Riesgo, probabilidad y buen vivir
Florent Marcellesi
¿Qué pasa cuando multiplicamos cero por el infinito? En matemáticas, se suele decir que hay indeterminación: dicho de otro modo, no se puede predecir el resultado. Sin embargo, cuando una probabilidad baja, e incluso muy baja, se ve asociada a un magnitud de daño muy grande, véase casi ilimitada, la tecnociencia en general y el lobby nuclear en particular se olvidan de la indeterminación y tienden solo a considerar que el riesgo (multiplicación de la probabilidad por la magnitud de daño) es ínfimo. Lo que les permite concluir —eso sí, sin debate democrático previo, principalmente con las poblaciones afectadas o más vulnerables— que, a pesar del posible daño, la probabilidad es tan baja que el riesgo es asumible.
Sin embargo, la catástrofe de Fukushima vuelve a cuestionar una vez más este dogma de la sociedad del riesgo —¿o deberíamos decir de aprendices de brujo? Es cierto que las probabilidades de que ocurriera un terremoto de estas características en Japón, además localizado en esta región concreta, sumado a un fallo generalizado de los sistemas eléctricos de la central en un país de más alta tecnología puntera, era bajísima. A pesar de todo, ocurrió. Es más: esta probabilidad venía asociada a una magnitud de daños colosal y tremendamente fuera de lo imaginable, que por desgracia hemos experimentado. Las consecuencias del desastre atómico japonés, que se irán conociendo con más detalle a lo largo de los años y de los decenios, se cifran en decenas de miles de personas desplazadas y/o contaminadas, pueblos fantasma, miles de kilómetros de territorio, mar y subsuelo irradiados, una economía mermada y una sociedad en estado de choque. Difícilmente se puede hablar de un riesgo asumible, todo al contrario.
Al igual que en Chernóbil hace 25 años, cuyos efectos socio-ecológicos directos e indirectos vamos conociendo cada vez mejor. Según el informe TORCH (2006) encargado por Los Verdes alemanes, tras la catástrofe nuclear de Chernóbil se ha observado un incremento medio del 40% de tumores sólidos y entre 18.000 y 66.000 casos de cáncer de tiroides en Bielorrusia, país cuya economía resultó devastada por el accidente y que, por cierto, sigue bajo el poderío autoritario del último dictador de Europa. El informe añade que afectó al 44% de Alemania y al 34% del Reino Unido y que se pueden predecir de 30.000 a 60.000 muertes de cáncer de tiroides en Europa. Mientras tanto, Greenpeace, en otro informe de 2006 encargado a un grupo de 52 científicos de todo el mundo, afirma que “las cifras publicadas más recientemente indican que solo en Bielorrusia, Rusia y Ucrania el accidente podría ser responsable de 200.000 muertes adicionales en el periodo entre 1990 y 2004”. ¿Son estos “riesgos asumibles”?
Sin duda, no estamos capacitados para enfrentarnos a las consecuencias del modelo tecnológico autoritario y vertical que hemos puesto en marcha y, aún menos, debido a la incapacidad de determinar el riesgo real que conlleva. Es lo que Martin Weitzman, reconocido economista americano de la Universidad de Harvard, estudia en un reciente trabajo sobre probabilidades y cambio climático donde pregunta: ¿qué pasaría si todas las hipótesis pesimistas sobre cambio climático se realizaran, aunque cada una tenga solo una probabilidad baja o muy baja? Si así fuera, en el año 2100 la temperatura podría subir entre 10 y 20ºC, lo cual ni más ni menos imposibilitaría la vida humana. Ante tal desenlace con probabilidad baja pero riesgo máximo ¿qué tendríamos que hacer para evitarlo y actuar con contundencia? Según Weitzman: olvidarnos del cálculo económico o de los análisis coste-beneficio, y hacer todo lo que está al alcance del ser humano para que no se cumpla este negro presagio. Dicho de otro modo y en lenguaje callejero: cuando la supervivencia de la humanidad está en juego ¡al carajo el razonamiento económico!
