ANTES DE LA OLA



Queridos lectores,

Uno de los fenómenos más intrigantes que vive a caballo entre la oceanografía y la geología es el de los tsunamis, principalmente los de origen sísmico. Un desplazamiento transversal de una falla en el fondo marino, con la enorme energía que libera, puede desplazar toda la masa de agua que tiene encima una distancia no muy grande, quizá 50 centímetros, puede que un metro. El problema es que el desplazamiento afecta a toda la columna de agua, que puede tener cuatro o más kilómetros de altura. La onda generada por la mera gravedad se propaga a velocidades de cientos de kilómetros por hora, en ocasiones -si el terremoto tiene lugar en aguas muy profundas- llegando casi a velocidades supersónicas. Cuando esta onda se acerca a la costa, la pendiente del suelo marino induce un efecto conocido como somerización (shoaling): la onda solitónica se rompe y se descompone en diversos paquetes, los cuales se propagan a velocidades mucho más pequeñas (algunos kilómetros por hora) pero por el agolpamiento del agua su altura crece y crece. Por eso es mucho más seguro esperar un tsunami en alta mar, donde la ola, de algunos centímetros, pasará sin hacer mayor mal, en tanto que en la costa su altura llegará tener varios metros, en algunos casos tantos como 15 (hay documentados casos históricos de tsunamis monstruo de hasta 50 metros de alto) y capaces de penetrar en tierra firme varios kilómetros, arrasándolo todo con su enorme potencia y presión. Justo antes de que la primera ola de un tsunami llegue a costa el agua del mar se retira rápidamente varios kilómetros, revelando un fondo rocoso de aspecto irreal. Algunas personas quedan fascinadas por el fenómeno y se quedan mirándolo embobadas sin entender que, si en aquel momento apretasen a correr tierra adentro, quizá consiguieran alejarse lo suficiente o ganar tierra lo suficientemente elevada como para sobrevivir; son esos pocos minutos vitales antes de la llegada de la primera ola. Otra cosa que la gente suele desconocer es que la primera ola no es casi nunca la mayor, y a veces sucede -como en el tsunami de Hawai del 1 de Abril (día anglosajón de los inocentes) de 1946- que la gente baja a la playa a ver qué ha pasado durante la media hora que transcurre entre la primera y la segunda ola, aumentando horriblemente las bajas humanas cuando la segunda ola -que ésta sí suele ser la mayor- descarga toda su violencia sobre los pobres infelices.

Ayer la prima de riesgo de los bonos del Tesoro españoles respecto a los alemanas llegó, según nos dicen, a los 500 puntos básicos. Eso quiere decir que la rentabilidad que se da a estas emisiones de deuda españolas es un 5% mayor que a la de los títulos equivalentes germánicos. Como la información que dan los medios es siempre brutalmente incompleta y oscurantista, nunca tengo claro a qué se refieren exactamente: no sé si estamos hablando de bonos a un año, a cinco o a diez, o de todos a la vez. Entiendo además que este spread respecto a los títulos alemanes se está observando en el mercado secundario, es decir, los particulares que poseen deuda española la están vendiendo a otros particulares con un cierto descuento (porque evidentemente no pueden renegociar las condiciones expresadas en el título de deuda). Lo cual, si lo piensan un poco, es todavía más grave que que se le exija a España colocar su deuda con un mayor tipo de interés (cosa que ya pasa, pues la emisión de deuda suele seguir a la evolución del mercado secundario: España no puede conseguir dinero más barato de lo que percibe el mercado que se la tiene que cobrar). Es más grave porque, en suma, los tenedores de deuda española que la están vendiendo están aceptando cierto porcentaje de pérdidas (quizá no pérdidas reales, pero sí sobre sus expectativas de ganancia), y eso en suma quiere decir que la credibilidad de España como estado solvente está cayendo.

Pero, en fin, este no es un blog propiamente sobre economía y no tenemos por qué perdernos en estas cuestiones. Lo interesante del movimiento observado ayer es que la deuda española llega a los niveles que motivaron el
"rescate" de Grecia o que forzaron un "cambio de gobierno" en Italia la semana pasada. Aquí en España estamos a sólo días de una elecciones generales que todas las encuestas preconizan que ganará el conservador Partido Popular con una holgada mayoría absoluta; su líder, Mariano Rajoy, ya ha anticipado que se tendrán que tomar medidas adecuadas para intentar sanear las cuentas españolas, dando a entender que vendrán más recortes en prestaciones sociales y salarios que los que se han producido en el último año. Tampoco podría decir, por coherencia, otra cosa, ya que por ser diletante en la aplicación de tales medidas el primer ministro italiano Silvio Berlusconi fue fulminado por la mediáticamente denominada troika europea. Yo pensaba que las troikas eran de tres, pero ahora he aprendido que se puede hacer con dos; de hecho sólo uno basta y sobra (todos los sentidos de esta última frase, particularmente los más ariscos, son buscados deliberadamente: vivan las lenguas latinas).

