Imaginario simbólico

El imaginario simbólico constituye, instituye y disciplina los pensamientos y prácticas de la realidad social, a través de fórmulas no jurídicas, sino más bien informales, y que muchas veces tienen que ver más con el mundo de los afectos, sentimientos y emociones, que con la regulación explícita de un sistema político o una estructura económica, aunque es evidente el peso del poder en su configuración.

La consideración de que es algo ‘normal’, la repetición de un mismo mensaje bajo diferentes formas o en la misma y de forma reiterada, la espontaneidad o liviandad con que se expresan, contribuyen a su objetivación, configuración como creencia verdadera, aunque de manera inconsciente, que penetra en la mente de los individuos y se reproduce en los colectivos sociales.
La identificación de la mujer con la maldad y la incoherencia adjudicada a ésta es la forma tradicional que tiene la cultura hegemónica y el género masculino para justificar y legitimar la discriminación femenina.
Nuestra sociedad occidental está regida por un sistema binario bipolar, donde los pares dicotómicos presentan una categoría fundante. Frente a la doncella y la esposa está la puta. Siempre lo bueno contra lo malo.
La violencia simbólica es violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce sobre todo a través de caminos puramente simbólicos de comunicación. Uno de los ámbitos donde se observa es en el refranero.

Algunos ejemplos:
‘Mujeres en opinión tienen mal son’. ‘A la mujer, ni muerta has de creer’. ‘Al perro nadar, y a la mujer bailar, el diablo se lo debió enseñar’. ‘La que es de su casa, lava, limpia, cose, guisa y amasa’. ‘Mujer hermosa, mujer peligrosa’. ‘Mujeres que van mucho a fiestas, si es casada, cuernos en la testa’. ‘Al marido temerle, quererle y obedecerle’. ‘Al mujeriego, mil perdones’. ‘La que sea puta y bruja, cruja’. ‘La mujer sin varón, ojal sin botón’.
El lenguaje es un medio de comunicación, pero es también un modo de pensar, una forma de acceder a la realidad que nos rodea mediante su aprehensión, reproducción, y porque no, interpretación. Es el primer sistema simbólico que se utiliza para estructurar la experiencia, vehículo de comunicación y comportamiento lingüístico. Reproduce la realidad y el mundo, pero sometido a una organización propia, simbolizándolo; hay, pues, una íntima y continua relación entre lengua y pensamiento, y entre lenguaje y experiencia humana; lengua y sociedad se implican mutuamente. No es un espejo de la realidad, ni herramienta neutral, impone su punto de vista sobre el mundo al que hace referencia y al utilización de la mente con respecto a dicho mundo.

Para saber más: Estereotipos y roles de género en el refranero popular. Anna M. Fernández Poncela.

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