Por mi parte, porque creo en la capacidad del ser humano y de la sociedad de cambiar el rumbo histórico, me niego a darle la razón —en este punto concreto— al bioeconomista Georgsecu-Roegen cuando escribe que «tal vez el destino del ser humano sea una vida breve, más febril, excitante y extravagante en lugar de una vida larga, vegetativa y monótona». Como lo demuestra con maestría Jared Diamond, ante el colapso las civilizaciones pueden escoger de forma consciente perdurar. Así que desde luego prefiero la reflexión siguiente de Offer: «la verdadera prosperidad constituye un buen equilibrio entre la excitación de corto plazo y la seguridad de largo plazo». Esta base me parece un buen punto de partida para la superación de la sociedad del riesgo, avatar de la fase moderna del antropóceno, hacia una “sociedad del buen vivir”, verdadero reto de este siglo XXI. Una sociedad que garantice la felicidad y autonomía de sus integrantes tanto hoy como mañana, siempre desde la justicia y dentro de los límites biofísicos de la Tierra. Esta sociedad es sinónimo, entre otras cosas, de una tecnología democrática y horizontal, centrada en las personas y en el espacio ambiental disponible, y donde probabilidad y riesgo no juegan a la ruleta rusa con el infinito.
http://florentmarcellesi.wordpress.com/2011/05/17/riesgo-probabilidad-y-buen-vivir/
florentmarcellesi.wordpress.comRebelión
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Alemania y las pruebas de seguridad de las centrales
Limpia, barata, pacífica…¿y además segura?
Salvador López Arnal
Rebelión
Catedráticos de física atómica, ingenieros nucleares, representantes del Foro Nuclear español (y de foros afines de otros países), la Agencia Internacional de Energía atómica, la industria nuclear, toda ella unida en posición de firmes y con la cara risueña, lo han repetido hasta la saciedad. Incluso después de la hecatombe atómica de Fukushima, no consiguieron permanecer con la boca cerrada. El mejor ataque es una buena defensa. “LBPS” eran las siglas de su slogan preferido. Limpia, si consideramos todo el ciclo nuclear, no es atributo apropiado; barata, si tenemos en cuenta todos los costes, es un adjetivo falsado (los costes de la construcción de la central de Finlandia ubican la afirmación en el archivo de las falacias de manual); pacífica es un término vinculado a aquella vieja y engañosa política propagandística de “Átomos para la paz” jamás llevada a la práctica. Nos queda la cuarta pata, la seguridad nuclear. ¿Podemos hablar así tras lo sucedido en Chernóbil y Fukushima? Veámoslo a propósito de las pruebas de seguridad de las centrales alemanas. Recuérdese, por otra parte, que el gobierno de Angel Merkel, en un gesto acaso electoralista pero en todo caso inesperado y único hasta la fecha, cerró de forma provisional siete reactores tras la crisis de Fukushima.
Olvidemos, en aras a la discusión, de otros accidentes de menor importancia en otras centrales. Supongamos por un momento que los accidentes de la central ucraniana y nipona jamás volverán a repetirse. De los residuos no hablemos, que hoy es miércoles y los jóvenes (y los no tan jóvenes) españoles están en pie de paz y rebeldía. Fijemos nuestra atención en los resultados de las pruebas de resistencia de las centrales germanas a las que han sido sometidas por la Comisión de Seguridad Nuclear de Alemania. [1]:
-Siete de las 17 centrales atómicas (es decir, más del 40%) no han logrado superar las pruebas de resistencia a las que las han sometido las propias autoridades germanas, no el grupo alemán de “Ecologistas en Acción”.
-Las plantas atómicas más antiguas fueron las que peores calificaciones obtuvieron en las pruebas de resistencia. Santa María de Garoña tiene una antigüedad similar.
-Cuatro centrales obtuvieron un cero de nota: no lograron puntuación positiva en ninguno -¡en ninguno!- de los exámenes propuestos.
-Ninguna planta atómica germana ha logrado superar todas las pruebas de resistencia que han tenido que afrontar. De nada en demasía en ningún caso.
-El ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, del CDU, el partido de Merkel, no ha querido adelantar el cierre inmediato de las centrales que peores notas han obtenido tras los tres meses de moratoria que se les impuso. Eso sí, incluso un ministro de un gobierno de derecha o de centro derecha, matizando que el apagón no puede realizarse de forma inmediata, ha sido claro en sus conclusiones finales: "Debemos encontrar una forma de abandonar la energía atómica tan rápido como sea razonable".
-Angela Merkel ha anunciado ya, como es sabido, que antes del verano tendrá una lista una hoja de ruta para abandonar definitivamente la era atómica en Alemania.
-Alemania ha contado con el factor de un “ataque terrorista” o un accidente aéreo en su test sobre las instalaciones. La prueba no la han logrado superar ninguna de las plantas nucleares.
-Alemania, la principal potencia económica de Europa, ha realizado por su cuenta las pruebas de resistencia a sus centrales, a pesar de que ha sido a partir del 18 de mayo cuando la Comisión Europea ha tenido encima de la mesa la propuesta, sugerida por el Grupo Europeo de Reguladores de Seguridad Nuclear, de cómo deben ser los test a los que se someterán o deberían someterse las plantas europeas. ¿No era Alemania el modelo?, ¿a qué esperamos entonces?, ¿cuándo sometemos a pruebas a nuestras centrales? ¡Vente a Alemania Pepe (Blanco por ejemplo), vente Miguel (Sebastián), y toma nota!
