¿Vivir del aire?





El sol está quemando las cosechas de trigo de Francia, el mayor proveedor de granos de la UE

La sequía está mordiendo los cultivos en Francia, el mayor productor de granos de la Unión Europea, una preocupación que ha ayudado a impulsar un alza en los precios mundiales del trigo. Desde mediados de enero las precipitaciones han sido inferiores a lo normal. Abril fue uno de los meses más calurosos y más secos del que se tiene registro y en lo que va de mayo se ha registrado sólo 3 mililitros de lluvia, cuando lo normal es de 50 a 60 mililitros al mes.
El ministro de Medio Ambiente francés dijo el lunes que Francia estaba en una situación de crisis, más del 85 por ciento de la cosecha de trigo ya ha sufrido falta de agua, y el miércoles impuso límites a consumo de este líquido a un tercio de los departamentos administrativos de Francia.
La sequía se está convirtiendo en una gran preocupación en Francia, aun cuando los medios de comunicación del país están ocupados por los cargos de intento de violación contra el ex jefe del FMI, Dominique Strauss-Kahn, que los socialistas lo tenían como el favorito en la carrera presidencial de Francia. El pronosticador de Meteo France, Michel Daloz, no es optimista con los cultivos, afirma que se espera un aumento considerable de las temperaturas durante el fin de semana, lo que acelerará la evaporación de las aguas subterráneas.
El tiempo caluroso y seco ha acelerado el desarrollo de las plantas a niveles que normalmente se esperan en verano, y con más sol y calor por venir, los agricultores sólo pueden esperar y ver la magnitud de los daños. Francia no es la única que esta sufriendo esta sequía, buena parte de Europa central ha tenido menos del 40 por ciento de la precipitación que se espera en esta época y esta situación, en el escenario mas optimista, parece que va a continuar hasta junio.
El futuro incierto del trigo en la UE ha impulsado el precio del este grano a un 34 por ciento en marzo, y un 22 por ciento en las últimas dos semanas. Los temores de las cosechas quemadas también han impulsado el precio de otros granos como la colza y la cebada.

Vía | www.reuters.com

Fotografía | David Thibault


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¿Vivir del aire?

Eduardo Montes de Oca
Rebelión



Como si definitivamente constituyera un hecho el eterno retorno proclamado por Nietzsche, abierta negación del optimismo en materia de progreso social, la humanidad vuelve a afrontar la fatídica cifra de mil millones de personas sin acceso a los alimentos Es decir, a la posibilidad de la vida.
Sí, alrededor de un sexto de los terrícolas está condenado a la inactividad maxilar -el aire no se mastica, ¿no?-, a no ser que la emprenda con el cuero, las cortezas vegetales, algún que otro prójimo. Crisis en cuya constatación los analistas coinciden, si bien difieren en cuanto a las causas, o a la jerarquía de estas. Porque no todos encuentran la misma fuente en la escalada del dinero necesario para adquirir la cesta global, formada por cereales, oleaginosas, lácteos, carne y azúcar, que desde 1990 analiza la FAO, de portavoces posiblemente afónicos de tanta advertencia. En diciembre de 2010 los precios sobrepasaron el nivel de junio de 2008, cuando provocaron protestas en países tan alejados entre sí como México, Filipinas, la India y Egipto. En los últimos cuatro años se han disparado nada menos que ¡47 por ciento!
Algunos observadores, entre ellos el conocido Paul Krugman, juran y perjuran que la situación responde, primero, a la reducción de la producción agrícola por culpa del clima; segundo, al crecimiento de la demanda en China. Factor este último descartado de plano en el diario mexicano La Jornada por Alejandro Nadal, quien nos recuerda que el gigante asiático ha devenido casi autosuficiente en todos los renglones, excepto la soya.
Ciertamente, el clima ha contribuido, entre 2008 y 2011, a la reducción en 2,6 por ciento de la producción universal de granos –solo la sequía y los consiguientes incendios en Rusia supusieron el retiro de 20 millones de toneladas de trigo del mercado-. Mas ello resulta incomparable con el desvío de maíz para la producción de biocombustibles. En 2007, Estados Unidos se fijó la meta anual de 36 mil millones de galones de etanol para 2022. Hoy el 40 por ciento de la cosecha en ese país, unos 106 millones de toneladas, se destina al sustituto de los hidrocarburos, lo cual argumenta con creces por qué las reservas del grano han descendido al nivel más bajo desde 1995. Igual política de la Unión Europea contribuyó a que en 2010 se descartaran unos 250 millones de toneladas de cereales a nivel global.
Pero para muchos entendidos lo más significativo es que los llamados mercados de commodities (productos básicos) están abrumados por la superactividad de los especuladores. Según la organización internacional GRAIN, citada por Prensa Latina, el dinero fruto de ese empeño pasó de cinco mil millones de dólares en 2000 a 175 mil millones en 2007.
Nada nuevo, apostillaría alguno que otro. Y llevaría razón. La especialista Esther Vivas lo subraya en Wordpress: La especulación de marras es inherente a los mercados de futuros, que comenzaron a funcionar a mediados del siglo XIX, en EE.UU., en garantía de un precio mínimo al productor ante consabidas oscilaciones. “El campesino vende a un comerciante la producción antes de la cosecha para protegerse de las inclemencias del tiempo, por ejemplo, y garantizarse un previo a futuro. El comerciante, por su parte, también se beneficia. El año en que la cosecha va mal, el campesino obtiene buenos ingresos, y cuando la cosecha es óptima, el comerciante aún se beneficia más”.
No obstante, convengamos en que el mecanismo está sobreexplotado. Las transnacionales aprovechan la desregulación de los mercados de materias primas, que, impulsada desde los años 80 por los Estados Unidos y Gran Bretaña, lleva a comercializar con independencia de las transacciones agrícolas reales. La especulación alimentaria se ha erigido en una de las más evidentes concreciones de un sistema -el tardocapitalismo o capitalismo neoliberal- que, con respecto al año 2000, ha acarreado aumentos del 75 por ciento en la carne, 130 en los productos lácteos, 190 en los cereales y 270 en el azúcar. Y el alza estratosférica del petróleo, haciendo prever una ola inflacionaria en artículos de primera necesidad, como consecuencia de la subida en el transporte.
¿Salida? Para diversos peritos, la soberanía alimentaria. Que los pueblos decidan sobre sus políticas de producción agropecuaria, la recuperación de la dimensión local de los mercados y la exclusión del sustento de los mecanismos de especulación internacional… Claro, quizás así dicho esto sería precisamente especular, en otro sentido. Algo que pueden haber intuido los pueblos cuando se lanzan a las calles en protesta, sin reparar en ingrávidas suposiciones de “eternos retornos” (valga la socorrida analogía), y demostrando lo imprescindible de la soberanía política. Lo demás… vendría por añadidura. Y a otro tema