Tenemos, pues, unas elecciones generales que cambiarán radicalmente el signo del partido gobernante, de socialista a conservador, en un país donde se percibe que la derecha es mejor gestora y que por tanto podrá capear mejor la difícil situación económica. En realidad da igual el resultado, porque después de ver lo que ha pasado en la fatuamente democrática Unión Europea durante las últimas semanas, con Grecia e Italia, queda claro que las decisiones no se toman en cada país, y mucho menos reside el poder en el pueblo soberano: nuestros nuevos gobernantes harán lo que se les diga, y punto. Tal situación conllevará una desilusión creciente del pueblo español con la ya muy desacreditada clase política, desilusión que se puede tornar ira cuando la nueva recesión que ahora comenzamos aumente los niveles de paro del 21,5% actual al 25 o 26% en un par de años. Y, sin embargo, lo único que estamos haciendo es seguir un camino conocido: el del colapso. Por cierto que, a propósito del colapso, Dimitri Orlov ha revisado recientemente su modelo de cinco fases de colapso (financiero, comercial, del estado, de la comunidad y de la familia), y su conclusión no puede ser más decepcionante: según él, parece que el gran empeño de los estados por detener el colapso financiero -que debería haberse expresado en toda su magnitud hace dos o tres años- causará que el colapso financiero sobrevenga al mismo tiempo que el comercial, y eventualmente que el del Estado, arrastrado éste por el peso descomunal de la deuda asumida en el rescate financiero. En suma, que su modelo todavía era demasiado gradual y suave comparado con el curso abrupto al que nos arrastra el BAU (Business as Usual -todo como siempre-). Una nueva muestra de que el descenso por el lado derecho de la curva de Hubbert estará dominado por los efectos no-lineales. Y los eventos actuales en Grecia apuntan a que, efectivamente, el colapso financiero se producirá al tiempo que el comercial:  Grecia ha tenido que recurrir a Irán como su suministrador principal de petróleo, ya que otros países no se fían de la solvencia griega. El descenso que nosotros los españoles empezamos, siguiendo el camino de griegos, irlandeses, portugueses e italianos nos llevará desde nuestro pretendido "Primer Mundo", al cual arrogantemente nos creíamos pertenecer por propio mérito, hacia el Segundo o el Tercero en el que hemos sumido sin importarnos un bledo al resto del planeta; y de poco nos servirá que hace un par de años nos codeáramos con los ricos y poderosos: éstos tienen ahora sus propias preocupaciones y les estorbamos en este momento.

Estos días hasta las elecciones son como el mar que se retira antes de la primera ola de un tsunami: hay una extraña e irreal calma mientras una sombra vaga y ominosa se forma en el horizonte. En realidad, si conocemos un poco de Historia y de cómo se ha practicado la economía en el siglo XX sabemos bien lo que va a pasar en España. A partir del lunes se empezará a decir lo que ahora se calla: que es urgente tomar ya medidas para contener el gasto, que es intolerable que el déficit español se desvíe del objetivo (fijado para este año en el 6% y que podría llegar al 8%), etc. Es posible que el Gobierno socialista, en funciones hasta Enero cuando tomará posesión el nuevo Gobierno, se vea obligado a tomar ya algunas medidas drásticas, medidas que en todo caso adoptará el PP cuando entre: bajar de inmediato el sueldo a los trabajadores públicos -otra vez; quizá un 10% en esta ocasión-, recortar aún más en Sanidad, Educación y, ay... en Obra Pública -porque Alemania y Francia están muy sensibilizadas con esos aeropuertos muchimillonarios sin pasajeros y otras estúpidas infraestructuras infrautilizadas hechas durante la época dorada del ladrillo. Habrá, posiblemente, una subida del IVA y seguro una reducción generalizada de subvenciones y ayudas (en lo que a mí me toca, becas de investigación y proyectos). Todo esto llevará a una mayor contracción económica y más paro, con lo que se recaudarán menos impuestos y se tendrá que pagar más en subsidios, en algún momento se hablará de reducir el subsidio de desempleo y el salario mínimo. Y eso en un contexto donde los productos básicos subirán de precio y los no básicos bajarán mientras se liquida el stock, para después volver a subir. En suma, nos iremos haciendo más pobres, más pobres...

El sol se oscurece: la ola ya le tapa, ya la tenemos aquí. En algún sitio tenía que escribir algunas verdades en medio de tantas mentiras como se dicen. No son
"rescates" lo que se les aplica a los países, son liquidaciones; no son "cambios de gobierno por gobiernos tecnocráticos", son golpes de Estado en el que se da las riendas al matón de nuestros acreedores, que se asegurará que sus patrones reciben su dinero aunque nosotros nos arruinemos; no es austeridad, es ruina creciente; no será orden publico sino represión; no será interés común sino particular; no será recuperar la senda del crecimiento sino adentrarse en la del empobrecimiento; no hay crecimiento sino el fin del crecimiento. Sólo nos queda el pobre consuelo de que estas olas acabarán llegando a Berlín y a Nueva York.

Ya llega el agua...


Salu2,
AMT

Postdata: Efectivamente, este post no va de energía, pero tenía que escribirlo.

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