Asentado lo anterior cabe de nuevo preguntarse con algo de indignación: ¿eran tan irracionales los portavoces del movimiento antinuclear alemán cuando señalaban ese y otros vértices? ¿Quiénes eran los indocumentados, los alarmistas, los ignorantes, los que agitaban miedos atávicos de la ciudadanía responsable? ¿Son anticientíficos, cultivadores de pseudociencias, los ecologistas hispánicos que ponen su mirada en esos mismos puntos como afirman algunos portavoces de foros y destacados miembros de la comunidad científica nuclear española?
Limpia, barata… y segura. ¡Qué risa tía Felisa!, ¡qué cara dura doñas Tepcotura e Iberdura!
Nota:
[1] http://www.publico.es/ciencias/376855/siete-nucleares-alemanas-suspenden-en-seguridad
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La autoridad de seguridad nuclear reclama una revisión de los planes de la central experimental de fusión contra los terremotos
Francia revalúa el riesgo sísmico en la región del ITER
Andrés Pérez
Público
• El 8 de julio pasado, a las 20 horas y 20 minutos, un terremoto de magnitud 3 se produjo en la región de Provenza. Para la red sismográfica civil francesa (ReNass), el temblor tuvo su epicentro unos kilómetros al sur de la ciudad de Manosque. Pero, para la red oficial de los organismos relacionados con la industria nuclear francesa, en realidad ese epicentro estuvo muy al norte de la ciudad. Esa manera de catalogar el epicentro oficial aleja la sacudida del lugar donde, actualmente, se están excavando los cimientos del futuro reactor de fusión termonuclear internacional, el célebre ITER. Francia, el país que acoge las multimillonarias obras de construcción del ITER, está jugando con las estadísticas de sismología en esta región. Una zona donde la industria nuclear gala intenta salvar, mediante el proyecto que representa el ITER, el histórico centro del Comisariado de la Energía Atómica en Cadarache (CEA Cadarache). Ese CEA Cadarache fue abierto allí, en la confluencia de los departamentos del Vaucluse, Alpes de Alta Provenza, Var y Bocas del Ródano, en 1959, en plena era del optimismo atómico, cuando no se planteó el problema de que se concentren allí al menos cuatro fallas sísmicas, dos de ellas activas y consideradas de riesgo elevado. La red de sismografía LDG, del Comisariado de la Enegía Atómica y del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear, fijó el epicentro del temblor del 8 de julio pasado unos kilómetros al norte de Manosque. Por el contrario, las redes civiles del ReNass y del Buró Central de Sismología Francés (BCSF) lo colocaron al sur, realmente cerca de las obras del ITER y del inmenso laboratorio del CEA Cadarache, que alberga otros reactores experimentales ya en funcionamiento o en construcción. Esa no es la única contradicción aún no aclarada sobre el problema sísmico de la región. Hay otra duda. Para las obras del ITER, así como para el conjunto de instalaciones del CEA Cadarache, las autoridades oficiales en materia nuclear fijaron, en 2001, el llamado aleas sismique, concepto oficial francés equiparable a riesgo sísmico, que fija un nivel de resistencia al que deben responder los edificios nucleares que se construyan en la zona. Para fijar ese concepto, se basaron en los datos de sismología proporcionados por las propias instituciones del CEA, ignorando los datos de otras redes sismográficas. En especial, ignoran el informe de junio de 2006, elaborado por la principal autoridad geológica francesa, el Buró de Investigaciones Geológicas y Mineras (BRGM). Ese informe, titulado Identificación y jerarquización de fallas activas de la región Provenza Alpes Costa Azul, señala que, sin contar el de julio de 2010, al menos otros tres terremotos se produjeron entre 1980 y 2004 con epicentros a menos de diez kilómetros al norte o al sur del CEA Cadarache y de las obras del ITER. Las autoridades nucleares francesas, hasta ahora, no han considerado necesario tener en cuenta esa actividad sísmica para fijar el nivel oficial de aleas sismique en la región. Este sigue tomando como referencias los terremotos del siglo XVIII y uno de 1909 en la región.
