Argentina: Cuando la derecha se pone a la derecha de Roca

La municipalidad de Bariloche decidió reubicar el monumento del último presidente del siglo XIX por la tensión que genera en la comunidad local. Pero el sector más duro de la oposición no se la dejó pasar. Miguel Pichetto, José Luis Espert, Javier Milei y hasta Franco Rinaldi manifestaron su rechazo y tildaron al intendente de "zurdo negador" y "burro" y "anti patria". Mauricio Macri se sumó a la campaña "Con Roca, no". El diputado Alejandro Finochiaro hasta presentó un proyecto de repudio y afirma que Roca fue "progresista". 

Por Matías Ferrari

La decisión de la municipalidad de Bariloche de reubicar el monumento a Julio Argentino Roca desató la cólera del ala dura de la oposición, muchos de cuyos dirigentes pusieron el grito en el cielo y se embarcaron en una suerte de reivindicación histórica del jefe militar de la campaña del desierto. “Ignorante”, “burro”, “zurdo negador” y “viejo montonero” fueron algunos de los halagos que recibió en las últimas 48 horas el intendente, Gustavo Genusso, por mandar a trasladar la estatua desde el pedestal de piedra donde está montada, en el epicentro de la plaza "Expedicionarios al desierto", hacia otro sector del Centro Cívico de esa ciudad, donde convivirá con otras figuras homenajeadas como Juan Manuel de Rosas. Genusso –que pertenece a Juntos Somos Río Negro y que dejará su cargo el 10 de diciembre– intentó explicar que la idea no es otra que preservar la obra del vandalismo que sufre cotidianamente, pero no alcanzó para calmar la tirria contra él. Miguel Ángel Pichetto, José Luis Espert, Sabrina Ajmechet, Ricardo López Murphy, Javier Milei y hasta Franco Rinaldi, entre otros, coincidieron en reprobar lo que consideraron una ofensa contra su sistema de ideas. Mauricio Macri retwitteó una columna de opinión titulada “Con Roca, no” escrita por su exembajador en Israel, Mariano Caucino. El diputado nacional Alejandro Finocchiaro, por su parte, presentó un proyecto en declaración en el que expresa su “más enérgico repudio”.

Maten al mensajero
“No estamos discutiendo a Roca. Estamos discutiendo lo que significa que esté en el medio de la plaza, por los problemas que genera, nada más”, intentó explicar Genusso, quien además denunció que recibió amenazas de muerte. La reubicación ya había sido planteada en el Concejo Deliberante local por un grupo de especialistas en historia y urbanismo, con el argumento de que “altera la armonía simbólica y genera conflictos sociales y políticos que antes no existían”. A su alrededor hubo en los últimos años desde un desfile de ultraderechistas disfrazados del Ku Klux Klan hasta quienes lo tapan con lonas negras. Las vandalizaciones con aerosol son permanentes, las mismas que sufren también los pañuelos de las madres dibujados en la plaza, que según el intendente serán trasladados a un memorial, lo que generó la protesta de organismos de derechos humanos. El presidente del Instituto Nacional Rocaniano, Nicolás Suárez Colman, adelantó que presentará un amparo para evitar que entre en vigencia la resolución municipal.
Pero la decisión de Genusso –avalada por el dictamen de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos– generó una ola de acusaciones de parte de prácticamente todo el espectro de la derecha, que aprovechó para colar la reivindicación cultural del último presidente del siglo XIX y primero del siglo XX en medio de la campaña. La nota la dió el tono de la reacción: ninguno se ahorró alguno de los términos del catálogo de adjetivos violentos e insultos con que suelen plantearse en ese tipo de debates:

