El imprescindible desarme nuclear
En 2014 Naciones Unidas declaró el 26 de septiembre, como Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. La celebración es poco conocida y mucho menos festejada, pues el tema nuclear, como todo lo militar, forma parte de los secretos de los estados y no es conveniente informar ni alertar a la población sobre sus riesgos, pero la reciente guerra en Ucrania nos ha vuelto a la realidad de la existencia de armas nucleares capaces de hipotecar la vida en el planeta y también de los graves riesgos que entraña la existencia de centrales nucleares. Ciertamente, no hay mucho que celebrar, pero sí es una oportunidad para abordar la realidad de las armas nucleares, sus riesgos y los caminos a transitar.
Ovidio Bustillo García
Enrique Quintanilla Alboreca
Hiroshima, crimen sin condena
La primera bomba atómica la lanzó el ejército de Estados Unidos sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Tres días después lanzó una nueva bomba sobre Nagasaki. Se calcula que más de 100.000 personas tuvieron la “suerte” de morir instantáneamente, pues otras tantas murieron en los días sucesivos entre terribles sufrimientos por la radiación y las quemaduras, sin que pudieran ser auxiliadas, pues los servicios de salud también quedaron destruidos, miles más seguirían muriendo, sufriendo secuelas permanentes o naciendo con malformaciones.
Semejante crimen contra la población civil no solo no ha sido nunca condenado oficialmente, pues no hay quien lo juzgue, sino que no hemos aprendido la lección ni tomado medidas para que no vuelva a suceder. Por ello, 77 años después, la amenaza nuclear sigue más viva que nunca. Existen unas 12.700 armas nucleares en posesión de nueve países con un potencial destructivo muy superior a la de Hiroshima. Alrededor de dos mil, casi todas de Rusia y EE.UU., se mantienen en estado de alerta operativa alta. Los estados disponen de muy pocos minutos para reaccionar ante un hipotético ataque nuclear con modernos cohetes hipersónicos, por lo que la tensión es máxima en situaciones como la que estamos viviendo en Ucrania. La posibilidad de que un accidente, un error de cálculo, una mala interpretación o un delirio político acabe generando una catástrofe nuclear es muy alta. Sabemos que ha habido numerosos accidentes, como en Palomeras (Almería). Ha sido una verdadera suerte que desde 1945 no haya habido un desastre nuclear bélico y, por la cuenta que nos tiene, no deberíamos seguir tentando a la suerte.
No todo el mundo se ha quedado cruzado de brazos. Hibakusha (supervivientes de Hiroshima y Nagasaki), víctimas de pruebas nucleares que los estados coloniales realizaron lejos de sus metrópolis, activistas por la paz, defensoras de derechos humanos, personalidades de distintas creencias... dieron a conocer en Viena en 2007 la formación de ICAN (Campaña para la Abolición de la Armas Nucleares), que en 2017 fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz. En la actualidad cuenta con unas quinientas organizaciones adheridas a la campaña en más de cien países.
El TPAN, Tratado por la Prohibición de las Armas Nucleares
ICAN fue la impulsora del Tratado por la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN, cuya redacción podéis descargaros en este pdf), que, tras un duro trabajo diplomático, diez años después, fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en junio de 2017 por 122 votos a favor. Todavía tuvieron que pasar unos años más para poder sortear los obstáculos puestos por las potencias nucleares y la burocracia de Naciones Unidas, siendo suscrito el Tratado por más de ochenta países y ratificado por 50, condición para que entrara en vigor, lo que sucedió el 22 de enero de 2021. Hoy en día ya son 60 los países que lo han ratificado. El TPAN prohíbe el uso, el desarrollo, el ensayo, la producción, la adquisición, la posesión y el almacenamiento de armas nucleares.
En teoría podríamos pensar que los países no firmantes (es decir, ni los países con armas nucleares ni los miembros de la OTAN) están fuera de la ley al haber entrado en vigor el Tratado, pero es solo un espejismo, un deseo, pues el Tratado solo obliga a los países que lo han ratificado. La ONU es tan necesaria como ineficaz. El hecho de que los países con derecho a veto sean a la vez los que tienen arsenales nucleares nos da una idea del escaso recorrido que hay, sin un cambio profundo y democrático. La posibilidad de acabar con la vida en el planeta está en manos de muy pocos y, además, al servicio de las élites. Es necesario un levantamiento de los pueblos por nuestra propia supervivencia y exigir a nuestros gobernantes que firmen el Tratado, lo ratifiquen y abandonen las políticas militaristas que nos amenazan, nos enfrentan y nos empobrecen.
Entre los días 18 y 23 de junio de 2022 ha tenido lugar en Viena la Semana de la Prohibición Nuclear, en la que se han reunido por primera vez los países que han ratificado el tratado. ICAN organizó un foro de la sociedad civil en el que participaron 85 organizaciones. Participaron en los debates agencias de la ONU y organizaciones intergubernamentales, 29 estados estuvieron presentes como observadores. En las reuniones se trató la necesidad de abordar desde consideraciones de género las políticas de seguridad. Se abordó, por otro lado, la necesidad de asistencia a víctimas y afectados por las pruebas nucleares, la reparación del medio ambiente, así como las formas de financiar y verificar el desarme nuclear. Los estados participantes se comprometieron a no descansar hasta desmantelar la última ojiva nuclear. Es de destacar el importante papel que han desempeñado los países de América Latina, vinculando el desarme nuclear con políticas de desarrollo. De hecho, la próxima conferencia que abordará el reto de un mundo libre de armas nucleares la presidirá México y tendrá lugar del 27 de noviembre al 1 de diciembre de 2023 en Nueva York.
