tema, hemos podido comprobar esas diferencias de perspectiva en las respuestas al cuestionario que trasladé a varias personas que se mueven a favor de la vida en la Tierra desde distintos ámbitos. Sin embargo, a pesar de esas diferencias, un porcentaje muy alto de los encuestados se considera animalista y ecologista, y, en la mayoría de los casos, está abierto a posibles encuentros, como ocurre con el rechazo a la ganadería industrial e intensiva. Con Alicia Puleo, creo que esa colaboración debería primar siempre antes que ahondar en las diferencias. El ‘enemigo’, si se me permite la metáfora bélica ya que hablamos de la guerra contra la naturaleza, es muy poderoso y la colaboración es imprescindible para resistir y evitar el peor de los escenarios. Lo han entendido muy bien las nuevas generaciones, sobre todo LAS jóvenes. Saben que los caminos del ecologismo y el animalismo, en sus versiones más radicales (en el sentido de búsqueda de la raíz de las cosas), están entrelazados, se hunden en el mismo humus. El ecologismo es inviable si no renuncia al antroponcentrismo, que está muy arraigado entre sus militantes, y, viceversa, el animalismo no tiene sentido si no cuidamos los ecosistemas y pensamos en la Tierra como un organismo vivo que se autorregula, como demostraron Lynn Margulis y James Lovelock.
Fuente: https://climatica.coop/avance-editorial-la-hamburguesa-que-devoro-el-mundo/ - Imagen de portada: Foto: de las emisiones globales de metano del ganado, el 88% proviene de la fermentación entérica en rumiantes (vacas, bisontes, ovejas y cabras).