Regulen las nucleares, no los plátanos
DIE TAGESZEITUNG BERLÍN
Maciej Frolow
La UE armoniza la reglamentación sobre frutas y legumbres, pero no sobre seguridad nuclear. Después de Fukushima, es aberrante que los Estados sigan decidiendo solos, sin control y en la mayor de las opacidades, se lamenta un periodista alemán.
Bernward Janzig
Cualquier plátano que se comercialice en el territorio de la Unión Europea debe medir por lo menos 14 centímetros de largo y 27 milímetros de grueso. Eso es lo que puede leerse en el reglamento europeo sobre normas de calidad relativas a los plátanos.
En cambio, en el caso de las centrales nucleares en funcionamiento en la Unión no existe ninguna norma de seguridad común. Cada país hace exactamente lo que le viene en gana y el aparato comunitario, habitualmente obcecado con la uniformización —con resultados, en el mejor de los casos, cómicos— parece repentinamente desprovisto de toda competencia formal. Nada es más absurdo.
Si perdemos el control de un reactor nuclear, poco importa en qué punto se encuentre de Europa, será el continente en su conjunto el que se verá afectado. Sin embargo, este es justamente el único ámbito donde los Estados miembros pueden seguir decidiendo solos lo que hacen y lo que permiten hacer. Una Unión Europea que no fija normas más que en terrenos irrelevantes resulta intolerable.
Europa en riesgo de convertise en república bananera
Más que nunca, después de Fukushima. La comunidad corre el riesgo de convertirse en una república bananera.Ahora que hablamos de poder de decisión: en el escenario político interno tampoco se sabe muy bien —y desde hace largo tiempo— quién manda en el dominio de la energía nuclear alemana. ¿De qué poder dispone aún el Gobierno federal en el dominio de la política energética, o mejor dicho: hasta qué punto está ya en manos del lobby nuclear?
Recordemos que en ocasión de una reunión secreta celebrada el pasado otoño, la industria dictó al Gobierno la prolongación de la duración de la vida de las centrales en la ley sobre la energía nuclear. Al día siguiente de Fukushima, Angela Merkel & Co., visiblemente movidos al arrepentimiento por los sondeos de opinión, quisieron evitar dar la impresión de estar bajo la bota del lobby dando un nuevo acelerón a la salida de la energía nuclear.
Pero la terrible sospecha vuelve a surgir hoy: he aquí que el recién creado impuesto sobre el combustible nuclear se ve repentinamente amenazado con la desaparición. El Gobierno negro-amarillo [cristiano-demócrata-liberal] se dispone así a dejar en nada su único avance propiamente dicho en el campo de la política energética. Una prueba más de incompetencia.
Resoluciones concretas para poner fin a la locura nuclear
Ahora más que nunca, parece evidente que la situación energética actual requiere sobre todo personas que trabajen activamente para prohibir pura y simplemente la energía nuclear, con la ayuda de fuentes de energía alternativas. Ayer, por ejemplo, las instalaciones fotovoltaicas alemanas produjeron 120 millones de kilovatios/hora de energía solar, esto es, la producción diaria de cuatro centrales nucleares.
Crear resoluciones concretas es sin duda el mejor mecanismo para poner fin de una vez por todas a esta era de locura nuclear. Tanto en Alemania como en Europa.
SUIZA: Berna anuncia su salida de la energía nuclear
Alemania lo planteó y Suiza lo hará: es oficial, Berna renunciará a la energía nuclear de aquí a 2034. Actualmente se encuentran activos cinco reactores, que representan más del 40% de la electricidad producida. Tal y como explica el diario Tribune de Genève, el 25 de mayo, la ministra de Energía Doris Leuthard ha dado la noticia y ha presentado la nueva estrategia energética de Suiza hasta 2050. En opinión de este diario, "Suiza actúa como precursora. Es el primer país que toma una decisión tan radical dos meses después de la catástrofe de Fukushima. Alemania podría seguir el ejemplo". Para Tribune de Genève, se trata de una "decisión histórica que convierte a Suiza en uno de los primeros países del mundo que ha optado por un futuro sin energía atómica", aunque "el panorama futuro aún es impreciso", ya que el lugar de las energías renovables y de las centrales de gas aún no está definido, ni tampoco los medios financieros para realizar la reconversión energética.
La decisión suiza es reflejo de las "divisiones en Europa sobre lo nuclear", que se han "incrementado desde Fukushima", destaca The Guardian, que resume así la situación: "Reino Unido y Francia siguen apoyando con firmeza" lo nuclear, "Italia ha dejado a un lado sus proyectos de construcción de nuevas centrales y Alemania se dirige hacia la salida". Estas divisiones, añade el diario londinense, se traducen igualmente en el debate sobre el carácter de las nuevas pruebas de seguridad reforzada para las centrales nucleares, adoptadas el 24 de mayo por los Veintisiete. Bajo la presión de Londres, París y Praga, se acordó que las pruebas únicamente tendrían en cuenta los riesgos naturales y no los ataques terroristas, "sino que éstos serían competencia de las autoridades nacionales encargadas de la seguridad y no de la Comisión Europea ni de las autoridades atómicas nacionales".
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