«El peligro del todo o nada del decrecimiento»: Una critica constructiva a este movimiento ambiental, social y político
Tiempo. Escala. Mayorías. Con esos tres conceptos apuntados en un papel, Mikel Otero, diputado español por EH Bildu, un dirigente con mucha militancia dentro del ecologismo vasco, participó de la conferencia Más allá del crecimiento, celebrada días atrás en el Congreso. Fue el único orador que escarbó en las enormes dificultades de ejecutar una tesis compartida –la necesidad de abandonar el capitalismo para evitar un colapso climático– con unas correlaciones de fuerzas que hoy solo pueden garantizar “conquistas parciales e incompletas”.
Andrés Actis
Otero reconoce que el debate del decrecimiento es “inaplazable”. A su juicio, el sobrepasamiento ecológico ha pasado de ser “un tema importante, a ser el tema más importante de nuestro tiempo”. Sin embargo, romper con un modelo social y económico basado en el crecimiento choca con tres limitaciones: el tiempo, la escala y las mayorías.
¿Por qué es tan necesario poner la lupa en esos tres conceptos?
Porque a partir de una idea feliz de cuestionar el crecimiento entramos en varios problemas. Tú puedes apuntar a esa sociedad decrecentista que anhelas, pero tu realidad cotidiana no es esa. Estás metido en una sociedad en la que rigen las reglas del capital. Entonces, tenemos que tener la imaginación suficiente para anhelar ese horizonte de deseo, pero siendo muy conscientes de que los pasos a dar en busca de ese horizonte lo tenemos que hacer dentro de las lógicas en la que estamos. La disociación entre lo que soñamos y los pasos que tenemos que dar genera un abismo que nos lleva a no dar nada por bueno ni dar ningún paso. Tenemos la obligación de trasladar la idea de que esta transformación –el decrecimiento– es demasiado compleja como para aferrarnos a un fetiche que nos impida valorar los pasos efectivos, imperfectos tal vez, que sí podemos dar. Toca escala de grises, toca barro y toca aceptar avances parciales.
Tiempo, escala y mayorías. ¿A qué se refiere?
Respecto al tiempo: si no conseguimos actuar con cierta contundencia en los próximos años, vamos a tener unas condiciones materiales que van a imposibilitar los grandes cambios que anhelamos. No podemos arriesgarnos a hacer una acumulación de fuerzas revolucionarias que en un futuro plasmen el decrecimiento. No, tienes que actuar hoy. Con lo que puedas y con la correlación de fuerzas que hay. Podemos diseñar escenarios de futuros perfectos, pero si no actuamos con celeridad van a quedar en un papel. Ahora bien, si las medidas que queremos plasmar requieren acción de gobierno y acción legislativa, lo que necesitamos es una mayoría para lograr estas transformaciones. Es decir: hay que acceder a los gobiernos. Caso contrario, lanzaremos soluciones perfectas, sin ser capaces de materializar nada. Esto requiere conectar con la sensibilidades de las mayorías para que les haga apetecibles tus programas.
La escala es la tercera pata.
Exacto. Hemos centrado muchos esfuerzos en las pruebas pilotos y en las experiencias alternativas. A todos nos ha servido como fuente de inspiración. Desde la ecoaldea a la comunidad energética de un barrio. Pero como el tema del cambio climático tiene una escala global, nos sirve de poco tener los veinte ejemplos de lo bien que lo estamos haciendo en diferentes sitios si no le podemos dar una escala de transformación real. En nuestra fuerza política esto nos resulta complicado. En Bildu confiamos mucho en el municipalismo, en la escala pequeña. Pero debemos ser conscientes de que una solución que podemos aplicar para 300 habitantes de un pueblo, tal vez no sirva para una ciudad como Bilbao donde viven un millón de personas.
Esto quiere decir, por ejemplo, que los grandes proyectos de energía renovables, tan cuestionados en los territorios, son indispensables.
Nos aferramos a experiencias muy bonitas que nos dan porcentajes de descarbonización muy pequeños. Tal vez el listón de la excelencia no puede ser para todas las políticas públicas. Esto nos obliga a negociar duramente con la realidad. Esto no quita que se están haciendo muchas cosas mal en los territorios. No debemos admitir por las prisas que las cosas se hagan mal, pero tenemos que meter el elemento de la escala y pensar los volúmenes energéticos que funcionan en nuestra sociedad. Es una realidad cruda de asimilar para ciertos sectores del ecologismo, pero hay que asumirla con honestidad.
¿Se siente cuestionado por una parte del ecologismo al decir esto?
Participé durante muchos años de la movilización social vinculada al ecologismo. Tal vez el salto a lo institucional me ha dado otra perspectiva. La tensión es necesaria. La entiendo. Cuando estaba del otro lado intentaba generar cierta tensión con aquellos que, ubicados en la misma trinchera, estaban en cargos institucionales. El problema viene cuando se pasa de la tensión a no dar nada por bueno, cuando todo es insuficiente. Del otro lado tenemos a un capitalismo fósil que está haciendo muchísima fuerza para que nada cambie.
¿Qué ejemplo pondría para reflejar esa tensión entre lo ecológicamente necesario y lo políticamente posible?
Uno muy cercano: la Ley de Movilidad Sostenible. Si uno se pone muy estricto es una ley floja. Se dejan muchas transformaciones pendientes de desarrollos posteriores. Una ley es el momento ideal para dar carpetazos, tal como se pedía desde los movimientos sociales. Hemos podido meter la idea, pero las medidas han quedado en diferido. Ver esta aprobación desde el punto de vista de lo que pide el momento ecológico puede llevarnos a caer en la tentación de decir que no sirve para nada. El dictamen de la ley fue muy ajustado, con una mayoría a nuestro favor. Las enmiendas que realmente tenían un componente transformador, que exigían las organizaciones, lograron 30 votos de 350. Es decir, la correlación de fuerzas para una transformación profunda es hoy de 1 a 10 en contra.
¿El decrecimiento omite esas tres variables (el tiempo, la escala y las mayorías)?
Todo el mundo tiene que ser honesto en este juego. Por eso, el todo o nada del decrecimiento es muy peligroso. Más en una coyuntura en la que del otro lado hay todo un sector político intentando tirar por tierra todas las medidas que van en dirección de una transición ecológica. Necesitamos una alianza mínima entre quienes levantan las banderas del decrecimiento y quienes desde adentro de las instituciones estamos intentando arrancar conquistas para las necesidades ecológicas. Porque todos estamos de acuerdo que “dentro del capitalismo no hay solución posible a la crisis climática”, como se repitió en el Congreso. Pero en la política pública de todos los días, esa frase sirve de poco. Sirve para mantener un horizonte y para no despistarnos del objetivo final. No para el barro de la política.
Fuente: https://climatica.coop/entrevista-mikel-otero-eh-bildu/ -