Fiesta en la corte de los Agro-Emperadores




por Víctor Ego Ducrot

Con el cuento de la crisis, las corporaciones agrarias y financieras, locales y globales, se ponen las botas. Obama, la CIA y los medios las protegen. El caso argentino, la rebelión de la soja.

Argentina es uno de los grandes agroproductores del planeta. Hace un año, las entidades patronales del sector tendieron un cerco sobre el gobierno, con la intención de no pagar impuestos a la renta exportadora (retenciones) y se transformaron en el principal núcleo opositor de la derecha vernácula.
Estos sectores cuentan con la complicidad de la red mediática concentrada y en forma sistemática tienden a presentarse como víctimas frente al conjunto de la sociedad. Los elementos más conservadores del espectro político ven en ellos una oportunidad para recuperar el espacio relativamente perdido durante los últimos tiempos.
Esa, más o menos, pude ser la síntesis de la coyuntura política del país, pese a que para los pequeños productores de agricultura familiar, trabajadores urbanos ocupados y desocupados, para las más amplias capas de la población, la agenda de cambios profundos contra la pobreza sigue pendiente.
Sin embargo, la llamada “crisis del campo” excede lo local y debería ser considerada desde una perspectiva más abarcadora y estructural respecto de la Argentina misma, y en sintonía con lo movimientos telúricos que se dan al interior del sistema capitalista-imperialista.

Primero, lo que sucede en casa

La patronal agropecuaria y el gobierno nacional, que no quiere ni puede concederles el beneficio que reclaman, porque las cuentas fiscales colapsarían y los precios internos de la canasta familiar alimentaria treparían hasta las nubes, están condicionados por el círculo vicioso que domina al paradigma productivo de este país.
En ese sentido, resultará útil reproducir aquí las principales consideraciones de un muy inteligente artículo publicado por el diario Página 12 el 25 de febrero último, con el título “Doble renta”.
Los reclamos de la dirigencia del campo para que el gobierno disminuya los derechos de exportación de granos se basan en una visión distorsionada de cómo se debe conformar el nivel de utilidades del sector. El Poder Ejecutivo, como lo hacen otros gobiernos del mundo, busca recaudar impuestos en los sectores con mayor capacidad de generación de ganancias. El campo es claramente el sector productivo de mayores ventajas comparativas. Ventajas brindadas por la generosidad del clima y la tierra argentinos. Los productores no lo ven así, porque mantienen desde hace años un sistema productivo que divide la renta en dos partes: en promedio, 70 por ciento para el dueño de la tierra y 30 por ciento para el arrendatario. En el país casi el 70 por ciento de la tierra se trabaja bajo ese régimen. En Estados Unidos, el gran productor mundial de alimentos, menos del cinco por ciento de la tierra cultivada se arrienda. En Europa sólo se alquila el tres por ciento de los campos. En Brasil prácticamente no existe el arrendamiento.
Los arrendatarios, los más enfervorizados en la protesta, se quejan porque el 50 por ciento de su costo es el alquiler de la tierra. Por eso no hay precio ni nivel de retenciones que los satisfagan.
También sucede que ellos (los arrendatarios) no realizan las labores de siembra y cosecha con su propia maquinaria: la mayoría terceriza esos trabajos. Así entra en la distribución de la renta un tercer actor, el contratista, dueño de las maquinarias.
Con una misma inversión, el dueño de la tierra recibe un alquiler fijo, sin tener que invertir en semillas, fertilizantes, herbicidas, mano de obra ni maquinarias; el arrendatario entra en un negocio de gran nivel sin tener que invertir millones de dólares para comprar la tierra; y ambos evitan comprar tractores, sembradoras y cosechadoras.
Por su parte, Osvaldo Barsky, también citado por Página 12, explica en su libro “La rebelión del campo” que el mayor problema no es que se trabaje en tierras arrendadas, sino el exorbitante precio al que llegaron los alquileres, empujados por la competencia entre los grandes pooles de siembra. Este fenómeno deja afuera a los pequeños productores que, al no tener el mismo nivel de productividad que los grandes, van quedando marginados del negocio. Así se concentra la producción agropecuaria.
Recordemos que los pooles de siembra se conformaron a partir de la llegada de capitales financieros especulativos al sector agrario, constituyendo así el sistema de agronegocios, que en Argentina y en los países del Mercosur derivó en el modelo cuasi monocultivista sojero, orientado a los mercados globales y con severas consecuencias ambientales, sociales y alimentarias.
En algún momento llamó la atención que en la sublevación contra el gobierno coincidan entidades patronales de arrendatarios y de terratenientes (la Federación Agraria Argentina –FAA- y la Sociedad Rural Argentina –SRA- respectivamente). Algunos analistas consideraron que esa alianza sólo es consecuencia de los errores del gobierno, que no sabe diferenciar y propende así al aglutinamiento de las fuerzas patronales conspirativas.
Errores gubernamentales los hubo, y muchos. Sin embargo, considerar que esa nueva alianza se explica por ello resulta, cuanto menos, ingenuo. La convivencia de patronales arrendatarias y terratenientes se explica, fundamentalmente, en el hecho de que ambos sectores comparten el paradigma de agronegocios, sojero y orientado a los más altos rindes en los mercados mundiales de commodities.
Hace mucho que esa estructura agraria dejó en segundo plano su rol de productora de alimentos para el mercado interno; simplemente ello no está entre sus prioridades. Por eso, cuando el gobierno anuncia concesiones y mejoras para los sectores lecheros, por ejemplo (aunque también para la exportaciones lácteas), las patronales agrarias insisten con aquello que las une, la eliminación de la retenciones o pago por derechos a las exportaciones de soja.

