India: El verdadero costo de la minería de uranio I
Los desechos de la mina de uranio de Tummalapalle, en India, ha contaminado el agua de la zona, causando la muerte de ganado, pérdida de cosechas y problemas de salud para la población local. A día de hoy, continúan luchando por sus derechos. Gangotri tenía 10 años cuando aparecieron las primeras heridas en una pierna. Dos años después, tenía ambas cubiertas de ampollas costrosas que siguen creciendo. Los médicos todavía no han sabido ni diagnosticar ni curarla.
Krishna Shree - Rajesh Serupally
El caso de Tummalapalle
Gangotri es una niña despreocupada. Sin darle mayores dimensiones nos enseñó la herida de la fotografía que tanto le ha cambiado la vida. Sin embargo, en su pueblo, Kottala, en el distrito de Kadapa, Andhra Pradesh, India, cunde la ira. Ella no es la única persona que sufre de una condición extraña de alguna u otra manera: enfermedades sin precedentes, muerte de ganado, pérdida de cosechas… Abundan las malas noticias y para los residentes queda claro a quién culpar: la mina de uranio Tummalapalle local.
La mina comenzó a operar en 2012 tras conseguir los permisos en 2006. El mineral de uranio en Kadapa supone la mayor reserva del país. La empresa estatal Uranium Corporation of India Limited (UCIL) compró las tierras de los pueblos alrededor de Tummalapalle, como Mabbuchintalapalle, Bumayigaripalle y Rachakuntapalle de Velpula y Medipentla Mandals, y 60 hectáreas en el pueblo de Vemula Mandal, en Kottala. Todo para la disposición de relaves, para conducir los desechos a una balsa de residuos minerales. Allí llevan depositándolos durante más de un lustro.
El proyecto de Tummalapalle, que consiste de una mina subterránea y una unidad de procesamiento, procesa 2350 toneladas de minerales diarias, según una carta enviada por la Uranium Corporation of India a la junta de control de la contaminación de Andhra Pradesh. De estas, solo se consigue extraer 1305 gramos de uranio; el resto se convierte en residuos radioactivos que van a parar a la balsa. Esta es la situación desde abril de 2012, cuando se comisionó la planta. Es decir, a día de hoy, se han depositado más de 5 millones de toneladas de estos residuos.
Los remanentes del proceso minero se almacenan en forma de lodo semisólido que se bombea a la balsa, a 6 kilómetros de las instalaciones. Este lodo contiene torio y radio, componentes habituales de los materiales desechados, así como polvo de uranio y demás residuos. De inhalarse o ingerirse, supondrían un serio riesgo para la salud. Cuando visitamos la balsa, nos percatamos de que la zona no estaba acordonada, ni tampoco se restringe el acceso. Los vecinos con ganado frecuentan el área para pastar, como si no sucediera nada inusual.
Los remanentes del proceso minero se almacenan en forma de lodo semisólido que se bombea a la balsa, a 6 kilómetros de las instalaciones. Este lodo contiene torio y radio, componentes habituales de los materiales desechados, así como polvo de uranio y demás residuos. De inhalarse o ingerirse, supondrían un serio riesgo para la salud.
Los protocolos de seguridad internacional dictan que todas las balsas de residuos deben revestirse de arcilla de bentonita y polietileno para evitar que contamine las aguas subterráneas. Pero la balsa de Tummalapalle no sigue estas directrices y el lodo radioactivo la ha alcanzado, afectando a las cosechas, al ganado y a la salud de las personas por igual.
El agua subterránea de los pueblos de la zona está contaminada con uranio y varios metales pesados, de acuerdo con un informe del Centro de materiales para la tecnología electrónica (C-MET). Realizaron sus pruebas con la aprobación de YS Avinash Reddy, parlamentario por Kadapa, tras las quejas de la población local.
El Dr Babu Rao, científico jubilado del Instituto Indio de Tecnología Química (IICT, Hyderabad) dice que “la empresa admite no haber revestido la balsa según las condiciones establecidas en el documento de consentimiento para el comisionado (CFE). UCIL asegura que han seguido las establecidas por la Junta Reguladora de Energía Atómica (AERB). La realidad nos cuenta una historia bien distinta. Ahora que la balsa está llena, es difícil comprobar la permeabilidad de la base. La pendiente no está revestida ni compactada, eso se puede comprobar a plena vista. Las pendientes son muy porosas y pueden filtrar liquido de la balsa. Ni siquiera el fondo está a prueba de filtraciones. Hay cálculos aproximados que indican una pérdida de, al menos, 43 metros cúbicos diarios solo desde la base. Eso es mucha contaminación”.
UCIL recibió muchas quejas para que instalara una planta de osmosis reversa (RO), una purificadora de agua, en KK Kottala y Mabuchintalapalle. Esta petición de Kanampalli fue rechazada. Ravi Nayak, el presidente del Mandal Praja Parishad (MPP) de Kanampalli nos dijo: “Pese a que les ofrecimos tierra gratis para que construyeran su purificadora de agua, UCIL nunca dio luz verde al proyecto. Ahora tenemos que comprar agua de fuera”.
En KK Kottala, Mabuchintalapalle y Kanampalli, en cuanto la gente supo que habíamos acudido allí a hablar de la mina, empezaron a contarnos todos los problemas que les había causado. Muchas personas tenían problemas cutáneos crónicos que los médicos no han sabido curar. Estamos hablando de personas de todas las edades, afectadas por igual por el agua contaminada que usaron para cocinar, lavar, higiene, etc. Nos mostraron brazos y piernas recubiertos de costras negras. Lo mismo sucedía con su ganado.
Karthik, un niño de nueve años de KK Kottala, lleva sufriendo problemas cutáneos desde hace años. Se rasca sin cesar por todo su cuerpo, su rostro evidenciando el dolor que padece. Su muslo derecho ha sanado tras años de medicación. Pero la enfermedad ha reaparecido en su mano izquierda y continúa expandiéndose.
Las irritaciones son solo el principio. El torio y el radio presentes en los desechos de la mina que han contaminado el agua provocan un mayor riesgo de cáncer, como el óseo.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/desconexion-nuclear/el-verdadero-coste-de-la-mineria-de-uranio-i Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International. Sigue en la segunda parte. - Traducción de Raúl Sánchez Saura.