África: El mundo se muestra unido frente al comercio ilegal de vida silvestre



Las espantosas imágenes de un gran número de elefantes asesinados en África y Asia son conmovedoras. Y el aumento de las matanzas de estos majestuosos animales continúa creciendo. El número de elefantes asesinados en África se encuentra entre los 20 mil o 25 mil al año, de una población de 420 mil a 650 mil, y el marfil africano extraído puede representar un valor de usuario final en la calle en Asia estimado en 165-188 millones de dólares de marfil en bruto, además de marfil procedente de fuentes asiáticas.

Los rinocerontes han desaparecido completamente de muchos países de África y Asia en los últimos años. La caza furtiva de rinocerontes ha aumentado en más de un 7000 por ciento en Sudáfrica desde 2007, con más de mil rinocerontes asesinados tan sólo en 2013 en el país, hogar de más del 80 por ciento de los rinocerontes de África, que suman alrededor de 25 mil en todo el continente. El cuerno de rinoceronte tiene un valor actual superior al del oro o el platino, y posee más valor en el mercado negro que los diamantes o la cocaína.
Si los ciudadanos no se preocupan y alzan sus voces contra esta espiral de comercio destructivo, la posibilidad de extinción de los elefantes y rinocerontes ya no será hipotética, sino una irreversible y grave realidad.
Personas de todo el mundo han pedido que se acaben estas matanzas. En una campaña mundial sin precedentes, más de 120 ciudades han participado en la Marcha Mundial por los Elefantes y Rinocerontes, en un intento por sensibilizar acerca de la crisis de conservación a la que se enfrentan las dos especies. La Marcha Mundial, declarada como “Marcha contra la extinción”, pidió a los organizadores que marcharan de forma pacífica y comunicaran peticiones para la promulgación de leyes que prohíban el comercio de marfil.
Debemos reconocer que el comercio ilegal de vida silvestre forma parte de una economía de crímenes medioambientales que no está solamente destrozando especies y hábitats, sino también perjudicando los medios de vida, la paz y seguridad de las comunidades locales y estados.
Las redes criminales están beneficiándose de la caza furtiva, operando con una relativa impunidad y con escaso temor a la persecución. Existen pruebas que apuntan al claro involucramiento de redes transnacionales del crimen organizado, y de grupos criminales no estatales, incluyendo grupos terroristas, en el negocio del comercio ilegal de vida silvestre. El marfil proporciona una fuente de ingresos para milicias en la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, y es probable que se convierta en fuente clave de recursos para el Ejército de Resistencia del Señor y los Janjaweed de Sudán, además de para otras bandas de Sudán, Chad y Níger.
En nuestra búsqueda de soluciones, es importante darse cuenta de que no existe una solución válida para todos en la crisis de la caza furtiva. Es necesario implementar medidas rápidas para abordar la actual crisis, empezando en el ámbito local y nacional, pero también movilizando los esfuerzos internacionales para que tengan en cuenta las diversas dinámicas socioeconómicas, legales y de mercado en países de origen, tránsito y consumo.
Dichas medidas variarán desde el fortalecimiento de la aplicación de la ley, la movilización de la adecuada capacidad humana y financiera, la sensibilización de la sociedad y la lucha contra la corrupción, para apoyar a los países en la implementación de legislación nacional en contra de crímenes contra la vida silvestre y para abordar la apremiante necesidad de frenar la demanda de estos productos que se obtienen de forma ilegal e insostenible.
Sin embargo, además de ser necesarias las medidas a corto plazo, también es necesario tener en cuenta medidas a más largo plazo en la gestión de los recursos naturales y el desarrollo económico sostenible, basadas en las prioridades y elecciones soberanas y de la comunidad.
La implementación de estrategias y objetivos de biodiversidad aprobados en los ámbitos internacional y nacional, y de otros compromisos relevantes existentes, debe formar parte integral de dicha opción. Sin un adecuado apoyo político y financiero, es difícil que dichos mecanismos sean verdaderamente efectivos.
La Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente (UNEA) reunida en junio de este año por primera vez en la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi, proporcionó una ocasión clave para fortalecer los compromisos políticos para abordar la cuestión del comercio ilegal de vida silvestre. Con su membresía universal de 193 estados miembros de las Naciones Unidas, la UNEA adoptó la primera resolución de la ONU centrada en el comercio ilegal de vida silvestre, que reconoció al aumento del comercio de la vida silvestre y sus productos, así como sus impactos adversos para la economía, la sociedad, la seguridad y el medio ambiente.
La resolución incluyó un llamamiento a la acción reforzada y a impulsar la cooperación y coordinación internacional para implementar los compromisos existentes para abordar el comercio ilegal de vida silvestre, incluyendo la cooperación internacional y cooperación para poner en práctica los compromisos contra el comercio ilegal de vida silvestre, incluyendo aquellos bajo la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés).
Basándose en esto, y en muchas otras prácticas positivas, como la reciente solidaridad mostrada por lo países a través de la destrucción de almacenes de marfil, es obligatorio que el impulso generado en 2014 se convierta en punto de inflexión para proteger a elefantes y rinocerontes y las numerosas especies que estamos tan cerca de perder para siempre.
No deberíamos tener que marchar por los elefantes o rinocerontes. No deberíamos tener que señalar lo que es obvio: que los elefantes, rinocerontes y todas les especies son parte de una compleja biodiversidad planetaria que sostiene la vida —no sólo la suya, sino la nuestra también—. El comercio ilegal de vida silvestre necesita tratarse como lo que es, un crimen medioambiental que está enriqueciendo a unos pocos a costa de todos nosotros.
* Secretario general adjunto de las Naciones Unidas y director ejecutivo del PNUMA

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