El mundo y sus dueños

El esquema antes descrito juega sobre un tablero internacional, sobre el mismo que la derecha vernácula y sus protagonistas estrellas -la dirigencia patronal del agro- quieren posicionarse para imponer proyectos y obtener espacios políticos.
El 22 de febrero pasado, desde Bogotá, la publicación electrónica Vanguardia informaba lo siguiente.
Se vivió con el petróleo: de 40 dólares el barril, lo llevaron a un histórico de 130; y ahora, sustentando la crisis financiera mundial, se tasa por debajo del precio de donde inició esa aparatosa carrera alcista.
Para muchos, esa alta cotización fue el coletazo del fin del crudo, pues al parecer los pozos se habían secado; sin embargo, un sector considera que es la puesta en práctica de las llamadas “burbujas especulativas”, que suelen nacer y dar sus frutos en las principales bolsas del mundo.
¿Pero como sube y pierde 100 dólares en tan poco tiempo? Esa burbuja se les desinfló y crudo hay para rato.
Ese mismo fenómeno está ocurriendo con el precio del maíz, pues si bien es cierto que el 20 por ciento de la cosecha de los Estados Unidos (mayor productor mundial) se destina para etanol (agrocombustible), una tecnología costosa y hoy poco atractiva ante un petróleo barato, no es el referente para que la cotización tenga en apuros a medio mundo, cuando las cosechas, hasta la fecha, han sido normales y dentro de las proyecciones mundiales.
La fórmula del petróleo se la están aplicando al maíz, pues les genera altos dividendos, es el papel con que más se especula en la Bolsa de Chicago. No es que ellos manejen los físicos, si no que los corredores e inversionistas ponen a circular esa burbuja como la más atractiva del mercado, la cual se compra de mano en mano buscando los mejores dividendos. Estamos convencidos de que el precio del maíz en el mercado externo obedece a factores especulativos, los cuales son toda una montaña rusa. Esa especulación se está dando con todos los commodities.
Si es cierto que el mundo se cae como consecuencia de la llamada crisis global, ¿de donde salen los fondos para la nueva ronda de negocios especulativos?
Una buena parte se mantiene en los activos financieros de las grandes corporaciones del sector. Recordemos que lo que los medios de comunicación concentrados -herramientas de sentido de esas mismas corporaciones- espectacularmente denominan “nacionalización” de bancos en Estados Unidos y en la Unión Europea (UE), en realidad no es otra cosa que traspaso automático de pasivos privados a la “caja boba” del Estado, de un Estado que viene siendo privatizado en sus funciones operativas desde hace dos décadas. De esa forma, las corporaciones financieras continúan con sus buenos negocios, mientras que a la crisis la paga el conjunto de la sociedad.
Oros fondos que necesita el mercado especulativo de los agronegocios provendrán de los dos billones de dólares que el gobierno de Barack Obama decidió inyectar, “para salir de la crisis”, en la cuentas de entidades financieras, empresas y consumidores, de forma tal que estos últimos sigan aceitando la rueda, con nuevos endeudamientos.
Se trata de un negocio redondo para las corporaciones financieras; quizá más redondo aún que el obtenido con la inyección de activos que dispuso la administración Bush después de los auto atentados del 11 de septiembre del 2001, tal cual se describe en el libro “Bush & Ben Laden S.A.”, de quien esto escribe y editado en noviembre de aquél año en Buenos Aires, por la editorial Norma.
Y esos negocios quedarán garantizados si termina de imponerse la modalidad política que caracteriza a la actual etapa del sistema capitalista-imperialista, que denominamos Imperio Global Privatizado (IGP) –ver el ya citado libro “Bush & Ben Laden S.A.”-: la privatización del Estado, ya no sólo en lo que hace a sus empresas de servicios, por ejemplo, sino al Estado como aparato de gestión.
En Argentina, las patronales rurales tienen ese objetivo, aunque sus operaciones de prensa pretendan lo contrario.
El presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, dijo días pasados: “todos los intentos del gobierno por quebrar a la Mesa de Enlace (expresión política de la patronales del agro) han fracasado y hoy por hoy son los productores los que deben ocupar los cargos políticos, antes que dejarlos en manos de marginales”.