La presión ciudadana, esperanza última
Sería una agradable sorpresa que las negociaciones acabaran a corto plazo con el desmantelamiento de las armas nucleares, pero es muy poco probable a menos que la ciudadanía alce su voz contra los gobiernos que siguen pensando que la amenaza nuclear es justa, necesaria, legítima y eficaz. Entre las manipulaciones y mentiras a las que nos están sometiendo con la guerra de Ucrania está últimamente la de mostrarnos la templanza y sensatez de los líderes políticos para no utilizar el arma nuclear. Si realmente los líderes hubieran tenido tal sensatez y templanza hubieran evitado la guerra. ¿Qué razones tenemos para creer que no utilizarán armas nucleares? Solo hay una manera de tener la certeza de que no se usarán: haciéndolas desaparecer. Todo lo demás es propaganda engañosa. Simulaciones de un uso limitado de armas nucleares o de un conflicto nuclear entre dos países como India y Pakistán dan como resultado catástrofes dantescas con cientos de millones de muertos y un “invierno nuclear” a causa de las cenizas, que disminuiría drásticamente las cosechas, aumentaría las hambrunas y los desplazamientos. Sorprende que, conocidas estas consecuencias por parte de los estados poseedores y los que todavía no han firmado el Tratado, sigan pensando que es una manera eficaz de defender a su población. Sorprende igualmente que la Europa de los Derechos Humanos que ha vivido dos guerras mundiales en su territorio siga mayoritariamente obedeciendo las consignas del amigo americano de no firmar el Tratado y, lo que es peor, se haya convertido desde la OTAN en parte directa de la amenaza, con armas nucleares americanas en cinco países, además de las que tienen Francia y Reino Unido. También condenamos enérgicamente las bravatas de Putin con explícitas amenazas de usar las armas nucleares en su escalada militar.
España, siguiendo como es habitual las directrices de la OTAN, no ha firmado el TPAN. Por ello en septiembre de 2021, 25 entidades de todo el Estado lanzamos la campaña “10 Razones por las que firmar el TPAN“ con el objetivo de lograr la adhesión del Gobierno de España al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Durante este año hemos realizado: incidencia ante el Gobierno de España y los partidos con representación parlamentaria, escrito artículos, campañas de redes, mesas y talleres informativos, envío de cartas a diferentes estamentos, redactamos un comunicado que firmaron 42 organizaciones. Hemos conseguido que el Parlamento de Navarra inste al Gobierno a apoyar la prohibición de las armas nucleares.
Otra campaña que se está desarrollando paralelamente es la iniciativa ‘Ciudades de Paz’ por la que 75 ciudades del Estado español, a través de mociones aprobadas en los plenos de sus consistorios, han manifestado su apoyo al TPAN y han instado al Gobierno a firmar y ratificar el Tratado. Esta campaña está enmarcada en Mayors for Peace, que ha conseguido la adhesión de 8.206 ciudades en 186 países y regiones.
Como era de esperar nuestras peticiones no han tenido respuesta por parte del gobierno más progresista de la historia, pero esto no nos desanima. Sabíamos que era una tarea muy difícil cuando los intereses de los poderosos y de la industria armamentística están por encima del bien común, de la seguridad de la ciudadanía y del planeta, pero como estamos convencidas que solamente con el dialogo se puede conseguir la paz nuclear seguiremos con nuestras demandas y dando a conocer las razones para lograr la firma.
Solo desde una lógica militarista y patriarcal de la dominación –mía o de nadie– se puede ver lo absurdo de poder acabar con la civilización en nombre de la civilización. ¿De verdad alguien puede creer que las armas nucleares defienden la libertad, la democracia, la justicia o los derechos humanos? ¿Os suena lo de destruir lo que se ama? Mal consuelo es saber que a quien me han asignado como enemigo, morirá también. Podemos llamarlo venganza, pero no defensa. Salir de la lógica militar significa también dejar de apoyar los interesen del complejo militar-industrial. Es necesario acabar con el paradigma de dominación y violencia que está en la mente de nuestros políticos y militares implementando el paradigma de cooperación y noviolencia que está presente en el trabajo de numerosas asociaciones, campañas, colectivos, ONGs ... y de personas que creemos que otro mundo es posible, sin olvidarnos a la vez de destruir las estructuras de poder que sustentan el viejo modelo. No es difícil entender que nuestra seguridad es más eficaz si nuestros vecinos no se sienten amenazados. La seguridad, y sobre todo la seguridad humana a nivel planetario es un objetivo que no podemos eludir, si no queremos que el militarismo securitizador tome las riendas de la humanidad asegurando el poder de las élites y el sometimiento de la inmensa mayoría.
La OTAN, acapara el 54 % del gasto militar mundial, que ya ha alcanzado los 2,11 billones de dólares en 2021. Aun así, todavía parece poco gasto y países como España se comprometen a duplicar el gasto militar y llegar al 2% del PIB. ¿Nos hemos olvidado de la pandemia por la COVID-19 y de las carencias en materia de Sanidad? ¿Nos hemos olvidado de que la emergencia climática avanza sin que tomemos medidas? ¿Nos hemos olvidado ya de los incendios que han asolado España y de la escasez de medios, como hidroaviones, mientras nos gastaremos 10.000 millones en aviones militares? ¿Nos hemos olvidado de las colas del hambre, de la pobreza energética, del deterioro de la educación pública, de la pobreza infantil, del aumento de las desigualdades, de las personas migrantes…? Nos toca decir alto y claro: “las personas primero” y poner la sensatez que nuestros políticos no tienen, en el conjunto de las luchas. Nos toca repetir una y otra vez que los gastos militares han de reconvertirse para cubrir las necesidades sociales.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/planeta-desarmado/el-imprescindible-desarme-nuclear - Imagen de portada: Fotografía de Lukáš Lehotský en Unsplash