Ocucaje: uno de los más codiciados cementerios de restos prehistóricos y un paraíso para los contrabandistas





He leído un interesante reportaje en el New York Times que me ha desvelado algo que no me imaginaba: resulta que los huesos de animales prehistóricos tienen muchos fans fuera de la paleontología. Al menos, en el desierto de Ocucaje ubicado entre los Andes y el Pacífico. A simple vista un pedazo de tierra en el sur del Perú, quizás una de las zonas más desoladas del mundo. Los vientos, como describe el artículo, no descansan y barren las montañas día y noche. Pero las arenas de este lugar guardan un gran tesoro: un yacimiento de fósiles marinos de dimensiones desconocidas.

Los cazadores de huesos deambulan por esta zona como sabuesos celosos porque los vientos, además de castigar la tierra, son desenterradores: los fósiles simplemente surgen a la superficie y cualquiera los puede atisbar. Ocucaje es un cementerio prehistórico de 40 millones de años. Estas tierras resecas, una vez inundadas por el mar, guardan una de las más codiciadas canteras de restos marinos conocidas por la paleontología.

Los descubrimientos allí hechos incluyen gigantescos dientes fosilizados del megalodón, un legendario tiburón de 15 metros, los huesos de un enorme pingüino con plumas de colores y restos del Melvillei Leviatán, una ballena con dientes más largos que los del Tyrannosaurus rex. Ocucaje es, junto con la provincia de Liaoning en China, un verdadero paraíso para los estudiosos de los mamíferos marinos prehistóricos. Pero más allá del beneficio para la ciencia, los descubrimientos aquí han atraído la atención de otra clase de cazadores de fósiles: los contrabandistas.



El gobierno peruano ve con alarma como han aumentado los decomisos de fósiles recogidos ilegalmente. La pérdida del patrimonio nacional ha provocado preocupaciones acerca de la soberanía y tal vez el mejor ejemplo de esto es la disputa entre Perú y la Universidad de Yale sobre los artefactos incas tomados por Hiram Bingham, el explorador estadounidense conocido por ser el descubridor de la ciudad perdida de Machu Picchu hace ya un siglo.

Por ahora, Ocucaje permanece abierto a casi cualquier persona que desee buscar fósiles. La legislación peruana en este tema no es muy fuerte y se da de bruces con otras realidades. Aunque clasifica a los fósiles como patrimonio nacional y exige que los fósiles encontrados en el país permanezcan en él, lo cierto es que buena parte de la tierra está en arrendamiento a compañías mineras, lo que podría dañar o destruir los fósiles. Los saqueadores ya han devastado sitios arqueológicos en la periferia del desierto. La policía rara vez entra en la zona, en parte porque está en manos privadas. Por ahora, el tráfico continúa pero las autoridades están empezando a poner el tema sobre la mesa.

Vía | www.nytimes.com
Fotografía |
Winklitz

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