Phil, 83 años y cuatro nietos y el activista de 83 años más popular del movimiento ambiental Extintion Rebellion

Desde que el grupo comenzara sus protestas el pasado mes de marzo en Londres le han detenido treces veces por encaramarse a lo alto de un tren, encadenarse a compañeros, bloquear el tráfico o pintar grafitis en sedes gubernamentales. Los dedos de las manos ya no son suficientes para contar las veces que este vecino de Bristol miembro de una la rama de Extinction Rebellion, ha sido detenido: ya son trece. Como él mismo reconoce, se ha acabado convirtiendo “en todo un experto”.

Dos de la tarde del lunes 7 de octubre, el primero de los catorce días de protestas que el grupo Extinction Rebellion ha programado por todo el planeta para exigir a los gobiernos que adopten medias con las que hacer frente a la emergencia climática. Vestido con traje y corbata, Phil Kingston, de 83 años, se encuentra frente a la sede del Tesoro -el equivalente al Ministerio de Hacienda español- en el centro de Londres. Mientras una mujer mantiene apoyado sobre los muros del edificio un cartón en el que alguien ha recortado las letras que conforman la frase: "Vida, no muerte para mis nietos", Phil rocía la plantilla con un spray rojo. Antes de que pueda retirar el cartón para dejar a la vista el resultado, aparece un agente de la Policía que lo hace por él de forma airada mientras agarra a Phil por la muñeca y lo conduce hasta el interior de un furgón policial.

Cristina Casero

Hasta entonces la última vez que acabó en comisaría había sido hace menos de una semana. La Policía tuvo que obligarlo a bajar del techo de un camión de bomberos desde el que Phil y otros miembro del grupo habían lanzado 1.800 litros de falsa sangre contra la fachada del Tesoro.
Sólo durante las protestas que bloquearon el centro de Londres la primavera pasada, Phil llegó a ser detenido hasta cuatro veces en doce días. Una de ellas cuando, después de preparar sándwiches para todos sus compañeros, se encaramó junto a ellos a un tren en Canary Wharf, uno de los distritos financieros de la capital británica. Entonces ya dijo que no pretendía causar molestias a nadie pero que, dado que los usuarios de esas líneas son “gente que iba a trabajar a sitios que están haciendo mucho daño, nos pareció apropiado”. Por eso y porque Phil está convencido de que “las molestias que podemos causar a esta gente son muy pequeñas comparadas con las atrocidades que sufren en otros sitios y que acabarán llegando aquí también”.
“Se pone el dinero por delante de todo lo demás y eso no va a funcionar; no se puede pagar por el planeta”, explica Phil. Y por si a alguien le queda alguna duda, asegura: “Respeto la ley, mi trabajo se basaba en respetar la ley -fue agente de libertad condicional- pero no acepto que la ley respalde a corporaciones que están destruyendo el planeta”.
Su mente no para y su energía tampoco parece agotarse. Cuando el pasado mes de abril los agentes le desalojaron del famoso bote rosa que los manifestantes consiguieron plantar en mitad de Oxford Circus, y al que Phil se había encadenado, ya tenía su siguiente plan en la cabeza. A las tres de la tarde de ese mismo día estaba en la estación de Paddington donde, junto a otros activistas, compró un billete de tren para acceder a los andenes y una vez allí llenó los vagones de pegatinas y grafitis. Tantos como le dio tiempo hasta que la policía volvió a aparecer y se lo llevó de nuevo.
Aunque en sus mensajes tienen siempre presente a sus cuatro nietos -“no quiero que sufran”-, Phil insiste en dejar claro que “todos estamos en el mismo barco y creo realmente que hay algo más grande que nosotros mismos que me dice que no somos los dueños de esto”.
Cuando el pasado 26 de abril abandonó entre aplausos y vítores los juzgados tras declarar ante el juez acusado de obstruir el tráfico, no hubo que esperar mucho para verle sentado junto a Greta Thunberg sobre el escenario del campamento de Extinction Rebellion en el centro de Londres. Phil aseguró que había sido “un honor” estar junto a ella y que es algo que “contaré a mis nietos hasta el día en que muera”.habilita JavaScript en caso de que no lo tengas habilitado tu navegador.
La emergencia climática no es su primera causa. Como él mismo confiesa, hace quince años comenzó a participar en acciones de este tipo “contra la venta de armas, la guerra de Irak y las armas nucleares”. Una de sus primeras acciones en defensa del planeta fue cuando en junio de 2018 se convirtió en eslabón de una cadena formada por personas de su misma edad que impidió el acceso a las oficinas del Gobierno: “No es habitual que la gente mayor haga este tipo de cosas pero tenemos un extraordinario poder social que estamos dispuestos a utilizar”, asegura.
Su chip cambió cuando, tras escribir a varios ministros y diputados, comprobó que “era una pérdida de tiempo”. Lejos de rendirse, decidió cambiar de estrategia porque ”no tenemos tiempo para dejar de hacer cosas. Yo no tengo ese tiempo”. Y, asegura, tampoco tiene “nada que perder". "He tenido una vida larga, una buena vida y soy un hombre muy afortunado. Si así es como voy a terminar mis días, no puedo pedir más”, explica.
La emergencia climática no es su primera causa
Sabe que no está sólo. Londres se ha convertido una vez más en el escenario de las protestas más multitudinarias y radicales de los activistas. Se calcula que el número de manifestantes que está participando oscila entre las 20.000 y 30.000 personas. Sólo este lunes 276 habían sido detenidas (471 hasta las tres de la tarde del martes) tras colapsar el centro gubernamental de la ciudad. Decenas de personas amanecieron el segundo día de protestas tras haber pasado la noche acampados en la avenida Whitehall, frente a Downing Street, la residencia del primer ministro británico, y la sede del Home Office, el Ministerio del Interior. Allí los hay que incluso se han pegado para impedir que los agentes puedan desalojarlos.
A esos a los que Boris Johnson ha definido como “manifestantes con anillos en la nariz” y a los que ha instado a abandonar sus “bulliciosos campamentos con olor a cáñamo” que “ensucian Trafalgar Square y Hyde Park”. Así se expresó el primer ministro británico la noche del lunes durante la presentación de una biografía sobre la exprimera ministra Margaret Thatcher, de la que Johnson dijo que “se lo tomó en serio (la emergencia climática) mucho antes que Greta Thunberg” y a la que definió como “una verdadera feminista, ecologista y revolucionaria que cambió el mundo para mejor“. Un mensaje a años luz del que defiende Phil: “Amar a los demás, amar la vida y hacer que el dinero sólo esté al servicio de ello”.

Fuente: https://www.publico.es/internacional/crisis-climatica-phil-83-anos-cuatro-nietos-activista-83-anos-popular-extintion-rebellion.html - Imagen de portada:
Phil Kingston, de 83 años, es detenido durante la protesta de 'Extinction Rebellion' en Londres. / REUTERS - Henry Nicholls - Imagenes: The Times -


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