¿En qué piensan los tecno-oligarcas?


Peter Thiel, uno de lo tecno-oligarcas más poderosos del momento, comparó a Greta Thunberg con el Anticristo. ¿Vale la pena prestarles atención o intentar comprenderlos?: Peter Thiel, dueño de Palantir y financista y ex-empleador del vicepresidente de los EE.UU. J.D. Vance, suele ser citado como una suerte de intelectual de la tecno-oligarquía norteamericana al que se debe prestar atención. Probablemente engolosinado por el eco de sus palabras, decidió dar un curso de cuatro encuentros llamado "El Anticristo: una serie de clases de cuatro partes". Durante esas lecciones aseguró que algunos personajes que se oponen a la IA y piden regulaciones, entre ellos la activista sueca Greta Thunberg, son "legionarios del Anticristo" que terminarán produciendo un futuro apocalíptico.

Por Esteban Magnani

Los encuentros tuvieron lugar en San Francisco y duraron dos horas cada uno. Había un pedido expreso de que no fuera grabado pero el Washington Post pudo reconstruirlo. Thiel mismo reconoció en la charla que el secretismo era parte de su estrategia de marketing. De cualquier manera su "perspectiva política" ya se podía conocer por participaciones en algunas entrevistas. Con estos cursos pudo plantear más sistemáticamente su idea. "En el Siglo XXI el Anticristo es un Luddita que quiere detener toda la ciencia. Es alguien como Greta o Eliezer", aseguró en referencia a la mencionada ecologista Greta Thunberg y a Eliezer Yudkowsky, un crítico de los peligros de la IA antes financiado por el mismo Thiel. En el curso explicó que teme el avance hacia un mundo totalitario controlado por un solo Estado y utilizó una figura bíblica para llegar con más fuerza a una población en riesgo de ser cooptada por proyectos totalitarios globales: "Eliminar internet o la inteligencia artificial porque perturban a algunas personas sería como salir de la sartén y caer al fuego: un remedio mucho peor que la enfermedad”.
Thiel se desvió de las cuestiones centrales para confesar que “se ha vuelto bastante difícil ocultar el dinero” y quejarse de que “se ha construido una increíble maquinaria de tratados fiscales, vigilancia financiera y una arquitectura de sanciones”. Por eso, según él, que la riqueza genera poder y autonomía es solo una ilusión.
¿Por qué escucharlo?
Thiel no es el primero en brindar una suerte de marco teórico básico a la ultraderecha. En su momento, menos pretencioso, Steve Bannon, asesor de Trump en la campaña de 2016, brindó entrevistas con buena capacidad histriónica y una mirada descarnada pero coherente sobre la política y cómo operar sobre ella.
En cambio, en las entrevistas, Thiel duda, se pisa, dice cosas como alguien poco acostumbrado a ser cuestionado o sufrir algún tipo de repregunta. Está claro que con más de 25.000 millones de dólares y ubicado en el puesto 83 de los más ricos del mundo, no necesita argumentos para resultar convincente: su poder alcanza. Cabe aclarar que la mayor parte de su fortuna la hizo en el último par de años.
El pensamiento de Thiel es más bien un síntoma de lo que pasa con los ultra ricos que pierden todo contacto con el mundo habitado por el otro 99,99% de la población. Para peor, nadie los obliga a cuestionarse esa mirada sobre algo que desconocen: pueden decir estupideces sin que nadie pestañee.
Elon Musk (ahora ocupado en reflotar Tesla) es otro de estos personajes que cree en su infalibilidad con proyectos mesiánicos de terraformar Marte, entre otros. Un precursor del sector es Bill Gates, opinador todoterreno que supo construir junto a Steve Jobs las bases de ese Olimpo exclusivo para tecno-oligarcas que confunden el dinero y el poder con inteligencia.
Como Sam Altman, quien explica (o explicaba) a los humanos que la IAG curará el cáncer o producirá nueva ciencia pese a que no logra (ni logrará) que deje de "alucinar". Sobre muchos de ellos habló Thiel en su curso. Por ejemplo, de Gates dijo que se trata de una persona "muy, muy horrible", lo que demuestra que en ese Olimpo también hay desaveniencias y luchas de poder interminables.
La necesidad de escuchar a estos personajes surge no de lo interesante de sus ideas sino del poder que tienen para afectar el mundo, mucho más ahora que ocupan lugares directamente o por medio de intermediarios en el gobierno del país más poderoso del mundo. Pero, en simultáneo, parece una pérdida de tiempo atender los intentos de argumentación teórica que solo buscan justificar ideas como "no quiero que me impidan ganar dinero ni que me cobren impuestos". La pretensión que tiene de sustentar sus deseos con un marco teórico sólido falla irreparablemente.
Sin embargo, sus palabras, aunque carezcan de profundidad o, siquiera, coherencia, permiten vislumbrar el mundo que no solo imaginan sino que están construyendo. Un eje de su pensamiento pasa por su esfuerzo por imponer las IAG como inevitables.
Como explican Hagen Blix y Ingeborg Glimmer en su libro "Por qué tememos a la IA" esta herramienta está totalmente sobrevaluada en cuanto a su capacidad, pero tiene rasgos funcionales al proyecto de ultraderecha. Por ejemplo, la IAG que Palantir provee a los servicios de inmigración estadounidenses tiene numerosos falsos positivos. ¿Un problema? No, al contrario: esto sirve para expandir el miedo y aterrorizar a todos los ciudadanos por igual.
Utilizar la IA en decisiones importantes, aunque no tengan sentido, puede ser funcional al proyecto, como ocurrió con las listas de barreras arancelarias que anunció Trump en abril. También azuzar el miedo al desempleo gracias a una todopoderosa IA, algo poco probable, tiene un objetivo disciplinador del trabajo.
La investigadora de la Universidad de Cambridge Sophia Goodfriend lo resume: "Donde la IA falla técnicamente, cumple ideológicamente”. Que las IA de reconocimiento facial confundan más a las personas negras puede ser un problema técnico de gran utilidad ideológica.
De alguna manera, las pretensiones de densidad teórica que ahora brinda Thiel, intencionalmente o no, parecen parte de la estrategia de distracción permanente de una ultraderecha, que aprovecha el caos para gobernar.

Fuente: Página12.com

Entradas populares de este blog

No hay peor sordo que el que no quiere oír : El rol de las plantaciones de pinos en los incendios forestales de Epuyen y Mallín Ahogado

La oligarquía del plástico: apenas 7 países y 18 empresas dominan su producción

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué