"El de Bush fue el gobierno más pro petrolero de la historia de EE.UU."
Lo afirma Sebastián Juncal, historiador e investigador del Conicet y el CEDES. En diálogo con Clarín, señaló que el plan de Barack Obama en materia energética "es inteligente" pero que "costará imponerlo".
Por: Néstor Restivo
Historiador, con un doctorado en curso sobre energía de EE.UU., e investigador del Conicet y el CEDES, Sebastián Juncal cree que el presidente electo Barack Obama "presentó un plan muy inteligente pero a la vez muy ambicioso sobre cambios en la matriz energética, y le costará imponerlo: no olvidemos que el de George Bush y su grupo con base en Texas fue el gobierno más pro-petrolero de la historia norteamericana". - ¿Qué quiere Obama con la energía?, preguntó Clarín. - Varias cosas. A corto plazo, impuestos a ganancias extraordinarias, y creo que lo hará. Tiene el Congreso a su favor y aun en medio de esta crisis firmas como Exxon muestran buenos balances. También cerrar el vacío legal de la llamada "norma Enron", que permitió que los precios futuros del petróleo quedaran fuera de toda regulación. Esa política, que armó tanta especulación, fue una usina de la crisis actual. Obama quiere coordinar con otros países normas menos laxas y de mayor control. Finalmente, buscará liberar algo de las reservas energéticas (Bush, en cambio, las rellenó y algunos creen que fue con petróleo de Irak, aunque no puede probarse) para bajar el precio de la nafta. Igual, ahora el barril cayó mucho tras el pico de mitad de año y aflojó la tensión. -¿A mediano y largo plazo? - Básicamente, Obama buscará romper la connivencia gobierno-petroleras. Pero le costará imponer sus ideas. Quiere energía limpia, dar más juego a los llamados "bonos verdes", pero con más regulaciones que las que acepta Wall Street, aunque no explica bien cómo. Quiere que en 2012, un 10% de la energía sea renovable (hoy es 5%). Ahorrar en 10 años tanto petróleo como actualmente se importa de Medio Oriente y Venezuela, algo muy difícil. Y fabricar en EE.UU., con estímulos fiscales por US$ 4.000 millones, un millón de autos híbridos (eléctricos) de aquí a 2015. - En efecto, suena muy ambicioso... - Es un cambio drástico de lo que fueron EE.UU y sus petroleras hasta hoy. Su plan, que incluye renovar todo el tendido eléctrico con más tecnología digital y toda una serie de ideas para hogares y fábricas con energías más limpias y sustentables, enfrenta muchos intereses y debería alinear a muchos sectores: petrolero, automotriz, siderúrgico, aluminio... inclusive de nuevas tecnologías. Por ejemplo, hace poco Le Monde Diplomatique publicó que Google desvió un río para refrigerar dos megaservidores, del tamaño de dos estadios. - ¿Y en el plano internacional? - Obama quiere volver al camino de Bill Clinton, y abandonado por Bush, en cuanto a mostrar a EE.UU como líder ambiental, por ejemplo regresando al foro de la ONU sobre cambio climático. Propone que para 2050 se bajen 80% las emisiones de 1990. Y otra meta es crear en 10 años 5 millones de empleos en energía verde y renovable (eólica, quizá algo de solar, nuclear limpia) invirtiendo US$ 150 mil millones. Creo que pretende mucho, que los costos son brutales y se requiere colaboración del sector privado. Aunque por otro lado, quizá esta crisis global sea la oportunidad para nuevas inversiones en estos campos. Obama sí intentará aliarse a países como China (un enorme contaminador actual), o India o Brasil para coordinar acciones. - ¿Con Brasil habrá más alianza en biocombustibles? - Tal vez sí, pero Obama quiere proyectos nuevos que no compitan tanto con alimentos, aunque por otro lado, y por razones políticas, no puede ir en contra de estados maiceros del medio-oeste norteamericano, casi todos republicanos. A Brasil lo veo mejor por su base en el etanol de caña, más barato, rendidor y menos afectado por la baja de precios. Quizá en biocombustibles veamos más capitales de Brasil en EE.UU que al revés. - ¿Esta transición será difícil? - Es algo sensible. En los cambios de gobiernos suelen colarse cosas. La norma Enron empezó a pergeñarse en 2000, antes de que entrara Clinton. El grupo Bush con base en Texas (los negocios de su propia familia, los del vicepresidente Dick Cheney con Halliburton o el lazo de Condoleezza Rice con Chevron-Texaco) y sus lazos con el petróleo fue uno de los detonantes de la crisis actual, vinculado al poder financiero.
Fuente: clarin.com