Las leyes fundamentales de la estupidez humana
[basado en las reflexiones del historiador italiano Carlo Cipolla , Allegro ma non troppo]
Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno su rotunda veracidad. Cipolla considera que por muy alta que sea la estimación cuantitativa que se haga de la estupidez humana, siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
- a. Personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado resultan ser inequívocamente estúpidas
- b. Día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que aparecen de improviso y en forma inesperada en los lugares y en los momentos menos oportunos
La Primera Ley Fundamental impide per se adjudicar un valor numérico a la fracción de personas estúpidas respecto del total de la población. Cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación. Por ello en las líneas que siguen se designará la proporción de personas estúpidas en el seno de una población con el símbolo σ.
Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona
No todos los humanos son iguales ya que unos son más estúpidos que otros. Según Cipolla, el grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza pero no está asociado a ninguna otra característica de raza, sexo, nacionalidad o profesión.
El profesor Cipolla realizó amplios estudios demográficos incluyendo a muy diversos sectores sociales. Afirma que inicialmente pudo comprobar que entre los trabajadores "de cuello azul" existía una fracción σ de estúpidos, y que esa fracción era mayor de lo que esperaba, con lo cual se confirmaba la primera Ley. Sospechando que podía deberse a falta de cultura o a marginalidad social estudió muestras de trabajadores "de cuello blanco" y a estudiantes, comprobando que entre ellos se mantenía la misma proporción. Más sorprendido aún quedó al medir el mismo parámetro entre profesores universitarios. Decidió por tanto expandir sus estudios hasta la élite de la sociedad, los laureados con el Premio Nobel. El resultado confirmó el poder supremo de la naturaleza: una proporción σ de laureados con el Nobel también son muy estúpidos.
Tercera Ley Fundamental (o de Oro): Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo, e incluso perdiendo
El análisis de costes y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas. Si representamos en el eje de abcisas el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje de ordenadas el beneficio (+) o coste (-) que causa a los demás, podemos definir y estimar las coordenadas de los siguientes tipos:
- • Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
- • Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
- • Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
- • Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a sí mismo.
Distribución de Frecuencia
La mayoría de los individuos no actúa consistentemente. Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar de manera inteligente y en otras como desgraciado. La única importante excepción a esta regla es la de las personas estúpidas, que normalmente muestran una fuerte tendencia hacia un comportamiento estúpido en cualquier actividad o situación. Para los demás, podremos calcular su posición en el eje de coordenadas del gráfico 1 como una media de los resultados de sus acciones en términos de costos y beneficios causados sobre sí mismos y sobre los demás. Esta
posibilidad nos permite hacer la siguiente digresión:
Consideraremos un "bandido perfecto" aquel que mediante sus acciones obtiene para sí mismo un beneficio igual al costo que origina en los demás. Es el caso del ladrón que roba a otra persona cien pesos, sin causarle ningún costo adicional. Esta situación puede ser definida como un "juego de suma cero" en el que el conjunto de la sociedad no gana ni pierde. El "bandido perfecto" quedaría entonces representado en el gráfico 2 sobre la línea OM que bisecta el cuadrante B.
Sin embargo los "bandidos perfectos" son muy escasos. Es más frecuente que haya "bandidos inteligentes" (Bi) que obtienen más beneficios que los costos que causan, o "bandidos estúpidos" (Be), que para obtener algún beneficio causan un costo muy alto a los demás. Desgraciadamente los bandidos que permanecen por encima de la línea OM son relativamente menos numerosos. Es mucho más frecuente el individuo Be. Ejemplo de este último puede ser el ladrón que destroza los cristales de un automóvil para robar su estéreo, o el que asesina a alguien para irse con su mujer a pasar un fin de semana en Montecarlo.
El poder de la estupidez
Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender el comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen siempre un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando también beneficios a los demás, siempre tratará de obtener beneficios causando pérdidas a su prójimo. Por supuesto esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un bandido resultan viables, puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar una oportuna defensa.
En cambio con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo racional de prever cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno inteligente está completamente desarmado y vulnerable.
Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, es lógico pensar que tienen entonces todas las de ganar porque:
- a. Generalmente el ataque nos toma por sorpresa.
- b. Incluso cuando nos damos cuenta, no es posible organizar una defensa racional pues el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.
El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace imposible la defensa, sino que complica extremadamente cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto se siente penosamente sumergido en su propia candidez. Pero al contrario que todos estos indivíduos, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a otorgar una fuerza implacable, mayor incidencia y artera eficacia a su poder devastador.
Cuarta Ley Fundamental: Las personas no-estúpidas siempre subestiman el potencial nocivo de las estúpidas. Los no-estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos resulta de forma infalible en un costoso y lamentable error
No hay que asombrarse de que las personas desgraciadas o incautas, es decir, las que en los gráficos 1 y 2 se sitúan en el cuadrante D, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su ingenuidad y falta de previsión. Lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni los bandidos consiguen muchas veces reconocer el poder devastador de la estupidez. Es extremadamente difícil explicar por qué sucede esto. Se puede tan sólo formular la hipótesis de que, a menudo, tanto los inteligentes como los bandidos, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar la defensa y segregar inmediatamente cantidades ingentes de adrenalina ante semejante situación de peligro.
Uno de los errores más comunes es llegar a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto no es más que confundir la estupidez por la ingenuidad de los desgraciados.
A veces algunos bandidos hasta pueden caer en la tentación de asociarse con un individuo estúpido con el objeto de utilizarlo en provecho propio. Tal maniobra no puede tener más que efectos desastrosos porque:
- 1. Está basada en la total incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez, y…
- 2. Da a la persona estúpida la oportunidad de desarrollar sus capacidades aún más allá de lo originalmente supuesto. Uno puede hacerse la ilusión de que está manipulando a una persona estúpida y, hasta cierto punto, puede que incluso lo consiga, pero debido al comportamiento errático e impredecible del estúpido, no se pueden anticipar todas sus acciones o reacciones, y muy pronto se encontrará derrotado sin remedio.
A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables a comunidades enteras y a la propia humanidad.
Macroanálisis y Quinta Ley Fundamental: El estúpido es el tipo de persona más peligrosa que existe
Las consideraciones finales de la Cuarta Ley nos conducen a un análisis de tipo "macro", según el cual, en lugar del bienestar individual, se toma en consideración el bienestar de la sociedad, definido, en este contexto, como la suma algebraica de las condiciones del bienestar individual. Es esencial para efectuar este análisis una completa comprensión de la Quinta Ley Fundamental. No obstante, es preciso añadir que de las cinco leyes fundamentales, la Quinta es, de largo, la más conocida.
El corolario de esta ley dice así:
”El estúpido es más peligroso que el bandido”
La formulación de la ley y el corolario son aún del tipo "micro". Sin embargo, tal como hemos anunciado anteriormente, la ley y su corolario tienen profundas implicaciones de naturaleza "macro". Si todos los miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero estable, y no se producirían grandes desastres. Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar. Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente. Las personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece en su conjunto.
El gráfico 3 muestra un sistema de clasificación simple entre las acciones que causan beneficio o perjuicio a la sociedad como un todo. Cualquier actividad representable a la derecha de la línea NOM implica una redistribución con beneficio social positivo neto, mientras que las actividades que caen a la izquierda o debajo de dicha línea implican pérdidas sociales netas.
El profesor Carlo M. Cipolla, erudito historiador que ha investigado intensamente desde la perspectiva económica humanista a la sociedad clásica romana, a la sociedad medieval y a muchas otras de la antigüedad, está perfectamente cualificado para afirmar que el coeficiente σ es una constante histórica. ¿Por qué entonces algunas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Conocer la respuesta a esta pregunta resulta crucial: Eso depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.
Más aún: en las sociedades en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo siempre igual a σ; sin embargo, en el resto de la población Cipolla observa –sobre todo entre los individuos que están en el poder– una alarmante proliferación de bandidos con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados incautos. Tal cambio en la composición de la población no-estúpida es lo que refuerza inevitablemente el poder destructivo de la fracción σ y conduce al país entero hacia una completa ruina.