NO SOLO NOS ENVÍAN SUS INDUSTRIAS SUCIAS



También mandan sus “deportes” absurdos a destruir nuestros santuarios naturales.

NO SOLO NOS ENVÍAN SUS INDUSTRIAS SUCIAS


Una vez más como en años anteriores tendrá lugar en nuestro país  un evento automovilístico al que los europeos denominan deporte, siempre y cuando se practique fuera de sus países.

En esta actividad, como en el juego de las sombras, nada es lo que parece porque ni se corre entre París y Dakar, ni tampoco es un deporte.

Sencillamente porque en Europa les sería imposible practicarlo, dado que los europeos, cuidadosos como son de sus escenarios naturales, jamás permitirían que esta absurda carrera se realice en las Bardenas Reales de Navarra ó en el Desierto de Tabernas, en España ó en La Dune du Pyla en Francia, por ejemplo.

De hecho cuando se corría en París, lo que verdaderamente ocurría en la capital francesa era una largada simbólica y una circulación por calles y rutas francesas atendiendo, como debe ser, los límites impuestos por las disposiciones de tránsito.

Donde si liberaban su salvajismo destructor, era en la subdesarrollada África, donde avanzaban sobre frágiles paisajes naturales, destruyéndolos y poniendo en peligro a los habitantes,  flora y fauna de esas remotas regiones.

Pero de allí fueron corridos por los pueblos africanos que se encargaron de hostilizar a estos deportistas, que en realidad son funcionarios rentados de marketing de empresas automotrices, que acuden con su troupe circense, a demostrar las disparatadas cualidades que los consumidores de los países ricos reclaman a estas fábricas, para seguir sosteniendo su escalada de consumo insustentable en la que estan embarcados desde siempre.

Vehículos de potencias absurdas completamente inservibles para cualquier actividad humana racional, pero si capaces de proezas inútiles, como gastar enorme cantidad de combustibles fósiles por KM, con el mismo grosero desenfreno consumista que los países ricos aplican a otras actividades.

Pero aquí ya se sabe, para las autoridades locales la naturaleza, es una miscelánea, asi que mientras los africanos corrieron a pedradas este espectáculo circense, por agredir su hábitat, aquí les abrimos las puertas para que vengan a destruir desiertos, caminos precarios, lugares remotos, y todo lo que se les ocurra.

Con el absurdo adicional que los “aficionados” locales a estos espectáculos no lo pueden ver, porque los derechos televisivos son adquiridos en exclusiva por empresas europeas, adonde son dirigidas las imágenes, sin pasar por la pantalla local, para el divertimento de aburridos espectadores de la sociedad de hiperconsumo.

Cada vez que termina este evento, además del derroche de combustibles fósiles, nos dejan montañas de cubiertas destruidas y hectolitros de aceites usados, para que nosotros, los nativos, ahora subdesarrollados sudamericanos, nos  encarguemos de sus desechos, que por supuesto tienen como destino contaminarnos.        Además de caminos vecinales, que a pesar de las promesas jamás restauran y luego deben ser reparados a nuestro costo y transitados por los sufridos vecinos que se tienen que hacer cargo de la resaca una vez terminada la fiesta.

En algunos lugares de nuestro país les niegan  permiso para que circulen, pero gobernadores de algunas provincias, como la nuestra, haciendo gala de un subdesarrollado cholulismo lo autorizan, poniendo en evidencia una vez más el absoluto desinterés que tienen en preservar nuestra naturaleza.


Fuente: Fundavida.org.ar

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