¿Quiénes son los Papalagi?

Discursos de Tuiavii de Tiavea, jefe Samoano, después de su viaje a Europa adonde conoció las costumbres de los Papalagi (los hombres blancos):"Los Papalagi están siempre cavilando cómo cubrir su carne del mejor modo posible. Viven como los crustáceos, en sus casas de hormigón. Viven entre las piedras, del mismo modo que un ciempiés; viven dentro de las grietas de la lava. Hay piedras sobre él, alrededor de él y bajo él. Su cabaña parece una canasta de piedra. Una canasta con agujeros y dividida en cubículos".

Cuando quieres cazar al gorrión o ir a un sitio en el que la gente se divierte, donde cantan y bailan, o si quieres pedir consejo a tu hermano, debes pagar por todo. En todas partes tu hermano permanece con una mano extendida y te despreciará y maldecirá si la dejas sin llenar. Una sonrisa de excusa o una mirada amistosa no ayudan a ablandar su corazón. También podrán reconocer al Papalagi por su deseo de hacernos sabios y porque nos dice que somos pobres y desdichados y que estamos necesitados de su ayuda y comprensión, porque no poseemos nada.
Adoran el metal redondo y el papel tosco; les da mucho placer poner los zumos del fruto muerto y la carne de los cerdos, bueyes y otros animales horribles dentro de sus estómagos. Pero también sienten pasión por algo que no podéis comprender, pero que a pesar de esto existe: el tiempo. Lo toman muy en serio y cuentan toda clase de tonterías sobre él. Aunque nunca habrá más tiempo entre el amanecer y el ocaso, esto no es suficiente para ellos.
¿Cuántos años tienes?, significa cuántas lunas han vivido.
Examinar y contar de ese modo está lleno de peligros, porque así se ha descubierto cuántas lunas suele vivir la gente. Entonces guardan eso en la mente y cuando han pasado una gran cantidad de lunas, dicen: «Ahora tengo que morir pronto». Se vuelven silenciosos y tristes y, en efecto, mueren después de un corto período.
Tienen una manera extrañamente confusa de pensar. Siempre se están devanando los sesos, para sacar mayores provechos y bienes de las cosas, y su consideración no es por humanidad, sino sólo por el interés de una simple persona, y esa persona son ellos mismos. Dicen: «La palmera es mía», sólo porque ese árbol crece delante de su cabaña, entonces se comporta como si él mismo hiciera crecer la palmera.
Cada Papalagi tiene una profesión. Es difícil decir exactamente lo que esto significa. Es algo para lo que se debe tener un gran apetito, pero parece ser que la mayor parte del tiempo falta. Tener la profesión significa hacer siempre las mismas cosas. Hacerlas tan a menudo que incluso podrías hacerlas con los ojos cerrados y sin esfuerzo alguno. Si mis manos no hicieran nada más que construir cabañas o tejer esteras, entonces mi profesión sería la de constructor de cabañas o tejedor de esteras.
Dejémonos de promesas y gritémosles: «Permaneced lejos de nosotros con vuestros hábitos y vuestros vicios, con vuestra loca precipitación por la riqueza que traba las manos y la cabeza, vuestra pasión por llegar a ser mejores que vuestros hermanos, vuestras muchas empresas sin sentido, vuestros curiosos pensamientos y el conocimiento que no conduce a nada, y otras tonterías que dificultan vuestro sueño en la estera. Nosotros no tenemos necesidad de todo eso: somos felices con los placeres agradables y nobles que Dios nos ha dado para no ser cegados por su luz y que pueda ayudarnos para que no nos perdamos, y brille siempre en nuestro camino de tal modo que podamos seguir su senda y absorber su maravillosa luz, que significa amarse los unos a los otros y llevar mucha fafola en nuestros corazones»."

Extraído de Papalagis. Discursos de Tuiavii de Tiavea, jefe Samoano

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