La circulación oceánica se ralentiza y el Atlántico Norte soportará un ‘brutal’ cambio climático


Además, este debilitamiento podría afectar a los ecosistemas marinos y el nivel del mar, así como los sistemas meteorológicos en Estados Unidos y Europa, según una nueva investigación. 

El derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia debido el calentamiento global provocado por el hombre, puede contribuir a la desaceleración en curso de la circulación del Oceáno Atlántico. Además, este debilitamiento podría afectar a los ecosistemas marinos y el nivel del mar, así como los sistemas meteorológicos en Estados Unidos y Europa, según una nueva investigación. "Llama la atención que un área específica en el Atlántico Norte se ha estado enfriando en los últimos cien años, mientras que el resto del mundo se calienta", afirma el doctor Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), en Alemania, y autor principal del estudio que se publica en 'Nature Climate Change'. Investigaciones anteriores ya habían indicado que una desaceleración de la llamada Circulación de Retorno del Atlántico Meridional, (AMOC, por sus siglas en inglés) podría ser la culpable. "Ahora hemos detectado una fuerte evidencia de que el transportador mundial se ha ido debilitando en los últimos cien años, especialmente desde 1970", dice Rahmstorf. Debido a que se carece de mediciones de corrientes oceánicas directas a largo plazo, los científicos utilizaron principalmente datos de temperatura atmosférica y de la superficie del mar para obtener información sobre las corrientes oceánicas, aprovechando el hecho de que las corrientes oceánicas son la principal causa de las variaciones de temperatura en el Atlántico Norte subpolar. A partir de datos obtenidos de núcleos de hielo, anillos de árboles, corales y sedimentos del océano y lagos, se pueden reconstruir las temperaturas de hace más de un milenio. Los cambios recientes hallados por el equipo son desde el año 900 dC, lo que sugiere fuertemente que son provocados por el calentamiento global hecho por el hombre. El retorno del Atlántico está impulsado por las diferencias en la densidad del agua del océano. Desde el sur, el agua caliente y más ligera fluye hacia el norte, donde el agua más fría y pesada se hunde hasta las capas más profundas del océano y fluye hacia el sur. "El agua dulce que sale de la fusión de la capa de hielo de Groenlandia es probable que perturbe la circulación", explica Jason Box, del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia. El agua dulce se diluye en el agua del océano. El agua menos salina es menos densa y tiene, por lo tanto, una menor tendencia a hundirse en las profundidades. "Así, la pérdida de masa de la capa de hielo de Groenlandia causada por el hombre parece reducir la circulación del Atlántico y este efecto puede aumentar si las temperaturas suben todavía más", explica Box. El enfriamiento observado en el Atlántico Norte, al sur de Groenlandia, es más fuerte de que lo que la mayoría de las simulaciones por ordenador del clima han predicho hasta ahora. "Los modelos climáticos comunes están subestimando el cambio al que nos estamos enfrentando, bien porque el retorno del Atlántico es muy estable en los modelos o porque no tienen en cuenta correctamente la fusión del manto de hielo de Groenlancia o ambos", dice Michael Mann, de la Universidad Estatal de Pensilvania, Estados Unidos. "Es otro ejemplo en el que las observaciones sugieren que las predicciones de los modelos climáticos son en algunos aspectos todavía demasiado conservadoras cuando se trata del ritmo al que avanzan ciertos aspectos del cambio climático", argumenta este investigador. El enfriamiento por encima del Atlántico Norte reduciría ligeramente el continuo calentamiento de los continentes. Los científicos no esperan una nueva edad de hielo pero está bien establecido que un gran cambio e, incluso, gradual en la circulación del océano Atlántico podría tener importantes efectos negativos. "Si la desaceleración del retorno del Atlántico continúa, los impactos podrían ser sustanciales", afirma Rahmstorf. "Perturbar la circulación probablemente tendrá un efecto negativo en el ecosistema marino y, con ello, en la pesca y los medios de vida asociados de muchas personas en las zonas costeras. Una desaceleración también se suma a la subida del nivel del mar regional que afecta a ciudades como Nueva York y Boston. Por último, cambios de temperatura en esa región también pueden influir en los sistemas meteorológicos en ambos lados del Atlántico, en América del Norte y en Europa", augura. Si la circulación se debilita demasiado, incluso se puede romper por completo, puesto que se ha pensado durante mucho tiempo que el retorno del Atlántico es un posible elemento de inflexión en el sistema de la Tierra. Esto supondría un cambio relativamente rápido y difícil de dar marcha atrás. ep


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