Jugando al apocalipsis
Uno no cría así o asá para conseguir algo, cría como le sale del corazón, de sus creencias (las divinas y las humanas) o cómo las circunstancias le van haciendo improvisar. Nosotros hemos criado de manera poco (o más bien nada) convencional, lo que nos ha hecho sufrir persecuciones y rechazo, porque salirse del camino trillado se castiga duramente, pero eso ya es otra historia. Lo que vengo a contar es nuestra experiencia vital cuando el mundo quedó encerrado entre cuatro paredes, la gente se aburría, se aborrecía y gritaba de todo, porque en aquellos días nuestro mundo en realidad no cambió y mirábamos para los otros asombrados.
Mónica Fragueiro Carrera
Pero empecemos por el principio, que para esta historia es cuando empiezan a nacer los hijos. Desde el primer embarazo quedó claro que éramos diferentes y poco a poco fuimos saliendo del camino trazado por otros, por los convencionalismos sociales, las expectativas familiares… Yo había dejado el trabajo los últimos meses del embarazo y decidí no buscar hasta después, un después que se alargó muuuuchos años.
Mis hijos no han ido a guardería, ni a escuelas infantiles y, bueno, en realidad han vivido gran parte de su vida fuera de las instituciones escolares habituales, por lo que el grueso de su educación fue en casa.
Desde pequeñitos y jugando, hablábamos de cómo actuar en “un apocalipsis”, qué hacer si el mundo colapsa, si hay un apagón mundial o si vienen los zombies, pues es una manera de introducir conceptos científicos o de supervivencia, muy divertida, no solo a través de la conversación, sino también con películas, series, libros… Incluso ha habido momentos de hiperfoco en este tema de alguno de los peques, lo que le llevó a elaborar un pequeño proyecto con 8-9 años; además han vivido pequeños momentos extraños que sirvieron como entrenamiento y para aplicar lo aprendido.
Hemos vivido grandes apagones eléctricos que nos hablaron de por qué la casa estaba llena de velas y candelabros, que dieron pie a construir lámparas a pilas, o cuando el suministro de agua falló y tuvimos que traer agua a casa de un manantial haciendo una cadena para transportarla o como aquella vez que una huelga de transporte dejó las gasolineras sin combustible y tuvimos que planear escalas con amigos rescatistas para salir de Portugal.
En cualquier caso, siempre que hablábamos del “apocalipsis”, la consigna era siempre llegar a nuestra casa en la montaña desde donde estuviéramos, así que planeábamos cómo llegar, los caminos que seguir, cómo hacer si no hubiera coche…
Y es que los primeros años de su infancia los pasamos de forma nómada, viviendo en diferentes lugares, conociendo otras realidades.
En 2020 vivíamos en Portugal y mirábamos las noticias siguiendo la evolución del virus y, como no podía ser de otra forma, nos fuimos preparando, haciendo nuestra despensa con muchos meses de antelación.
En cuanto el Primer Ministro dijo que se cerraba el país, cogimos las maletas y tiramos hacia nuestra casa en la montaña. Durante el camino hacia la frontera no teníamos la certidumbre de poder cruzarla sin problemas. Si hubiéramos esperado unos días más la habríamos encontrado cerrada, pues Portugal reaccionó antes que España. Recuerdo que paramos en Pontevedra para saludar a la familia y ya hablaban de cerrar las provincias. Subiendo a nuestra casa la sensación era de ir cerrando fronteras a nuestro paso.
Pocos días después se confinaba al país y se establecían una serie de normas que para la mayoría de la población eran nuevas. Y nosotros, que habíamos salido del camino trazado mucho tiempo antes y con mucho esfuerzo, veíamos ahora cómo se recompensaba tanta trabajera pues, mientras el mundo se derrumbaba, nosotros continuábamos como siempre, libres, viviendo nuestra misma libertad sin apenas cambios.
Ya teníamos un hogar, la nave nodriza, en un lugar privilegiado: la aldea. Estábamos acostumbrados a compartir la mayor parte de nuestro tiempo en familia. Ya hacía mucho que trabajaba como freelance, sin oficina física, y nuestro pan venía de sitios diversos. También teníamos experiencia en la educación a distancia, autónoma… Nuestro estilo de vida ahora era impuesto por el gobierno y tengo que confesar que sentíamos un poco de rabia por tanta injusticia pasada, porque todo aquello por lo que habíamos sido señalados, criticados e incluso perseguidos, era ahora puesto en valor, los otros abrían los ojos y descubrían que hay otras formas de vivir, de hacer y —para qué negarlo— también sentíamos mucha felicidad pensando que esta especie de apocalipsis sirviera para cambiar el mundo, para que otros muchos se unieran a nosotros.
Cuando se habla de aquellos tiempos, cuando otras personas comparten sus vivencias en el encierro, yo miro atrás y nuestros recuerdos no tienen nada que ver con los suyos. Ni siquiera hubo mascarillas pues no usábamos en nuestra montaña, entendíamos que no eran necesarias porque éramos grupo burbuja con nuestros pocos vecinos.
Nuestros recuerdos de esos días van desde compartir risas al aire libre con los vecinos, pasear por los caminos abiertos por las vacas salvajes, atender la huerta, desbrozar las fincas… Incluso hicimos un invernadero con restos de materiales que teníamos. Eso sí, con un ojo puesto en los de verde pues, según contaban, andaban multando a los libres.
No sé si los peques de la casa son conscientes de lo que vivieron, o más bien de lo que no vivieron, pero yo tengo una sensación de victoria muy grande: nuestro trabajo construyendo una vida paralela al sistema había sido un éxito.
Cinco años después continuamos construyendo nuestro mundo fuera del mundo, en presente pero siempre mirando al futuro, haciendo para los que vienen detrás, construyendo para los descendientes un refugio vital porque vendrán —no me cabe la menor duda— otras situaciones extremas, apocalípticas; y trabajamos construyéndoles ese futurible en la medida de nuestras posibilidades, sin grandes aspavientos pues a veces es tan sencillo cómo preparar un bosque comestible.
No es fácil salirse del sistema normativo, pero el camino se hace al empezar a caminar. Dar el primer paso es empezar a construirlo.
Y tú, ¿por fin te has preparado para el apocalipsis?
Fuente: https://www.15-15-15.org/webzine/2025/03/04/jugando-al-apocalipsis/ Imagen de portada: Camisetas Meninheira.