Occupy Oakland y el ¡ya basta! global







Hace dos meses nació el movimiento Occupy, capturando la imaginación de millones de personas en el mundo. Llevábamos décadas sin ver un movimiento tan masivo y popular contra el régimen hegemónico global, planteado por el pueblo del mismo país que perpetúa ese sistema. De los cientos de experiencias de Occupy que ahora existen, la de Occupy Oakland, en California, ha destacado desde su fundación.
El primer día de la acampada de Occupy Oakland se propuso otro nombre para el espacio: Decolonize Oakland. Semanas después, la asamblea general aprobó un m“emorándum en solidaridad con los pueblos indígenas”: “…como una señal al movimiento nacional Occupy Wall Street y a los pueblos indígenas aquí y allá que se sienten excluidos por el lenguaje colonialista de ocupación con el cual se ha nombrado este movimiento, se declara que Occupy Oakland aspira a ‘Descolonizar Oakland’…” Las conversaciones internas del movimiento reflejan el proceso a través del cual la comuna de Oakland se ha transformado en un espacio para pensar y luchar desde otra perspectiva, sin vanguardias ni líderes. La historia rebelde de esta zona nos ayuda a entender por qué.
En 1966 nacen las Panteras Negras en Oakland. Con sus políticas de autodefensa armada y servicios comunitarios autónomos, las Panteras Negras representan la última amenaza con tal nivel de organización contra el Estado capitalista estadunidense. Aunque fueron aplastadas por una campaña de infiltración y asesinatos del FBI, su memoria y su espíritu siguen vivos en Oakland. De forma paralela, el movimiento de libre expresión de la Universidad de California, Berkeley, se fundó en apoyo de los negros en la ciudad vecina de Oakland, y llegaría a ser uno de los movimientos estudiantiles más importantes en la historia del país. Estas dos trayectorias de resistencia están presentes en las rebeliones más recientes.
El primero de enero de 2009, la policía mató a un joven negro de 23 años, Oscar Grant, en el metro de Oakland. En las semanas siguientes, estallaron enfrentamientos entre los jóvenes y la policía, lo que resultó en el encarcelamiento del policía responsable de la muerte de Grant. Nueve meses después, en la Universidad de California, Berkeley, los estudiantes iniciaron una serie de “ocupaciones” contra un aumento de la matrícula de más del 30% y la progresiva privatización de la educación pública.
Hoy se unen en Occupy Oakland estos dos momentos históricos, en el desarrollo de una nueva praxis de resistencia. Del movimiento estudiantil se recupera la táctica de “ocupar”; y del movimiento contra la policía se recupera la hostilidad activa contra las fuerzas represivas. El 15 de noviembre se vio una clara expresión de las nuevas relaciones que se están produciendo con el movimiento. Para apoyar al nuevo campamento Occupy de los estudiantes, Occupy Oakland realizó la primera marcha desde Oakland hacia Berkeley, entrando al campus al grito de “¡aquí viene Oakland!” Contrario a toda lógica de pensamiento convencional sobre los movimientos sociales, allí vimos la extensión de la lucha desde el pueblo a los estudiantes.
La comunidad autogestionaria que creció en Occupy Oakland fue desalojada por primera vez el 25 de octubre. Miles de personas marcharon en protesta, y la policía los reprimió con “armas químicas” y bombas flash-bang. El 26 de octubre, en la asamblea general de Occupy Oakland, 2.000 personas votaron aprobando una huelga general para el 2 de noviembre. La huelga fue un enorme éxito: participaron más de 50.000 personas y lograron bloquear el puerto de Oakland. La policía desalojó el campamento dos veces más: el 15 de noviembre y el 19 de noviembre. Cada vez, el pueblo respondió con manifestaciones masivas. Hoy, Occupy Oakland se está "reimaginando" para pensar cómo establecer el campamento por cuarta vez. A pesar de estos obstáculos, no se ha perdido el ímpetu imparable del movimiento, y se está organizando un bloqueo de todos los puertos de la costa oeste para el 12 de diciembre.
Desde Oakland estamos aprendiendo que lo que está en juego en este nuevo movimiento masivo no es simplemente una “ocupación”, sino la recuperación del espacio y de la política en la construcción de una nueva sociabilidad, o lo que Angela Davis llama “una comunidad de resistencia …que se imagina desde el inicio como… lo más amplia posible”. En Oakland, este movimiento anticapitalista y anticolonial lucha no solamente en contra del uno por ciento, sino también para descolonizar al 99%. Reconocemos la resonancia entre el movimiento Occupy y las rebeliones impulsadas en nuestro continente por estudiantes, maestros, pueblos indígenas, migrantes, desplazados, trabajadores desocupados, feministas, campesinos, los que viven en las calles y los jóvenes, porque somos “los de abajo”, lo que hoy se llama el 99%, y que pone en crisis la autoridad –tanto interna como externa–. Esta “apertura” o explosión de lo político es la condición necesaria para que florezcan y se articulen los movimientos que se encuentran hoy en las plazas de las ciudades del mundo y en las ondas liberadas de los medios independientes, donde se construyen las historias rebeldes del nuevo ¡ya basta! global.

Alí Bektash y Magalí Rabasa son estudiantes de doctorado de la Universidad de California. Ambos residen en Oakland

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