Pigmeos y mbochi, etnias ancestrales
Algunos grupos étnicos provenientes de diversas zonas del continente se asentaron durante siglos remotos en áreas de África Central, mucho antes de la actual división política que determinó con el tiempo la constitución de las actuales naciones de la región.
Dos de esos grupos son los pigmeos y el pueblo mbochi, con características morfológicas y culturales muy diferentes; estos conglomerados humanos fueron estudiados por historiadores que sacaron a la luz sus costumbres y tradiciones.
La presencia colonial europea en África, a partir del siglo XV, no alteró el modo de vida de los pigmeos, que han echado raíces en áreas selváticas; los mbochi tuvieron contacto con los conquistadores aunque estos no pudieron influir en su cultura.
Amos de la selva
Los pigmeos o negrillos son quizás los testigos de poblaciones prehistóricas que datan de épocas sumamente lejanas. El continente africano no está ajeno a esos ejemplos de supervivencia; por el siglo I de nuestra era (d.n.e.), esas poblaciones primitivas comenzaron a ser empujadas por las migraciones de los bantú.
Este grupo que en otros tiempos ocupaba un espacio vasto, está actualmente confinado a los bosques tropicales más tupidos; los pigmeos batwa componen el uno por ciento de la población de Burundi.
Igual porcentaje de pigmeos batwa posee la población de la vecina Ruanda, ambas pequeñas naciones de la región de los Grandes Lagos en el África Central.
En los abundantes bosques y floresta de espesa vegetación de la República del Congo radica una minoritaria población pigmea que, como en Burundi y Ruanda, apenas rebasa el uno por ciento de sus habitantes.
La República Democrática del Congo (RDC), el tercer país más extenso del continente, posee el segundo bosque tropical más grande del mundo.
En esa inmensidad de enormes árboles de donde cuelgan gruesas lianas o se enredan en los troncos y en los suelos corren prístinos arroyos, habita el poco más de medio millón de pigmeos mbuti del país, según la organización Survival International.
Si se tiene en cuenta que la población de la RDC es de unos 70 millones, la proporción es insignificante; es decir, en el conjunto de naciones de la región central africana, donde habita este pueblo, su importancia demográfica es baja.
Los pigmeos viven preferentemente de la caza que permitió a sus ancestros sobrevivir durante miles de años. En las cacerías usan redes enrolladas obtenidas de las lianas y van armados de lanzas de punta de hierro en busca del botín, los cuales son los animales salvajes, alimento para la familia y la comunidad.
La recolección es la otra vertiente que complementa la actividad de ese grupo, favorecida por la diversidad de frutos que ofrece la selva. También trepan a los árboles para obtener miel, necesaria para su dieta.
Parecen detenidos en el tiempo los pigmeos y nada hace presagiar cambios en el futuro.
Los mbochi
Ese pueblo, establecido en la parte norte de lo que en la actualidad es la República del Congo a partir de los siglos IV y V, a continuación de los movimientos migratorios bantú, reconoce en sus tradiciones orales que llegó a la región proveniente del este, sin especificar el lugar.
Numerosos elementos comunes permiten apreciar que la organización social y política de los mbochi es, en lo fundamental, la misma en toda esa gran etnia.
Sus pueblos a menudo se encuentran situados en los límites de un bosque o en las proximidades de una vía acuática. Los dominios familiares, los bosques, los ríos, las grandes corrientes fluviales, las sabanas, son parte integrante del pueblo.
Para ellos, un pueblo es un espacio que tiene un nombre y de cada nombre proviene el sentimiento de pertenecer a él.
Un conjunto de pueblos agrupados bajo la autoridad política de un kani o jefe constituye la tierra, el dominio geopolítico de una jefatura donde se ejercen todos los poderes de un cabecilla investido y coronado: agrarios, judiciales, administrativos, religiosos o políticos.
El jefe es el guía moral y espiritual de la comunidad, y ejerce sus derechos y poderes, los cuales en principio son hereditarios: de padre a hijo, de tío a sobrino; también resulta el guardián de la tierra de los antepasados, el responsable de cuanto allí pasa, el protector de todo el conglomerado humano.
La tierra y los recursos naturales (suelos cultivables, lagunas, minas, fauna), se poseen colectivamente por las diferentes familias patriarcales, las cuales constituyen la comunidad local; el suelo ocupado por los ancestros comunes pertenece de manera colectiva a los miembros de la familia.
El kani no posee la tierra de la comunidad local de manera privada: su papel radica en velar por el conjunto del patrimonio de las familias independientes, consumar los ritos para la fertilidad del suelo, la abundancia de la caza y la pesca o arbitrar querellas.
En compensación a esos servicios, realizados a título de hermano mayor y de representante de los ancestros muertos, recibe algunos regalos provenientes de la cosecha, la caza o la pesca; los toma porque ejerce una función social aceptada por todos.
La agricultura constituye lo esencial de la producción social. Cultivan yuca, maíz, maní y toda clase de legumbres, entre otras producciones. El intercambio comercial se realiza en el mercado, a donde acuden miembros de otras comunidades.
Dos etnias, dos modos diferentes de apreciar la vida en el África Central.
Fuente: Roberto Correa Wilson (PRENSA LATINA. Colaboración para ARGENPRESS CULTURAL)
El autor es periodista cubano, especializado en política internacional, y ha sido corresponsal en varios países africanos.