Negocios protegidos por expertos

En uno de los primeros informes que recibió el flamante Obama, la CIA considera que la “crisis financiera internacional” es la principal amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos. Dicho documento acaba de ser elevado al Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos por el director de la Inteligencia Nacional de ese país, el almirante retirado Dennis Blair.
El informe advierte que si la “crisis” continúa se registrará un aumento del nacionalismo en el mundo. Países amigos podrían convertirse en enemigos, los aliados tendrán muchas dificultades para cumplir con sus acuerdos militares y sus obligaciones humanitarias, y los problemas inmigratorios se multiplicaran.
La atención recae sobre está centrada sobre países como China, los tigres asiáticos, Rusia y los países de Europa del Este.
Según publicó el 22 de febrero último el diario Clarín de Buenos Aires -emblema del sistema mediático concentrado local- los escenarios van desde una especie de Pearl Harbour financiero, es decir un ataque asiático contra el dólar hasta el regreso de algunos países de Europa del Este a políticas económicas más socialistas lo que conduciría a agravar las tensiones en el seno de la Unión Europea.
China es el principal acreedor de Washington, con casi un billón de dólares (cifra equivalente a la mitad del “rescate” que impulsa Obama) en bonos del tesoro de Estados Unidos.
También hay preocupación por lo que pueda suceder en América Latina y en África, donde la baja de los precios de la commodities combinado con la fuga de capitales hacia mercados más seguros está produciendo estragos, añadió Clarín.
Puede interpretarse que el documento del jefe de la inteligencia de Estados Unidos tiene la clara intención de desestabilizar toda iniciativa política que pueda obstruir los trazos estratégicos de los nuevos negocios globales de la especulación agro financiera.
Esa estrategia estadounidense tiene adecuaciones “nacionales”, de ahí la nueva agresión de Obama al presidente venezolano Hugo Chávez (dijo que Estados Unidos no pude depender del petróleo de “dictadores”) y los apoyos expresos y tácitos que la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires le viene dando en forma sigilosa a las patronales agrarias de Argentina.
El gobierno de la presidenta Cristina Fernández se vio obligado, el jueves pasado, a una más que justificada reacción. Por boca de su canciller, Jorge Taiana, calificó a la CIA de irresponsable y pidió explicaciones al embajador estadounidense, debido a un informe de esa agencia, en clara consonancia con las declaraciones de Blair ante el Congreso.
Taiana afirmó que son infundadas las conclusiones de la CIA, cuando sostiene que la “crisis financiera” se extendió particularmente a la Argentina. “Las conclusiones de la agencia de inteligencia estadounidense son irresponsables, infundadas y no muestran el respeto ni la madurez que deben existir entre dos países”, dijo el canciller
El primer informe sobre inteligencia económica que el nuevo director de la CIA, León Panetta, presentó a Obama asegura que “la agencia de los espías está siguiendo tendencias inquietantes en muchos lugares del globo, desde el sudeste asiático a América latina", según reveló ese mismo jueves el diario The Washington Post.
Panetta había dicho que, en reuniones privadas, funcionarios de inteligencia latinoamericanos advirtieron a sus colegas estadounidenses sobre una crisis que se está extendiendo en todas partes del hemisferio, en particular en la Argentina, Ecuador y Venezuela.
Entre los expertos que se dedican a cuidar al reino de los agronegocios no sólo se encuentran los Estados de los países centrales y sus agencias militares, de seguridad e inteligencia. En esa función juegan un rol esencial los grandes medios de comunicación concentrados -aliados financieros y comerciales de las corporaciones, y por ende socios políticos-, los encargados de crear sentidos comunes (valores y opiniones) entre la sociedad, a favor de sus intereses sectoriales.
El Observatorio de Medios de Argentina, de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) divulgó la semana pasada un breve pero revelador artículo -consultar en la web de APM- sobre cómo las patronales locales del agro se paran ante los medios de comunicación.
“Tienen que saber que la realidad es lo que percibe la gente, y esto viene de las escuelas de psicología infantil de Estados Unidos y es lo que hace que el otro actúe según lo que tiene en la cabeza: así es que si la gente cree que va a llover, va a salir con paraguas e impermeable, aunque no llueva”. Así se expresó en una de sus “clases” de la flamante escuelita de cuadros de la SRA, el consultor Felipe Noguera.
Dentro de la estructura mediática también juegan un papel relevante las famosas encuestadoras “científicas”.
“El sector agropecuario está mucho más sólido que el gobierno nacional en su estrategia de comunicación”. Esas fueron las declaraciones de Manuel Mora y Araujo, uno de los más destacados encuestadores argentinos al portal de noticias especializadas Infocampo, sistemático portavoz de las patronales del agro.
“Los dirigentes del agro han mostrado una gran apertura al diálogo siendo muy unidos, a pesar de las diferencias internas que existen; el gobierno, en cambio, no tiene un objetivo comunicacional muy claro y repite las mismas estrategias del año pasado. El gobierno sigue insistiendo con querer hacerle creer a la población que el hombre de campo es avaro, egoísta y malvado, cuando todos sabemos muy bien que esto está muy lejos de ser así: es un error repetir los discursos que nos llevaron a un conflicto tan largo el año pasado. La realidad es que buena parte de la sociedad argentina tiene gran simpatía hacia la gente de campo; esto no es así hacia el gobierno nacional, que está muy cuestionado en varios sectores de la sociedad”, afirmó el encuestador si dar pista alguna sobre la metodología “científica” desde la cual arriba a esas conclusiones.