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¿Podría un iceberg suministrar agua a las Islas Canarias?

Iceberg, potencial fuente de agua dulce. Quizá aliviarían la sequía de algunas zonas costeras del mundo si tan sólo pudieran ser trasladados hasta ellas. De acuerdo con The New York Times, un grupo de científicos, ingenieros y emprendedores creen que tal cosa es económicamente viable. Su plan es utilizar remolcadores para trasladar un gran iceberg desde Terranova, en Norteamérica, hasta las Islas Canarias. Dassault Systèmes, una empresa de diseño francesa especializada en imágenes en 3-D, ha creado un software llamado Dymola que ha hecho, en la teoría, posible el traslado:
En el software de Dymola, los expertos de Dassault Systèmes introducen las coordenadas GPS de la ubicación inicial del iceberg, cerca de Terranova, y de su destino en las Islas Canarias. Seleccionan una fecha de salida para el convoy (03 de junio) y el número de remolcadores para remolcar el iceberg, así como la potencia de los mismos. Por último, seleccionan la estrategia de pilotaje en general igual que lo haría el capitán en la vida real. Dos minutos más tarde, la simulación termina y entrega los resultados: longitud total del proyecto; masa restante de hielo a la llegada y consumo total de combustible.
Una curiosidad antes de seguir adelante con la explicación técnica: de acuerdo con la empresa, en aguas territoriales, los icebergs están bajo la jurisdicción del Estado. En alta mar, en cambio, son rex nullius, “cosa de nadie”, por lo que una persona puede adquirir su propiedad simplemente apropiándose de ellos a través de su posesión y sin que tenga que mediar ningún plazo. ¿Se avizora un futuro de batallas navales por el control de los icebergs? ¿Estará limitado y privatizado el acceso a los polos? No parece un escenario atractivo.

En cualquier caso, los resultados de la simulación señalan que, con un remolcador estándar, en el ejemplo de las Islas Canarias, el viaje puede ser hecho en 141 días. Además, se puede aplicar un sistema eficaz de protección contra el derretimiento y, nuevamente en el ejemplo de Canarias, el iceberg perdió en promedio 38% de su masa. Peter Wadhams, profesor de física oceánica en la Universidad de Cambridge, está buscando fondos para realizar un ensayo que lleve esto a la realidad.
En cuanto a los riesgos ecológicos, la empresa señala que el derretimiento de los icebergs flotantes no puede cambiar el nivel del agua. Es la parición del inlandsis -un territorio cubierto de hielos de dimensiones continentales- a través de icebergs lo que podría elevar el nivel de agua. Dice la empresa que ni las focas ni los osos polares viven en icebergs de diez a veinte metros de altura, así que no corren peligro.


Vía | green.blogs.nytimes.com

Fotografía | www.3ds.com

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