    •    “Es la representación gráfica de esta Argentina decadente que tenemos hace cien años”, posteó en Twitter el candidato presidencial de la Libertad Avanza, Javier Milei. “En nuestra Argentina vamos a enarbolar orgullosos los símbolos de aquellos que hicieron grande este país”, agregó. “¿En qué cabeza de zurdo negador puede entrar que saquen la estatua de quien ganó la Patagonia para Argentina?”, se preguntó su compañera de fórmula, la negacionista Victoria Villarruel. “¡Los próceres en las estatuas, los delincuentes a la cárcel!”, remató.
    •    “Hay que ser inepto, burro, y anti patria para deshonrar la figura de Julio Argentino Roca, prócer, conquistador de nuestra Patagonia e impulsor de la modernización del Estado”, escribió el diputado nacional y exministro de Economía de la Alianza, Ricardo López Murphy. Su publicación fue retuiteada por Patricia Bullrich.
    •    “¿Qué les pasa a esta gente? Si no fuera por Roca, serían chilenos. Tarados de estudio”, se sumó el candidato a senador por la provincia de Buenos Aires, José Luis Espert.
    •    "Son grupos que están dirigidos por viejos montoneros, que ocupan campos y terrenos. Esto es demoler la figura nacional porque fue una figura importante en la historia", opinó Miguel Ángel Pichetto. "Los historiadores kirchneristas están todos borrados, hablan pavadas con historias Billiken", agregó.
    •    La diputada nacional Sabrina Ajmechet, por su parte, sostuvo que se trató de “un ataque a la construcción del Estado nacional argentino” y opinó que “los que lo llevan a cabo son, sobre todo, burros”.
    •    “Un día, no muy lejano, todo lo que se llame Néstor Kirchner lo renombraremos Julio Argentino Roca y todo lo que se llame Rodolfo Walsh será rebautizado con el nombre de Jorge Luis Borges, quien nunca perteneció, ni simpatizó con ninguna organización terrorista”, se sumó también al tren Franco Rinaldi, quien hace poco debió bajar su candidatura a legislador porteño por expresiones similares.
Roca, un "prócer"
Otro que apeló a un retweet fue el expresidente Mauricio Macri, quien compartió una columna publicada en Infobae por su exembajador en Israel, Mariano Caucino. La nota, entre otros halagos, dice que Roca “fue el mejor presidente de la Historia argentina”. Agrega que “le debemos la mitad de nuestro territorio” y que la campaña del desierto “constituye el mayor acto de afirmación soberana de la Argentina después de las guerras de Independencia”.
Igual de enfático, el diputado Finocchiaro describió su propia admiración al último presidente del siglo XIX y el primero del siglo XX. “Roca fue progresista”, le dijo a Página/12. “Creó el registro civil, para empezar. Así le dió al Estado una facultad que le sacó a la iglesia católica, lo que además permitió que creyentes de otros cultos o aún ateos se puedan registrar. Pero además impulsó la ley 1420 de educación laica gratuita y obligatoria, que además creó concepto de argentina y de argentinidad, que resultó clave en medio de la segunda gran oleada de inmigración para que todos sepan qué suelo estaban pisando. Para dictar esa ley rompió con el Vaticano, le renunció medio gabinete, ¿que es eso si no es ser progresista?”, se explayó.
–-¿Qué opinión le merece lo que genera el monumento para los pueblos originarios, que consideran a Roca un genocida?-- le preguntó este diario.
–-En ese sentido hay un anacronismo histórico, porque a los personajes de nuestra historia hay que analizarlos por su contexto. Algunos historiadores, como Felipe Pigna, cometen ese error, que es juzgar a los actores del pasado con los valores del siglo XX o XXI. Cuando se hizo la campaña del desierto no existía la concepción de genocidio, muchísimo menos existía el delito de genocidio. No deberían enojarse tampoco los organismos de derechos humanos, no podemos estar en contra de alguien que fue dos veces presidente de nuestro país. Te puede gustar más o menos, pero fue parte de la historia. Desde 1853 somos todos argentinos, los mapuches también.
“Roca merece un lugar central, eso de que la van a reubicar no es válido, va a estar en un lugar donde no se va lo a ver. Es un tema simbólico, político”, cerró el diputado sobre las razones de su proyecto de repudio.

Fuente: Pagina 12 - Imagen de portada: La estatua de Roca “genera conflictos sociales y políticos que antes no existían”, según un grupo de especialistas que pidió su reubicación. . Imagen: Télam
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El nieto 133, Roca y el Malón

La restitución de un nieto, el traslado de la estatua de Roca en Bariloche y el anuncio de un acuerdo de coyuntura con el Fondo Monetario Internacional. Si se junta todo esto que pasó en pocos días no sale un pastiche: sale Argentina. Y podría agregarse más, como el tercer Malón de la Paz que se aproxima a la ciudad de Buenos Aires y una interna preelectoral en la que se arrojan muertos por la cabeza. En la capacidad de zurcir esos retazos puede haber una pista para asumir una realidad y encontrar respuestas para el futuro. Nunca dejará de ser motivo de asombro y alegría la recuperación de la identidad de un nieto apropiado por la dictadura. No se trata de un problema individual del hijo de Julio Santucho y Cristina Navajas. Cada nieto recuperado interpela a todos los argentinos. Son 133 veces y todas las que faltan. Hay candidatos en las próximas elecciones que reivindican a los genocidas de la dictadura militar, como la aspirante a vicepresidenta de Javier Milei.