La guerra por la comida

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) consideró que la producción mundial de cereales bajará en el 2009, principalmente, en Sudamérica, debido a las fuertes sequías y que los precios permanecerán elevados.
La FAO calcula que las reservas de cereales para el 2009/2010 se situarán en 496 millones de toneladas, el nivel más alto desde 2002, aunque para el año comercial 2008/09 (junio/julio) las previsiones apuntan a nuevos incrementos en el uso de cereales para la producción de agrocombustibles.
En Estados Unidos se prevé que el uso total se incremente hasta cerca de 93 millones de toneladas (de las cuales 91 millones son de maíz), un 19 por ciento más sobre el nivel de 2007/08, sostiene el informe dado a conocer en los últimos días.
Ese panorama, que para la mayoría de los expertos es indicativo de una marcada tendencia alcista en los precios promedio de la alimentación, tendería a agravarse en los países eufemísticamente denominados emergentes, porque serán ellos los más golpeados por los efectos de la llamada “crisis global”.
En Argentina por ejemplo, asoman indicadores preocupantes que podrían reflejarse en aumento de la desocupación y caída del consumo, hechos letales para un país que, paradójicamente, es gran productor agropecuario y ofrece tasas desmedidas de desnutrición infantil y pobreza generalizada (con casi el 50 por ciento de los trabajadores activos “en negro” o fuera del sistema).
Esos indicadores, difundidos esta semana por varios medios periodísticos y no desmentidos por el gobierno, dicen que el ingreso de divisas bajó un 36 por ciento en enero pasado, porque se vendió un 14 por ciento menos en cantidades y a un precio 25 por ciento menor.
En Brasil el panorama es similar y ambos países están haciendo esfuerzos para sintonizar una misma frecuencia ante la situación, pero no logran evitar la caída de los intercambios bilaterales y dentro del Mercosur en general.
Si Estados Unidos amenaza con que lo problemas de la pobreza en nuestra región son cuestiones de “seguridad nacional” para ellos, y por estas tierras no se le da respuesta estructural y de fondo a la pobreza -que como vemos cada día pasa más por la lucha por comer-, las fuerzas más conservadoras avanzarán en términos económicos y políticos.
Mientras tanto, las grandes corporaciones en “crisis” siguen con sus lucrativas especulaciones, comamos o no comamos.
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Fuente: Agencia Periodistica Mercosur
Pubicado en: http://eco21.com.ar/ecologia

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