Mosquitos genéticamente modificados
Global Research
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y Mar Rodríguez; revisado por Germán Leyens |
Aunque algunos supuestos «científicos» llevan años modificando genéticamente diversos insectos, sólo han comenzado a comentar abiertamente su liberación en el medio ambiente hace poco. Como siempre, el hecho de que acabe de comenzar la discusión pública al respecto significa que el proyecto ya se ha iniciado, lo cual confirman los hechos porque ya se ha anunciado la liberación de los insectos.
Con el pretexto de erradicar el dengue, en 2009 se liberaron mosquitos genéticamente modificados en las islas Caimán. El dengue es una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que, en general, no ha existido en Norteamérica durante varios decenios. El dengue puede transformarse en una forma mucho más peligrosa de la enfermedad, conocida como fiebre hemorrágica del dengue. Los síntomas del dengue son: fiebre elevada, dolor de cabeza, dolor detrás de los ojos, facilidad para la producción de hematomas, dolor de las articulaciones, músculos, huesos, sarpullidos y sangrado de encías. No hay una cura ni un tratamiento conocido del dengue que no sea descanso adecuado y beber mucha agua.
Hablando en general, el transmisor del virus es un tipo específico de mosquito, Aedes aegypti.
El método indicado públicamente para utilizar esos mosquitos genéticamente modificados (GM) en la erradicación del dengue fue «la modificación con un gen adicional, o bacteria insertada, o la alteración de un gen de forma que la descendencia fuera estéril e incapaz de transmitir el dengue o, sencillamente, muriera». Más específicamente, se supone que los mosquitos macho genéticamente modificados se emparejan con hembras naturales que producen larvas que mueren a no ser que esté presente la tetraciclina, un antibiótico, sin el cual una enzima se acumula hasta una concentración tal que es lo suficientemente tóxica como para matar las larvas.
Es importante señalar que estos mosquitos genéticamente modificados, conocidos como OX513A, deben ser necesariamente del tipo Aedis aegypti para obtener los objetivos establecidos públicamente por los desarrolladores. Por lo tanto, los millones de mosquitos macho liberados al aire en 2009 y, de nuevo en 2010, eran todos del tipo transmisor del dengue.
Los mosquitos OX513A fueron desarrollados por una empresa de biotecnología británica llamada Oxitec y su posterior liberación fue supervisada por la MRCU (Unidad de Investigación y Control de Mosquitos) en las islas Caimán, un territorio británico en ultramar.
Aunque Oxitec Limited fue el desarrollador que realizó la mayoría del trabajo de base para los insectos genéticamente modificados, el proyecto no era únicamente suyo. La fundación de Bill y Melinda Gates, la Organización Mundial de la Salud, las Fundaciones Filantrópicas PEW y algunas agencias gubernamentales en Estados Unidos, Inglaterra, Malasia, y otras participaron en el desarrollo y la promoción de los mosquitos modificados genéticamente.
Lo que ha sido bastante sospechoso, sin embargo, es el hecho de que el dengue, que no ha existido en Norteamérica durante decenios, ha vuelto a aparecer recientemente en Florida. Inicialmente la fiebre se halló en 2009, pero en 2010 los casos habían aumentado en gran medida. En julio de 2010, se hizo público un estudio del CDC al que prestaron muy poca atención los medios de comunicación que indicaba que aproximadamente el 10 por ciento de la población de Key West se había infectado de dengue, el doble de 2009, cuando resultó infectado el 10 %. Cabría preguntarse qué ha hecho que un virus que se había erradicado casi por completo de repente reaparezca con tal vigor. Es decir, cabría preguntárselo si la respuesta no fuera tan obvia: por supuesto, los informes oficiales no hablan sobre si el dengue se relaciona o no con los millones de mosquitos capaces de transmitir la fiebre que se liberaron a apenas unos kilómetros de distancia en las islas Caimán.
Aunque se había erradicado el dengue en cuanto a los brotes naturales en Estados Unidos, en el país se han producido casos relacionados con investigación y producidos en laboratorios durante muchos años. Esto se debe a que el dengue ha resultado de especial interés para el gobierno de Estados Unidos, el ejército estadounidense y la CIA al menos del inicio de la segunda mitad del Siglo XX. Hay muchas pruebas que indican que las instalaciones de investigación bioquímica en Fort Detrick estaban llevando a cabo pruebas sobre el dengue como arma biológica ya en 1942 y es de dominio público que en los años 1950 la CIA se asoció con Ft. Detrick para el estudio del dengue y de otras enfermedades exóticas para su uso como armas biológicas.
También resulta interesante señalar que, según documentos de la CIA así como de un comité del Congreso de 1975, las tres ubicaciones de Key West, Ciudad de Panamá y Avon Park (además de otros dos puntos en la parte central de Florida) eran centros de pruebas para la investigación sobre el dengue.