Por Luis Bruschtein

En esa candidatura y en todas las que despunta la defensa de los genocidas, --como en el gobierno de Mauricio Macri cuando se intentó aplicarles el dos por uno y ponerlos en libertad-- hay una intención de repetir esa tragedia. Es el país cementerio, el país de la represión y el silencio y al que aspiran. No son muchos, más bien una marcada minoría, pero son muchos los que ya restan importancia a esa tragedia como si creyeran ilusamente que forma parte del pasado.
Reducir la tragedia al hecho coyuntural de una campaña electoral sería una torpeza, aunque también la atraviesa. Se trata de visualizar que existe en la matriz de conformación del país, como hecho posible, la violencia de los poderosos ejercida sin límites ni piedad sobre los que se interpusieron en sus metas. Son incrustaciones en un sentido común de la historia, muchas veces disfrazadas de progreso, otras como mal menor, y otras directamente como impulso de superioridad cultural o de supuesto acto de defensa propia ante las víctimas de ese crimen.
Los criminales y sus víctimas han conformado un aspecto de esta construcción histórica que es el país y en cada decisión los argentinos deciden, más allá de nombres y protagonistas, cuál es la esencia que descartan y la que rescatan.
¿Es una casualidad que se plantee el debate sobre la estatua de Roca en la plaza central de Bariloche, en el sur, y que desde el norte avance el tercer Malón de la Paz de los pueblos indígenas para reclamar contra una Constitución provincial que les niega derechos de propiedad sobre sus tierras ancestrales?
En algunos casos el problema involucra tierras ancestrales en general, sobre las que la Constitución nacional otorga prioridad a los pueblos indígenas en el reclamo de la propiedad, en tanto que la Constitución provincial que acaba de aprobar entre gallos y medianoche el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, les retira ese derecho, y los reemplaza por el Ejecutivo provincial.
En otros casos el reclamo apunta al daño ambiental que está produciendo la explotación minera, que afecta el agua, la fauna y la flora del medio que habitan. Y en otros, directamente se oponen a la explotación minera por cuestiones religiosas que articulan sus relaciones como seres humanos con la Naturaleza.
Detrás de la movida de Morales está el boom del litio, que crecerá exponencialmente en los próximos años y afectará otras tierras de los pueblos originarios. El mandato del progreso impone la explotación del litio, regulado o sin regular, como hasta ahora.
Es una encrucijada. Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda y Julio Roca, a pesar de ser provincianos y en algunos casos de origen humilde, representaron la irrupción del capitalismo en su máxima expresión que, a su manera, era visto como el “progresismo” de aquella época, y sentaron las bases institucionales que requería la sociedad para dar ese salto. Es conocido el papel que tuvieron Sarmiento y Roca en el intento de hacer desaparecer a indígenas y gauchos a los que consideraban obstáculos de ese progreso.
Juan Manuel de Rosas y el mismo general San Martín ofrecían otras miradas sobre los pueblos indígenas. Rosas se inclinaba por el diálogo con esas comunidades. Y San Martín les reconocía el papel que tuvieron en los ejércitos de la independencia. Pero primó el exterminio. Para eso había que deshumanizar al que sería exterminado.
Los que reivindican a Roca afirman que si no hubiera hecho la llamada “Campaña del desierto”, la Patagonia sería chilena, una afirmación contrafáctica improbable. Roca incorporó grandes extensiones de tierra para que la oligarquía argentina realizara su proyecto de granero y abastecedor de alimentos de las economías centrales. Y ni siquiera lo hizo como una guerra de conquista, sino de exterminio. Fue un genocidio.
Antes, el país venía de otro genocidio “ejemplificador”, el del pueblo paraguayo, inducido por Gran Bretaña, el imperio colonizador principal de la época. El exterminio del adversario está mezclado en esa fragua histórica como una semilla insana que busca repetirse y reaparece cada tanto en algunos discursos de la política que después germinan en prácticas de violencia institucional.
Cuando el paradigma del progreso sin fin choca contra la realidad de que no puede ser infinito si sus bases materiales son finitas, pone al mundo ante una catástrofe climática y ambiental que obliga a replantear uno de los cimientos del sistema. Parece exagerado, pero en realidad, la idea del progreso infinito se inserta no solamente en el neoliberalismo, donde tiene su máximo exponente, sino que también campeó en los viejos ideales del socialismo y también en otros movimientos populares. En reemplazo de esa idea, los pueblos originarios plantean el concepto del buen vivir que implica una transformación civilizatoria profunda.
El litio está en el centro del conflicto jujeño y en la ambición de las economías centrales, al igual que el gas de Vaca Muerta. El viernes se anunció el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para evitar una devaluación, más ajuste y para sacarlo del escenario electoral. Los acreedores, como el Fondo, también creen en su progreso infinito y ya ven en las riquezas naturales de Argentina una forma de asegurarlo.

Fuente: Pagina 12 - Imagen de portada: El Malón de la Paz que se aproxima a Buenos Aires.

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