Diferencias entre volcanes activos, dormidos y extintos
Aunque parezcan montañas inmóviles, los volcanes son heridas vivas de la Tierra, canales que conectan con el fuego interior del planeta. Algunos rugen y escupen lava; otros duermen durante siglos, esperando un nuevo despertar. La ciencia los clasifica como volcanes activos, dormidos y extintos, pero estas etiquetas no siempre son tan claras como parecen. En realidad, la frontera entre el silencio y la furia volcánica es tan delgada que incluso los “muertos” podrían volver a la vida. Y esa ironía (la de que un volcán extinto pueda resucitar) es una de las maravillas más inquietantes del planeta.
por Carolina Gutiérrez Argüelles
Volcanes activos, el pulso vivo del planeta
Un volcán se considera activo cuando ha tenido una erupción en los últimos 10.000 años. No solo se trata de explosiones, sino también de movimientos sísmicos o liberación de gases que revelan actividad bajo tierra. Ejemplos emblemáticos son el Kilauea en Hawái, el Etna en Italia y el Piton de la Fournaise en La Reunión, tres gigantes que siguen mostrando el poder del fuego terrestre.
La Tierra alberga más de 1.300 volcanes potencialmente activos, concentrados sobre todo en el Cinturón de Fuego del Pacífico. Este anillo de inestabilidad geológica abarca más de 40.000 kilómetros y es responsable del 75% de las erupciones del planeta. Allí, cada erupción no solo libera lava, sino también información científica clave sobre cómo funciona el interior terrestre. Monitorearlos es esencial para prevenir catástrofes y comprender cómo respira la Tierra bajo nuestros pies.
Volcanes dormidos, el silencio que engaña
Los volcanes dormidos son aquellos que no han erupcionado en los últimos milenios, pero que podrían hacerlo en el futuro. Bajo su aparente calma, el magma puede seguir fluyendo lentamente, esperando las condiciones adecuadas para ascender. El caso del Four-Peaked Mountain en Alaska lo demuestra: se consideraba extinto hasta que en 2006 empezó a emitir gases y vapores, obligando a los científicos a reclasificarlo.
El problema es que no hay forma exacta de saber cuándo despertarán. Algunos, como el Monte Fuji en Japón, han estado siglos inactivos, pero los expertos saben que un cambio mínimo en las presiones internas podría reactivarlos en cualquier momento. De hecho, estudios del Servicio Geológico de Japón advierten que el Fuji podría erupcionar en las próximas décadas. Estos colosos en reposo son bombas de tiempo naturales, dormidas bajo la apariencia de serenidad.
Volcanes extintos: ¿realmente muertos o solo dormidos por siglos?
En teoría, un volcán extinto ha perdido toda conexión con su fuente de magma, lo que significa que no debería volver a erupcionar. Sin embargo, muchos geólogos dudan en usar esa palabra: el interior de la Tierra es tan dinámico que lo “muerto” puede volver a cobrar vida si las placas tectónicas cambian o el magma encuentra una nueva ruta.
El Monte Edziza, en Canadá, o algunos volcanes del Rift Valley africano, son ejemplos de colosos que podrían sorprendernos. La “muerte” volcánica puede deberse al agotamiento del magma, al bloqueo del conducto principal o a cambios en el flujo de calor del manto. Pero nada es definitivo. Incluso los sistemas aparentemente apagados pueden volver a activarse tras miles de años, lo que hace que el concepto de “extinto” sea más una suposición que una certeza científica.
¿Qué pasa cuando un volcán se apaga?
Incluso después de su última erupción, un volcán puede seguir liberando gases y calor durante años. En La Palma, el Cumbre Vieja aún registraba temperaturas superiores a los 1.000 grados meses después de su aparente apagón. Los científicos describen un paisaje casi irreal, con cristales de azufre amarillo, bloques de roca expulsados a más de un kilómetro y vapores tóxicos que impiden acercarse sin protección.
El sismólogo Itahiza Domínguez, del Instituto Geográfico Nacional de México, advierte que “todavía hay riesgos” cerca del cono, una frase que resume perfectamente la naturaleza impredecible de estos gigantes dormidos: incluso en silencio, los volcanes siguen respirando. En ese letargo activo, la Tierra conserva su energía, como si nunca dejara de latir.
Los volcanes son la expresión más pura de que nuestro planeta está vivo. Activos, dormidos o extintos, todos cuentan una historia de transformación constante y poder elemental. Ninguno es completamente predecible, y quizás tampoco completamente inactivo. Al final, los volcanes nos recuerdan que habitamos sobre un corazón ardiente que late bajo nuestros pies. ¿Y si el próximo despertar de la Tierra ocurre donde menos lo esperamos?
Fuente: https://ecoosfera.com/sci-innovacion/diferencia-volcanes-activos-dormidos/ SCI-INNOVACIÓN