Cuando un like cuesta una vida: cómo los videos virales alimentan el mascotismo y el tráfico ilegal

México enfrenta un grave problema de mascotismo que pone en riesgo ecosistemas y especies en peligro de extinción: Seguro has visto a ese mono con pañaes o comiendo una paleta en tus stickers de WhatsApp. Parecen inofensivos, pero detrás de esas imágenes se esconde una de las industrias más crueles y rentables del planeta: el mascotismo, la moda de tener animales exóticos como mascotas. En México, esta práctica ha crecido tanto que hoy alimenta al crimen organizado y amenaza a más de 475 especies en peligro de extinción. Lo que en redes se disfraza de ternura, en la realidad significa tráfico ilegal, sufrimiento y destrucción ambiental.

por Carolina Gutiérrez Argüelles

El auge del mascotismo y la romantización digital
Desde el boom de personajes virales como “George, el mono”, tener un animal exótico se volvió sinónimo de originalidad y estatus. En TikTok o Instagram abundan vídeos de petauros en pijama, serpientes bailando o monos “bebé”, acumulando millones de visualizaciones. Pero lo que parece contenido inofensivo está normalizando la explotación animal. En México, expertos como Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la UNAM, advierten que el crimen organizado ya trafica fauna silvestre, obteniendo miles de dólares por cada ejemplar raro o en peligro.

Las redes sociales son el motor silencioso de este fenómeno. Cada clic impulsa a los traficantes a seguir capturando y vendiendo animales. Así, lo que nació como humor o curiosidad digital terminó por convertirse en una tendencia que legitima la posesión de vida salvaje y alimenta un sistema de sufrimiento que se expande desde nuestras propias pantallas.
El sufrimiento detrás de cada vídeo viral
En México existen centros como Reino Animal, Africam Safari o el Zoológico de Guadalajara, donde cada año llegan ejemplares rescatados del tráfico. Uno de los casos más impactantes es el de jaguares y guacamayas que fueron vendidos como mascotas y terminaron traumatizados o heridos. Según la AZCARM, de cada diez animales capturados para el comercio ilegal, solo uno sobrevive. Los demás mueren por estrés, desnutrición o maltrato. Y, en muchos casos, las familias completas son asesinadas para obtener una sola cría.

Detrás de cada vídeo “tierno” hay una historia de violencia y pérdida. Los animales exóticos no son domésticos, aunque nazcan en cautiverio. Su instinto sigue siendo salvaje y sus necesidades fisiológicas y sociales no pueden satisfacerse en una casa o un departamento. Convertirlos en mascotas es condenarlos a una vida de sufrimiento, lejos de su entorno natural.
Ecosistemas en peligro y enfermedades emergentes
El mascotismo no solo destruye vidas individuales, también rompe el equilibrio ecológico. Cuando una especie desaparece de su hábitat, se altera toda la cadena natural: depredadores sin alimento, bosques sin regenerarse, plagas fuera de control. Además, el tráfico de fauna silvestre aumenta el riesgo de enfermedades zoonóticas, aquellas que pueden transmitirse a humanos, como lo demostró la pandemia.

En México, este problema tiene efectos visibles: el jaguar del sureste ha perdido gran parte de su territorio, las guacamayas rojas desaparecen de la selva chiapaneca y especies como la tortuga de casquito de Vallarta ya casi no se encuentran en libertad. Cada animal traficado no solo representa una vida perdida, sino una herida más para los ecosistemas del país.
Lo que puedes hacer: pequeños gestos con gran impacto
Cambiar este panorama empieza por lo más simple: no interactuar con contenido que promueva el mascotismo. Cada visualización mantiene vivo el negocio. En su lugar, denuncia esos vídeos y apoya cuentas y organizaciones que protegen la vida silvestre. Si ves casos en redes o en tu comunidad, repórtalos a la PROFEPA o a asociaciones autorizadas.

También puedes apoyar a entidades que luchan por leyes más estrictas y rescatan fauna, como la AZCARM o refugios certificados. Y, sobre todo, habla del tema. El silencio es el mejor aliado del tráfico ilegal. Amar a un animal no es encerrarlo, sino dejarlo vivir libre, en el entorno que le pertenece.
El mascotismo no es una moda inofensiva: es una forma de esclavitud moderna que roba vidas, destruye hábitats y disfraza el sufrimiento con filtros bonitos. Mientras los likes sigan premiando la crueldad, el negocio continuará. Pero tenemos poder: el de elegir qué mirar, qué compartir y qué denunciar. Quizá la verdadera pregunta no sea “¿por qué compran monos?”, sino cuándo olvidamos que respetar la libertad es el mayor acto de amor hacia un animal.

Fuente: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/natura/mascotismo-mexico-viral/

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