Como suele suceder, los experimentos en Avon Park se concentraban en barrios de bajos ingresos, en zonas con predominio de población de ascendencia africana con proyectos de viviendas subvencionadas recién construidas. Según H.P. Albarelli Jr. y Zoe Martell, de Truthout, algunos documentos de la CIA relacionados con el programa MK/NAOMI revelaban que la agencia utilizó también el mosquito Aegis aegypti en estos experimentos, en uno de los cuales se liberaron 600 000 mosquitos sobre Avon Park y, en otro, 150 000 en bolsas de papel especialmente diseñadas para abrirse al llegar al suelo.
Truthout entrevistó a diversos residentes (o pacientes de las pruebas) de Avon Park que continuaban viviendo en la zona y afirmaban que esos experimentos produjeron al menos 6 o 7 muertes. Según el texto de Truthout, un residente afirmó: «Nadie sabía lo que había pasado aquí durante años, quizá más de 20 años, pero al volver la vista atrás, explicaba por qué un grupo de personas sanas enfermaron y murieron en las fechas de esos experimentos». Truthout continúa señalando que, aproximadamente en la misma época de los experimentos de Avon Park, «se comunicaron al menos dos casos de dengue entre los investigadores civiles en Fort Detrick (Maryland)».
En 1978, un documento del Pentágono titulado Biological Warfare: Secret Testing & Volunteers (guerra biológica: pruebas secretas y voluntarios) reveló que el Cuerpo Químico del Ejército realizó experimentos similares en Key West y Operaciones Especiales y Divisiones de Proyectos hicieron lo mismo en Fort Detrick.
Al igual que en la situación actual, diversas agencias del gobierno de Estados Unidos se unieron con ONG, académicos y otras organizaciones para realizar proyectos relacionados con mosquitos. La operación Bellweather, un experimento realizado en 1959 que consistía de más de 50 pruebas de campo, se realizó en diversos estados, entre ellos Georgia, Maryland, Utah, Arizona y Florida. Estuvo coordinada por el Rockefeller Institute (Nueva York), el centro en el que, de hecho, se criaron los mosquitos. Además, el experimento recibió la ayuda de la Armour Research Foundation, el Battelle Memorial Institute, Ben Venue Labs, Inc., la Universidad de Florida, la Universidad del Estado de Florida y la empresa Lovell Chemical Company.
No obstante, las conexiones entre del ejército y la CIA con los brotes de dengue no terminan con estos experimentos. Es opinión general que el brote de 1981 en Cuba fue resultado de ataques biológicos encubiertos de la CIA y el ejército estadounidense. Este brote surgió prácticamente de ninguna parte y tuvo como resultado la infección de más de cien mil personas. Albarelli y Martell escriben:
El investigador estadounidense William H. Schaap, editor de la revista Covert Action, afirma que el brote de dengue en Cuba fue el resultado de las actividades de la CIA. Antiguos investigadores de Fort Detrick, todos los cuales se han negado al uso de sus nombres en este artículo, afirman que realizaban «trabajos de avanzada» sobre el brote de Cuba y que fue «fabricado por el hombre».
En 1982, los medios de comunicación soviéticos acusaron a la CIA de enviar soldados a Pakistán y Afganistán para crear una epidemia de dengue. De forma parecida, en 1985 y 1986, algunas autoridades de Nicaragua realizaron acusaciones semejantes contra la CIA, sugiriendo también que intentaban comenzar un brote de dengue.
Aunque la CIA siempre ha negado tener nada que ver en todos estos casos, algunos investigadores militares han admitido haber trabajado muy duro utilizando «vectores artrópodos con objetivos de guerra biológica» y que dichos trabajos habían tenido lugar en Fort Detrick en los años 1980. No sólo eso, sino que algunos investigadores han admitido también que en las instalaciones de Frederick (Maryland) se conservaban grandes colonias de mosquitos infectados con la fiebre amarilla y con el dengue.
También hay pruebas de que se realizaron experimentos con presos en cárceles federales sin su conocimiento. Según informa Truthout:
Varios informes editados en Camp Detrick y Edgewood Arsenal indican que se realizaron experimentos en prisioneros por delitos estatales y federales que se vieron expuestos sin su conocimiento al dengue, así como a otros virus, algunos de ellos posiblemente mortales.
Con todas las pruebas de que la CIA y el ejército han realizado pruebas relacionadas con el dengue, hay razones más que suficientes cuando se ve alguna conexión como la reciente liberación de mosquitos y el posterior brote de dengue en Florida, un lugar de pruebas tradicional para estas organizaciones.
La respuesta al brote de dengue también debe ponerse en tela de juicio, puesto que se intensificaron las campañas de rociado aéreo. Aunque se afirmó que tenían como objetivo la erradicación de los mosquitos portadores de dengue, el número de personas que contrajo la enfermedad, por el contrario, aumentó.
