UE: El chancho y la mano que le da de comer

En Europa se aprobó una ley que le exige a los productos agropecuarios certificar que son “libres de deforestación”, pero este es solo un paso para solucionar un problema complejo

Por: Nicolás Muzi

La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer, reza el viejo refrán. Y yo añadiría, y de quien se lo come.
El Parlamento Europeo acaba de aprobar una ley, pionera en el mundo entero, que prohíbe la venta de productos agropecuarios que no puedan garantizar que no hayan causado deforestación, entre los cuales se encuentran el poroto, la harina y aceite de soja, así como también la carne de vaca. Esta ley responde a la responsabilidad europea en dicha destrucción: Europa es, después de China, el segundo motor de destrucción de selvas y bosques en el mundo. El principal responsable de esta destrucción es la soja -el oro verde argentino, como le llaman algunos-. Los europeos la importan por millones de toneladas para engordar sus pollitos, cerditos y vaquitas.

Mientras el foco mediático internacional está puesto en el desmonte y los incendios en el Amazonas y el Cerrado brasileño, una muerte y devastación silenciosa, sin tregua, se abre paso en el monte del Chaco argentino. Una nueva investigación, llevada a cabo por las ONGs argentinas Periodistas por el Planeta y Somos Monte, la ONG internacional Madre Brava y la italiana Fair Watch, publicada por el diario italiano Il Fatto Quotidiano, rastreó la ruta del ecocidio de la soja argentina desde el Chaco argentino a la cocina de los hogares italianos.
La investigación pudo comprobar cómo las grandes comercializadoras de granos, que cuentan con enormes plantas de acopio en las zonas de la frontera agrícola en el norte argentino, donde la deforestación ha sido más feroz, terminan mezclando esa soja de deforestación en el puerto de Rosario para luego exportarla a Europa. Italia es uno de los principales destinos europeos de la harina de soja argentina. Esta harina de soja contaminada de desmonte es un ingrediente fundamental del alimento balanceado que comen pollos, cerdos y vacas lecheras en Italia. Es tal la opacidad de la cadena de suministro de la soja que los productores del sello de calidad europeo DOP Grana Padano y Prosciutto San Daniele, best-sellers en todo el mundo, no pueden garantizar que sus quesos y jamones premium sean libres de deforestación.
Por esta razón, la ley europea contra la deforestación importada exigirá a las importadoras de soja que certifiquen el origen libre de desmonte de la soja importada de Brasil y Argentina. Para ello deberán presentar datos de geolocalización de la parcela donde se ha cultivado el poroto de soja.
Este es un reto mayúsculo para el sector sojero argentino, ya que a día de hoy no puede garantizar el origen “libre de deforestación”. Y hay mucho en juego. La Argentina es el primer exportador mundial de harina de soja y la Unión Europea es su cliente más importante. Esto debe preocupar al gobierno argentino, ya que la harina de soja es el primer generador de divisas del país.
A este desafío por la sostenibilidad ambiental se le suma el desafío de calidad nutricional del producto. La harina de soja argentina es penalizada en los mercados internacionales por su bajo contenido proteico.
Claramente, el complejo sojero argentino, que representa el 30% de todas las exportaciones argentinas, debe invertir en calidad y sostenibilidad si quiere mantener el acceso a su mercado más importante, la UE. Esto pasa por cumplir (¡y dejar de violar!) la ley nacional de bosques, dejar de sembrar en tierras deforestadas recientemente y establecer un mecanismo de monitoreo que vaya hasta la chacra.
Los europeos han dado un paso importante con esta ley, pero su responsabilidad no termina con ‘limpiar’ la cadena de suministro de la industria cárnica. El excesivo consumo de carne de cerdo, vaca y pollo en Europa no solo es un problema de salud pública, también es un motor del calentamiento global. Como bloque de naciones ricas, con responsabilidad climática histórica, la UE debe liderar el cambio hacia dietas más equilibradas con más plantas y menos carnes. Al final, la responsabilidad es tanto de quien le da de comer al chancho, como de quien se lo come.

Fuente:  Infobae Imagen de portada: Una muerte y devastación silenciosa, sin tregua, se abre paso en el monte del Chaco argentino

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