Biodiversidad: entre el comercio y la superstición






Autor: Gustavo Capdevila (IPS)



Los vaivenes de las modas, en especial las gastronómicas y textiles, y de las creencias sobrenaturales son algunas de las causas de la amenaza de extinción de especies de fauna y flora silvestres. La súbita voracidad, sobre todo en Japón y en sectores de alto consumo de Occidente, por dos platos de origen japonés, el sushi y el sashimi, diezman las poblaciones de atún rojo del Atlántico, conocido como el rey de los océanos por su volumen, de hasta cuatro metros de largo y 700 kilogramos.

La reaparición de antiguas supersticiones se está llevando los últimos ejemplares de especies casi mitológicas, como los tigres y los rinocerontes, porque algunas comunidades, en particular asiáticas, atribuyen poderes medicinales a partes de sus cuerpos. 

El comercio ilegal y el crimen internacional organizado también forman parte de estos fenómenos de extinción de especies, relacionados a su vez estrechamente con el cambio climático y con el equilibrio ambiental del planeta. 

Con esos antecedentes se reunirán en Doha, la capital de Qatar, los representantes de los 175 países que han ratificado la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). 

En sus 35 años de vigencia, el pacto ha permitido proteger algunas especies que se encontraban al borde de la extinción, y en esta nueva sesión de los Estados partes procurará extender o perfeccionar el amparo a unas 40 variedades. 

Los animales en vida salvaje y las plantas silvestres desempeñan un papel vital para la sociedad humana, observó David Morgan, jefe de la unidad de apoyo científico de la Cites. 

La flora y la fauna "contribuyen con beneficios importantes al sustento de numerosas personas" y muchas ocupaciones dependen de su aprovechamiento, como "la madera para la construcción de viviendas, el alimento humano, medicinas, cosméticos y hasta las mascotas de los hogares", describió Morgan. 

Cada dos o tres años se reúne la conferencia de la Cites para revisar las normas que regulan el comercio internacional de vida silvestre, y en esta oportunidad la sesión coincide con la celebración del Año Internacional de la Biodiversidad, subrayó el experto. 

Una de las iniciativas que se discutirá en Doha propone fijar normas para condicionar el comercio de ocho especies de tiburones que son explotados para la utilización de sus aletas. "La sopa de aletas de tiburón constituye un manjar en las mesas de muchos países, en particular de Asia", remarcó. 

Palau y Estados Unidos auspician la adopción de medidas de protección para las especies de tiburones cachona, martillo gigante y martillo liso, trozo, arenero y el conocido como tiburón oceánico. 

El mismo Palau y Suecia, esta última en nombre de la Unión Europea (UE), impulsan la inclusión en las listas de la Cites del tiburón denominado marrajo sardinero, muy buscado por sus aletas, pero también por la calidad de sus carnes. 

Por el mismo motivo se ha acentuado al extremo la sobreexplotación del tiburón espinoso, muy apreciado en Europa por los comercios de comidas rápidas que sirven los platos de pescado frito y papas fritas. 

También Palau y Suecia piden la incorporación del tiburón espinoso al Apéndice II de la Cites, que controla el comercio de las variedades bajo su protección mediante un sistema de permisos y establece un programa de gestión de la pesca sostenible para cada especie. 

La sobreexplotación de los recursos pesqueros se discute en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde enfoques principalmente técnicos orientados a los equilibrios alimentario y ambiental. 

También se ocupa del tema la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque privilegiando el ángulo de las distorsiones que provocan las subvenciones que los países industrializados, en particular los de la UE y Japón, otorgan a las flotas de esos orígenes, sindicadas de responsables de la sobreexplotación en los mares de todo el mundo. 

La FAO estableció que en 2006 la captura mundial, que excluye a la acuicultura, se elevó a 92 millones de toneladas de pescado. De ese total, 81,9 millones de toneladas provenían del mar. El valor de ese producto ascendió a 91.200 millones de dólares. 

La misma fuente estimó que 52 por ciento de las existencias de peces marinos o de grupos de especies se encuentran bajo una explotación plena, mientras que 19 por ciento están sobreexplotadas y nueve por ciento agotadas o recuperándose del agotamiento. 

En cuanto al atún rojo, que se desplazó históricamente por las aguas del océano Atlántico, en particular las septentrionales, y por sus mares adyacentes, como el Mediterráneo, las autoridades de Mónaco han propuesto que en Doha se discuta la prohibición completa de su comercio internacional. 

La variedad del atún rojo ha disminuido drásticamente en los últimos 40 años. Desapareció de las aguas de Noruega y de Brasil a causa de la pesca sin límites, y se redujo casi hasta la inexistencia en el Golfo de México. 

En las aguas del Atlántico oriental y en el Mediterráneo, la disminución de las existencias de atún rojo entre 1957 y 2007 fue de 74,2 por ciento. Pero la mayoría de la pérdida, 60,9 por ciento, se concentró en los últimos años del período. 

En coincidencia, en los primeros años del nuevo siglo proliferaron en Europa los restaurantes de especialidades japonesas, como el sushi y el sashimi, elaboradas con distintos pescados, entre los que sobresale el atún rojo crudo. 

John Sellar, encargado de controlar la aplicación de la Cites, sostuvo que la sesión de Doha examinará también el caso de los rinocerontes, expuestos otra vez a la extinción luego de haber sido recuperados de la misma amenaza con una campaña contra el comercio ilegal desarrollada entre 1980 y comienzos de la década de 1990. 

El nuevo peligro para los rinocerontes proviene de Asia, en especial de Vietnam, donde en los últimos dos o tres años se ha enseñoreado la superstición de que los cuernos rallados del rinoceronte detienen el progreso del cáncer en los enfermos. 

Las comunidades de medicina tradicional de Vietnam y de otros países asiáticos sostienen que esa creencia carece de todo sustento científico. Pero los grupos de la delincuencia organizada explotan esa debilidad "y de esa manera asistimos al pago de enormes sumas para obtener los cuernos con supuestos poderes curativos", dijo Sellar. 

"El caso de los osos polares se discutirá también en la Cites, porque muchas personas creen que el cambio climático los dejará sin hielo en absoluto", dijo el experto. 

La Cites ya protege a los osos polares y regula el comercio internacional de sus productos. Sin embargo, Estados Unidos propone ahora que se prohíba de manera terminante todo comercio de productos derivados de esa especie, pues se encuentra bajo amenaza de extinción. 

Sellar precisó que el comercio de productos de los osos del Ártico alcanza una magnitud muy reducida y que a esa actividad se dedican principalmente poblaciones originarias de las regiones más septentrionales de Canadá, que mantienen una relación de equilibrada subsistencia con el animal

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