Estoy convencido de que HidroAysén no se va a construir
La Hora.
Por Arturo Figueroa B.
Juan Pablo Orrego las encendió cuando encabezó el Grupo de Acción por el Biobío para oponerse a la construcción de las centrales hidroeléctricas Ralco y Pangue. Perdió. Lo hace ahora, como presidente de la organización Ecosistemas y cabeza del área internacional de Patagonia sin Represas, la que recauda fondos para la campaña levantada contra el proyecto HidroAysén.
Y parece que volvió a perder. El lunes se aprobó la construcción de cinco centrales en los ríos Pascua y Baker, pero para él aún hay mucho por que pelear. Es más, asegura a La Hora que esta vez vencerá.
-¿Se enteró fuera de Chile de la resolución respecto de las centrales de HidroAysén?
-Así es. Salí el 25 de abril del país para realizar una gira europea para difundir la problemática del proyecto HidroAysén. Como tenemos que usar de modo óptimo los pocos recursos que tenemos, aprovechamos los pasajes para hacer todas las gestiones que podíamos. Armamos un viaje que pasó por Italia, Bélgica, Suecia y Alemania, que es donde estoy ahora.
-¿No fue un poco frustrante no haber estado en Chile?
-HidroAysén adelantó sus entregas y a su vez se adelantó todo. La verdad me sentí impotente. Estoy haciendo gestiones importantes, pero me frustra no haber estado con todo lo que ha sucedido. Voy a volver a Chile recién el lunes 16.
-¿En Berlín qué hace específicamente?
-Acá estoy buscando fondos, porque la campaña Patagonia sin Represas está con problemas financieros. Les estamos explicando que la institucionalidad chilena no tiene nada de perfecta y que el sistema de evaluación ambiental no tiene nada de fantástico.
-Chile tiene un problema estructural muy profundo que atraviesa HidroAysén: la Constitución de 1980, el Código de Aguas que es impresentable y la misma Ley Eléctrica. Todo fue promulgado durante la dictadura.
-Aún quedan instancias, pero qué dice su pálpito. ¿HidroAysén tiene vuelta o es batalla perdida?
-Estoy totalmente convencido de que el proyecto no se va a hacer. ¡Totalmente! Acuérdate que aún falta la línea de transmisión, que es estrambótica y afectará a muchísima gente. Atravesaría el cincuenta por ciento del territorio de Chile, parques nacionales, le pisaría los pies a todo tipo de operaciones turísticas, a los agricultores, a territorio mapuche de dos regiones. Eso, más los riesgos sísmicos, volcánicos. ¡Hablamos de la línea de transmisión más larga del mundo! Es un monstruo demasiado espantoso, faraónico y que está convocando una oposición sin precedentes.
-¿Qué le comentan por allá?
-Acá en Europa no pueden creer que un megaproyecto se pueda evaluar por partes. Porque hasta ahora sólo se autorizó la construcción de las cinco centrales, además con un proceso muy irregular... Ralco, Celulosa Arauco, Pascua Lama, son todos ejemplos de procesos irregulares, pero éste ha sido uno de los más flagrantes.
-Pero si el sistema opera así como usted afirma, ¿por qué ahora debiera ser diferente?
-¿Cuándo habías visto a senadores, diputados, obispos, organizaciones de todo tipo, multigremiales, estudiantes, todos juntos detrás de una causa? Y no sólo en Aysén. El conflicto está nacionalizado. Es que convergen demasiadas cosas en el tema HidroAysén. Lo ambiental, lo energético y también el modelo de desarrollo. Porque, ¿para qué se hace esto? Para satisfacer la demanda energética de 50 mil millones de dólares en proyectos mineros que están anunciando para los próximos diez años. Ese es el problema energético de Chile, el de las mineras, no el de los ciudadanos. Aquí en absoluto está todo dicho. Te aseguro que este proyecto no se va a hacer.
me-ta-fo-ra
Juan Pablo Orrego no ve fisuras en el trabajo que ha realizado Patagonia sin Represas. Y no se hace cargo de ninguna crítica.
-¿Algún mea culpa respecto de cómo se ha trabajado la oposición a HidroAysén?
-Sin ser autocomplaciente encuentro que la campaña ha hecho un trabajo fenomenal. Somos setenta organizaciones movilizadas por un fin común. Y con distintas habilidades. Tenemos que seguir en el mismo camino y hasta las últimas instancias.
-¿No cree que ese afiche con las Torres del Paine pudo haber prestado argumentos a la contraparte en el sentido de que eso no iba a suceder ?
-¡Eso es una estupidez! Una tontera total. Eso se llama me-tá-fo-ra, se llama simbolismo. Cuando haces educación pública tienes que recurrir a ciertas herramientas básicas para llegar a la gente. Todo Chile entendió. Recuerda que también pusimos líneas de transmisión frente a la Isla de Pascua. Cuestionar lo que se pretende con eso es una tontera. Por el contrario, ¡mira lo mal que cayó en Chile la campaña del terror de HidroAysén!
-¿Pero no cree que hay personas a las que sí les genera inquietud ver que su estándar de vida pudiera afectarse si no hay un proyecto energético?
-Insisto. El problema energético de Chile son las mineras, aunque el Gobierno lo niegue. Nosotros no nos opondríamos a este proyecto si realmente la no construcción de HidroAysén fuera a crearle un problema crítico de energía y desarrollo a Chile. Y el país no está ni cerca de una crisis, lo que pasa es que se quiere estimular el negocio energético sobre la base de asustar a las personas.
-Se dice que la energía limpia, la solar, la mareomotriz o la eólica no nos alcanzaría.
-Chile tiene sobreoferta de proyectos energéticos de fuentes renovables y tiempo de sobra para llevarlos adelante. Hay una cantidad de proyectos en carpeta que implican miles de megawatts y que los tiene Conama.
-Hay que entender que Chile es uno de los países más ricos del mundo en Energías Renovables no Convencionales dada su geografía tan especial como diversa y en Europa no pueden entender que nuestro país no utilice todo ese potencial y se prefiera este monstruo de HidroAysén. Lo ven como primitivo y retrógrado. Aquí hay gato encerrado, se preguntan. Y ese gato es que el agua para estas empresas es.... ¡gratis!
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