Otro incidente cuestionable relacionado con el dengue transmitido mediante mosquitos y el súbito brote tuvo lugar el 15 de noviembre de 2010: una bióloga molecular de la Universidad de South Florida supuestamente se suicidó bebiendo cianuro en un hotel de Temple Terrace. La Dra. Chauhan había estudiado los mosquitos y la transmisión de las enfermedades en la Universidad de Notre Dame. Aunque normalmente esto no sería causa de preocupación, cuando se tiene en cuenta el nivel de interés que continúan teniendo las enfermedades transmitidas por mosquitos para el ejército y las agencias de inteligencia, bien pudiera ser que la muerte de la Dra. Chauhan mereciera investigarse en más detalle.
Hasta su muerte, era una investigadora posdoctoral en el departamento de Salud Mundial en la Facultad de Salud Pública. Las personas que la conocieron la describían como muy brillante y entusiasta. Quizá sea coincidencia pero, independientemente de ello, merecería analizarse más de cerca.
Por desgracia, el problema de la liberación de insectos modificados genéticamente no termina con el aumento del dengue y la malaria. En 2009, la fundación Bill and Melinda Gates Foundation concedió 100 000 dólares para cada uno de los investigadores en 22 países para desarrollar mosquitos que pudieran hacer las veces de «jeringas voladoras»; esencialmente, los mosquitos se verían modificados genéticamente para que administraran vacunas con cada picadura.
El dinero se distribuyó a una amplia variedad de instituciones académicas, organizaciones sin ánimo de lucro, agencias gubernamentales y empresas privadas. La fundación fue parte de lo que un artículo AFP denominó «la primera ronda de financiación para las 'Grand Challenges Explorations' de la fundación Gates, una iniciativa de 100 millones de dólares y cinco años de duración que tiene como objetivo ‘promover las ideas innovadoras en salud mundial’». La premisa básica detrás de la idea de las vacunas voladoras en forma de mosquito es que un insecto será modificado genéticamente para producir anticuerpos a una enfermedad específica en su saliva, que entonces se transmitirá a la persona cuando el mosquito la pique.
Este método plantea multitud de problemas, que van desde aspectos morales a científicos. En primer lugar, la presencia de anticuerpos no implica necesariamente inmunidad, y su transferencia en modo alguno ofrece inmunización a la persona a la que se inyectan. Los aspectos científicos relacionados con los anticuerpos y el sistema inmunitario no se han dilucidado en su gran parte. Las vacunas mismas son completamente ineficaces y nunca han demostrado ser efectivas en ningún estudio que no estuviera relacionado con una empresa farmacéutica o química.[1] En esencia, constituyen medicinas basadas en la fe.
Incluso más escalofriante resulta la posibilidad de liberar mosquitos modificados genéticamente que contengan enfermedades reales en sus organismos para causar de forma voluntaria una pandemia humana. Las personas que tuvieran unos sistemas inmunitarios debilitados presentarían el máximo riesgo, pero sin duda este incluiría a todos los demás, puesto que ellos también se verían infectados con los virus al recibir las picaduras. La transmisión de persona a persona tomaría el relevo donde lo dejaran los mosquitos. A esto debe añadirse la posibilidad de pandemias simultáneas (si se utilizaran simultáneamente diferentes versiones de los insectos) y se tiene la receta para un genocidio a gran escala. Por desgracia, este es el escenario que muchos han imaginado durante algún tiempo.
No obstante, aunque Gates ha invertido tanto dinero y tantas personas esforzadas y universidades prestigiosas han invertido tanto tiempo y esfuerzo, la opinión general de los medios de comunicación es que las jeringas voladoras nunca despegarán. Esto es porque, según informa Science NOW:
No es probable que el concepto de un mosquito transgénico que resulte un ‘vacunador volante’ sea un método práctico de control de las enfermedades, porque resulta una manera inaceptable de administrar vacunas sin problemas de dosificación y de consentimiento informado contra los programas de vacunación actuales. Estas dificultades se complican todavía más por los problemas de aceptación pública de la liberación de los mosquitos transgénicos.
Sin embargo, resulta bastante difícil creer que la fundación Gates distribuya una cantidad tan grande de dinero a los investigadores sin poner en cuestión si sus esfuerzos pudieran ser factibles para su uso futuro. Igualmente, es muy difícil de creer que, una vez tenidos en cuenta estos problemas, la Gates Foundation pudiera tirar su dinero en un proyecto destinado al fracaso. De hecho, cualquiera que pudiera creer eso es, por desgracia, muy ingenuo. Está claro que estamos siendo condicionados para aceptar y prever que estos organismos se liberen al público en alguna fecha futura. Pero nadie sabe, sin embargo, cuál será el contexto.
Notas:
[1] Flu and Flu Vaccines: What’s Coming Through That Needle. Dra. Sherri Tenpenny.
Brandon Turbeville nació en Mullins (Carolina del Sur). Ostenta un título de la universidad Francis Marion, donde obtuvo el premio Pee Dee Electric Scholar como universitario. Ha publicado numerosos artículos sobre una amplia variedad de temas, entre los que se incluye la salud, economía y las libertades civiles. También es autor de Codex Alimentarius - The End of Health Freedom
Fuente: www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=22385
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