▪ Más controles
◦ A consecuencia de la catástrofe de la central japonesa de Fukushima, la Autoridad de Seguridad Nuclear francesa (ASN) parece haber tomado la delantera en cuanto a exigencias. Pese a que el 12 de mayo pasado las autoridades europeas fracasaron a la hora de ponerse de acuerdo en cuanto a armonización de normas para las pruebas de resistencia de las instalaciones nucleares, la ASN ha empezado a cursar instrucciones para esos controles suplementarios. ITER Organization, pese a ser una entidad multinacional, se encuentra en suelo francés y sometida, por lo tanto, a las exigencias de la ASN. Estas cayeron la semana pasada bajo la forma de una carta de la autoridad. En ella, los gendarmes de la industria nuclear, que siguen sin haber puesto el sello de visto bueno a los proyectos de obras para la construcción del reactor internacional de fusión, ordenan toda una serie de operaciones. En el artículo 2 de la orden, del 5 de mayo pasado, los expertos de la ASN ordenan a ITER Organization que proceda a una "evaluación complementaria de la seguridad de la instalación nuclear de base en función del accidente ocurrido en la central nuclear de Fukushima". Además, reclama a ITER que decida una nueva metodología de estudio del riesgo sísmico antes del 15 de enero de 2012, y que entregue el nuevo informe de riesgo antes de septiembre de 2012. Ese informe deberá tener en cuenta "los datos disponibles, y apoyarse sobre estudios de seguridad existentes y evaluaciones de ingenieros". La ASN no descarta que puedan ser necesarios más estudios tras ese primero que debería concluir en septiembre de 2012. Según indicó a este diario Laurent Patisson, responsable de construcciones nucleares del ITER, hasta ahora todo el proyecto antisísmico del edificio del futuro tokamak el corazón del ITER "se ha basado en la definición del riesgo sísmico que quedó fijado en 2001". En función de ese dato, los constructores han previsto una primera base de hormigón enterrada, sobre la cual se elevarán unos pilares de cemento coronados por unos cojinetes de polímero. Sobre esos postes, bautizados "ejército durmiente antisísmico", reposaría el tokamak, donde un plasma calentado a entre 100 y 200 millones de grados debe permitir la fusión de átomos de deuterio y de tritio, para generar energía. El responsable del ensamblaje del tokamak del ITER, Ken Blackler, indicó a este diario que ninguna de las dos cámaras de vacío de este horno pararán la radiación que allí se generará, sino que lo hará el recinto de hormigón previsto, de entre uno y dos metros de espesor. Laurent Patisson, responsable del "ejército durmiente antisísmico", indicó a este diario que "todos los expertos querrían introducir las últimas modificaciones, las últimas tecnologías, las últimas innovaciones, pero eso no siempre es posible porque modificar un punto implica luego modificaciones en cascada en el conjunto del proyecto. En algún momento hay que decir stop y fijar el proyecto definitivamente", aclara el experto. Con la nueva revisión, ordenada tras Fukushima, los expertos tendrán que optar por la alternativa: o introducir en sus bases de datos sobre riesgo sísmico todo lo que hasta ahora habían preferido ignorar, con la consecuencia de hacer aún más caro y más retrasado un proyecto que ya está en serios aprietos; o bien seguir aplicando la política del avestruz adoptada en algunas ocasiones por la industria nuclear gala. El anterior programa de evaluación sísmica en curso en el CEA Cadarache había adoptado el nombre de Kashima. Ese nombre era tanto unas siglas como un guiño: Kashima es el nombre del dios tradicional japonés que se ocupa de vigilar a su enemigo Namazu, monstruo submarino cuyos coletazos causan los seísmos en el archipiélago del Sol Naciente.
▪ La lucha por un presupuesto menguante
▪ Unos 15 eurodiputados iniciaron el lunes una controvertida misión de evaluación en el ITER. Tras la decisión de la Cámara en otoño pasado de no aprobar un aumento de los créditos al programa, y la réplica de la Comisión -consistente en destinar al ITER fondos inicialmente previstos para otros fines-, los parlamentarios pretenden estudiar el caso ahora de cerca. Quieren comprender por qué se ha pasado a un coste de unos 16.000 millones de euros cuando inicialmente lo previsto para el ITER eran unos 5.000 millones. Varios municipios en torno al ITER están muy apegados al ideal ecologista y rechazan, como explica el concejal anti-ITER Hervé Guerrera, que "más dinero vaya destinado al sector nuclear, vampirizando así la investigación en energías alternativas". Ayer se concentraron manifestantes ecologistas a las puertas del ITER. Sólo para cerrar el apartado europeo del ITER para 2012-2013 hacen falta 1.300 millones de euros. La eurodiputada verde Michèle Rivasi estima que ha llegado el momento de decidir si se abandona o se retrasa el proyecto, "dado que los problemas de dinero y los problemas tecnológicos" aún no controlados complican todavía más un calendario que ya se alargaba hasta 2080 o 2100, fecha prevista de la primera producción del primer kilowatio originado por la fusión termonuclear.
Fuente: http://www.publico.es/ciencias/376856/francia-revalua-el-riesgo-sismico-en-la-region-del-iter