‘Unidos por la ciencia 2022’, nuevo informe sobre cambio climático

En el año en el que las inundaciones afectaron a 33 millones de personas en Pakistán y dejó seco el río Rin en Alemania, la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas  en inglés) ha emitido un nuevo informe sobre cambio climático, titulado Unidos por la Ciencia. Según este, tras el descenso de emisiones en 2020, debido a los confinamientos por el covid, hemos retomado los niveles y actualmente superamos los de emisión previos a la pandemia. Como consecuencia, la temperatura media del planeta seguirá aumentando.

Martín Lago

En el informe previo de la WMO ya se decía que el período del 2015 al 2021 había sido el más caliente desde que hay registros, pero me quiero detener en esta última posibilidad porque es un titular verdaderamente alarmante: 1,5°C es el umbral que marcaban las organizaciones ecologistas como aumento máximo para la temperatura media manteniendo los ecosistemas funcionales en el Acuerdo de París. Finalmente, en el texto del mismo se formuló el objetivo del acuerdo a un nivel de 2°C, “haciendo todos los esfuerzos para mantenernos por debajo de 1,5°C”. Actualmente estamos en torno a 1,1°C y hay una posibilidad de que la media de los próximos cinco años sea 1,5°C. Partiendo de 1,1 para que la media sea esa, los últimos años tendríamos que estar ya rozando los 2°C. A estas temperaturas ecosistemas completos empezarán su transformación o colapso.
En el informe se incluye una infografía que ilustra los flujos de carbono en el ecosistema global de la tierra. Creo que puede ser interesante explicarlo brevemente

Gráfico extraído el informe Unidos por la Ciencia 2022 realizado por Global Carbon Network

Este año, debido a la quema de combustibles fósiles, se han emitido 35 gigatoneladas de CO2 equivalente (Gt CO2). Se dice “equivalente” porque hay también otros gases de efecto invernadero, como el metano CH4 y muchos otros. Se calcula cuanto efecto tienen respecto al dióxido de carbono y se contabiliza como las toneladas de carbono a las que equivalen.
Los cambios de uso del suelo, por ejemplo, durante la quema emiten CO2 y NO2, y metano por putrefacción de la biomasa que se corta. Así se emiten otras 4 Gt.
El conjunto de la biosfera fijó 11 Gt de CO2 equivalente. Ese carbono se retiene en la vegetación y en los suelos. Este es el nivel al que sería sostenible emitir. Lo que tendríamos que hacer es pasar unos años emitiendo por debajo de 11 para poder extraer carbono del sistema y empezar a revertir el cambio climático.
El permafrost acumula tanto carbono como el conjunto de todos los demás suelos del planeta. El permafrost es el suelo helado que se encuentra en todo el hemisferio norte: en Rusia, el norte de Europa, Alaska, Canadá y Groenlandia. Tiene la particularidad de que se mantiene helado a una profundidad de 15 centímetros y gracias a esto retiene una cantidad enorme de gases y materia orgánica. Si la temperatura aumentase hasta el punto en que el permafrost se descongelase estos gases se liberarían. Muchos autores sitúan este umbral en los 2°C.
El océano fijó 10 Gt, casi igual que el conjunto de la biosfera. Este carbono no se debe a las algas del mar, sino a la disolución del CO2 en el agua. En efecto, el CO2 es soluble en agua y genera ácido carbónico. Por eso gran parte del CO2 atmosférico es absorbido por el mar y acumulado en forma de ácido carbónico, provocando la acidificación del mar, que es la otra espada de Damocles del cambio climático: ¿hasta cuándo aguantarán los ecosistemas marinos la acidificación? El mar actúa como un ralentizador de los cambios climáticos, y acumula una enorme cantidad de carbono.
El informe hace un llamamiento hacia actuaciones inmediatas y ambiciosas; sin ellas, “los impactos físicos y socioeconómicos del cambio climático serán devastadores”. Podemos hacer dos grandes categorías dentro de esto: los desastres naturales y los servicios ambientales.
Generalmente hablar de cambio climático nos lleva a hablar de tifones y sequías, pero la pérdida de servicios ambientales puede ser mucho más decisiva para nuestro futuro. En efecto, la agricultura, incluyendo los cultivos, la ganadería, la acuicultura, la pesca y los bosques, es el sector que más personas emplea en el mundo (unos 3.000 millones), el mayor sector económico en muchos países y, además, es la fuente principal de alimentos y de ingresos de aquellos que viven en pobreza extrema. Según la FAO, la agricultura familiar representa a 500 millones (un 88%) de los 570 millones de explotaciones agrícolas del mundo y genera aproximadamente el 80% de los alimentos del mundo. Todo este sector está absolutamente condicionado por los servicios ambientales: tierra fértil, agua disponible, aire puro, clima propicio.

Foto de Sandeep Swarnkar/Unsplash

Estos mismos servicios ambientales son los que permiten la propia existencia de los ecosistemas: la polinización por insectos, la fijación de nitrógeno en el suelo por bacterias, su retención por las raíces facilitando que se genere una capa fértil, la limpieza del agua que hacen todos los bivalvos… Si el cambio climático provoca la desaparición de un eslabón de esta cadena y no hay otro organismo que lleve a cabo esa función ambiental, todo el sistema puede colapsar o reducirse. Ésta es para mí la principal amenaza del cambio climático.
Es un hecho que estos efectos no son muy perceptibles para la población urbanita y adinerada. Nuestro estilo de vida nos puede llevar a pensar en que ya no dependemos de la naturaleza, cosa que un agricultor africano o un pescador filipino jamás pensaría. Se promueven así falsas soluciones basadas en la tecnología: una agricultura de invernadero basada en agroquímicos, impresión de proteína animal para hacer hamburguesas sintéticas, o el despliegue de miles de espejos en la órbita terrestre para reducir la radiación solar. ¿Es este el mundo que queremos?, ¿es siquiera una solución realista?
Hay soluciones de todo tipo, las basadas en geoingeniería son para mí las más alocadas, pero dentro de las realistas, las soluciones no son sencillas tampoco, y muchos campos se sitúan en una zona gris en la que hay que tener en cuenta muchos factores y alternativas. Uno de ellos es el futuro de la energía nuclear, que cada vez gana más partidarios entre los ecologistas. Otro es el de las semillas mejoradas. Otro es el límite de la soberanía para llevar a cabo políticas destructivas o ecocidas… La lista es larga y el debate intenso.
A mí me ayuda encontrar una serie de fundamentos en los que apoyarme a la hora de formar una opinión o gestionar el vértigo: la primera es informarme bien y pensar que efectivamente la historia de la vida en la Tierra está plagada de momentos de trágica transformación y la vida se ha recuperado y vuelto a florecer. En la extinción del Pérmico desaparecieron el 98% de todas las especies y aquí estamos. La segunda es que no hay tiempo que perder y por tanto no hay que entrar en debate con negacionistas. En muchas ocasiones han tenido el interés de generar duda o retrasar las negociaciones climáticas. La tercera y última es que hay que estar dispuesto a aprender y cambiar de postura, ningún debate tiene sentido si no es así, y en esto nos jugamos mucho.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mapas/unidos-ciencia-2022-nuevo-informe-cambio-climatico - Imagen de portada: Imagen aérea de la ciudad de Dolores (Alicante), el 14 de septiembre de 2019, tras las fuertes lluvias provocadas por la Gota Fría. Manuel Lorenzo / EFE

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